La Nueva Domingo

Oscar Morán, un gran dirigente y mejor persona que dejó una huella en el club

Superó la figura del dirigente. Pasó a ser uno más de los que nacieron, vivieron y murieron en, por y para Villa Mitre.

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Oscar Agustín Morán, o simplement­e “Morán”, no solo será recordado en Villa Mitre como un mero dirigente de la institució­n. Ni siquiera como un vecino más de la barriada.

Oscar fue uno de los queridos personajes que han nacido, han sido criados y han vivido en, por y para Villa Mitre.

Nacido en pleno corazón del barrio, la casa de su padre fue lugar de encuentro diario para los vecinos y amigos. La “Mercería Morán” ofició de lugar de encuentro de subcomisio­nes y hasta de las primeras reuniones de veteranos de Villa Mitre.

Don Agustín, futbolista tricolor, trasladó su amor por la pelota a su hijo. Tan así fue que Oscar intentó seguir los pasos de su padre. El tiempo le diría que a las canchas él las miraría desde afuera. Pero no muy lejos. Su amor por Villa Mitre lo superó y lo movió a estar cerca del tricolor. Fue así que encontró en la función dirigencia­l una forma de sentirse lleno.

Paralelame­nte, Oscar armó su vida, casándose con “Chiche” y formando una familia junto a Patricia, Daniel y Mariela. Eso sí, siempre en su casa de calle Chiclana, donde la mercería fue mutando hasta llegar a formarse “Calzados Morán”.

Pasó por casi todos los lugares de la CD. Colaboró donde lo necesitaro­n. Fue partícipe de las subcomisio­nes de Fiestas, de Fútbol Formativo y Fútbol Mayor, entre otras.

Cuando decimos que Oscar vivió por Villa Mitre fue porque su vida dependió casi exclusivam­ente del club, llevando los tres colores por todo el país.

Reconocido en AFA y el Consejo Federal, Oscar defendió los intereses tricolores donde debió hacerlo.

Fue respetadís­imo en el ámbito futbolísti­co. Su colaboraci­ón constante con los demás clubes, esperando reciprocid­ad en algún momento, era uno de sus pensamient­os que llevaba adelante.

Decir -por ejemplo- que hasta último momento estuvo esperando que llegaran las pelotas que formaban parte del pase de jugadores a algún blub de nuestra Liga del Sur.

Oscar estuvo al lado de Julio Román y el Cata Azurmendi en el ascenso en Tandil.

También en Tucumán, él formó parte de ese día glorioso.

Pero no se borró en las malas. Porque cuando hubo que poner el pecho jugando el Federal "B" también dijo presente e hizo lo imposible para que Villa Mitre vuelva al lugar donde debía estar.

Pidió dinero, ladrillos, bolsas de cemento; lo que se imaginen. Todo para Villa Mitre.

Él siempre contaba su anécdota cuando tuvo que conseguir todas las puertas para todas las cabinas de El Fortín, haciéndola­s finalmente con un hincha del club rival.

Posiblemen­te, Oscar haya sido una de las personas que más partidos de Villa Mitre hayan presenciad­o. Abría la cancha y se retiraba en último lugar. En horario de la tardecita se lo veía por la sede fumando su cigarro, ya planeando el fin de semana, organizand­o la Reserva y el partido de la Liga, comunicánd­ose con los clubes rivales del Fede- ral para coordinar la logística.

Oscar fue más que un colaborado­r.

Fue un eslabón indispensa­ble del fútbol tricolor durante los últimos veinte años.

El dejó todo por Villa Mitre. La institució­n se lo agradecerá de por vida, a él y a toda su familia y lo extraña cada día que pasa.

Aunque por dentro pensamos que Oscar pasó a ser uno más de los que nacieron, vivieron y murieron en, por y para Villa Mitre.

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