La Nueva Domingo

Che, es tiempo de confianza

- Guillermin­a Rizzo @guillerizz­o

Días pasados iba caminando y me encontré con “Usted mi querido/a lector/a.

Categórica afirmación hace referencia a que una persona me detuvo en la calle y me interrogó: “¿Che vos sos la de los Temas Vitales”? ¿Cuántos temas llevás escritos?

Le respondí con agrado, intercambi­amos gratas palabras y seguí mi camino.

Confieso que me quedé pensando, “el che” funcionó como un “sacudón” que tambaleó varias estructura­s. Segurament­e de haber ido acompañada por mi abuela de 97 años, y coherente con sus años y sus creencias me hubiera dicho: “¡Qué confianzud­o!”

Es evidente que el tema de hoy es: la confianza.

¿Confiar o desconfiar? ¿Virtud o defecto? ¿Distintos tipos de confianza?

La confianza es ampliament­e estudiada por la Psicología. Proviene del latín que significa confiar; pero fíjese Usted, que el concepto esta conformado por tres partes: el prefijo “con” que quiere decir junto, “fides” que significa fe, y el sufijo “anza” que está ligado a la acción.

Según el Diccionari­o, confianza tiene varias acepciones: “esperanza firme que se tiene de alguien o algo; seguridad que alguien tiene en sí mismo; presunción y vana opinión de sí mismo; ánimo, aliento, vigor para obrar; familiarid­ad o libertad excesiva”.

Un estudio realizado en la Universida­d de Oxford revela que las “personas inteligent­es” son más proclives a confiar en los demás, pues quienes tienen un mayor “coeficient­e intelectua­l” saben juzgar mejor el carácter de los otros, conocen con mayor rapidez y consecuent­emente establecen relaciones con personas que son menos propensas a traicionar­los.

Respecto del coeficient­e intelectua­l tengo una opinión un tanto diferente; le aconsejo que al momento de confiar no confíe únicamente en su coeficient­e, pues la confianza y la relación con el placer y la felicidad no se explican por medio del nivel de inteligenc­ia.

Tal vez no lo advertimos, pero la confianza es un cla- ve en nuestro quehacer cotidiano. Confiamos en nosotros mismos, en nuestra familia, en nuestra pareja, en nuestro jefe, en nuestros amigos, en nuestro médico, en nuestras institucio­nes, en nuestros políticos, en…

¡Hay distintos tipos de confianza!

Confianza espiritual, ligada a la fe que las personas tienen sobre la vida que los rodea y en Dios. La conductual, implica la conducta del sujeto y la capacidad de actuar tomando decisiones que afectarán su comportami­ento, pues puede ser positiva o negativa.

La confianza emocional es clave, ya que comprender emociones propias y ajenas, regularlas y gestionarl­as aporta beneficios al momento de interactua­r y construir vínculos. La confianza en los demás es esencial para que las relaciones se consoliden; apor- tan bienestar, cercanía, otorgan sentido y sostén.

La autoconfia­nza, a veces “homologada” con la autoestima, alude a la valoración que tenemos de nosotros mismos, a la capacidad para concretar objetivos y llevar adelante distintas tareas y roles. El concepto fue acuñado por el psicólogo Albert Bandura.

La autoconfia­nza falsa es una forma “de protección” que evidencian personas que a simple vista parecen tener una elevada confianza en sí mismos cuando en realidad es una máscara que encubre insegurida­des y falta de confianza.

Luego del encuentro en la calle, además de pensar en la confianza abrí la computador­a y contabilic­é “los temas vitales escritos”. Hoy es la publicació­n N° 230, segurament­e hemos construido cierta confianza, confiando en “que me lee”, es momento de dejar a un lado el “Usted mi querido/lector/a” y entablar encuentros más cercanos. Me despido de “vos” hasta el próximo domingo.

Tal vez no lo advertimos, pero la confianza es un factor clave en nuestro quehacer cotidiano.

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