Una inolvidable experiencia para estudiantes de la UNS en Grecia
Los estudiantes participaron de una excavación arqueológica activa desde 1997 en la isla de Despotikó, ubicada el mar Egeo.
En una isla desierta del mar Egeo, doce alumnos de la Universidad Nacional del Sur fueron parte de la excavación arqueológica del Santuario de Apolo, ubicado en Despotikó, Grecia, cuyo apogeo tuvo lugar en los siglos VII y VI a. C..
Los jóvenes –6 varones y 6 mujeres-- son casi todos alumnos de la carrera de Historia excepto dos, uno estudiante de Oceanografía y otra estudiante de posgrado de Economía; y tienen en común haber cursado el seminario de Arqueología del Mundo Griego Antiguo, dictado por el profesor Mario Ritacco.
Ritacco, licenciado en Historia de la UNS y doctorado en Arqueología Prehistórica en la Universidad Nacional de Atenas, es quien desde 2012 gestiona las invitaciones del Ministerio de Cultura griego para participar de este tipo de excavaciones, a las cuales ya han viajado 52 alumnos de la UNS.
Entre 1997 --año del descubrimiento del templo-- y el presente ya se ha excavado una veintena de edificios adyacentes al santuario, lo que lo transforma en el segundo más grande de las Cícladas después del santuario de Apolo en Delos.
Los alumnos de la UNS trabajaron durante 18 días, durante los cuales residieron en la isla de Antíparos, ubicada a 700 metros de Despótiko, distancia que cada mañana cubrían en una barca. Allí compartieron con voluntarios y profesionales de varias nacionalidades y profesiones, bajo la dirección del arquólogo griego Yannos Kouragios.
Única e irrepetible
“Una de las bellezas de la excavación es la interdisciplinariedad, se trabaja con geólogos, geógrafos, arquitectos, entre otros. Nuestro rol como historiadores era contarles a los demás cómo se manejaba la gente de la época en relación a los templos, cuáles eran las ofrendas, cómo era la vida griega diaria, qué comían, qué no, etcétera”, explicó Lionel Diehl, alumno de Historia.
“El primer día en la excavación, cuando estábamos viendo la reconstrucción de una parte del templo, creo que a todos se nos puso la piel de gallina al pensar que teníamos justo debajo de nuestros pies un lugar con tanta historia. Una vez que empezamos a excavar fue emocionante encontrar los primeros pedazos de cerámica, los que podíamos identificar gracias al seminario de arqueología”, recordó Agustín Giambelluca.
Por su parte, Matías Rigassio comentó que “desde la escuela, Grecia, Roma y Egipto eran temas que me interesaban particularmente y me llamaban mucho la atención, por lo que la posibilidad de hacer el seminario era muy tentadora. Haber viajado, trabajar allá y acumular esa experiencia fue genial”.
Martín Sánchez, uno de los mayores del grupo, analizó que “uno todavía como estudiante tiene muchas posibilidades por considerar, pero claramente esta experiencia fue para todos impactante en el sentido de que la historia deja de ser un trabajo de papeles y escritorio para salir a trabajar con un pico y una pala al sol, descubrir pedazos de cerámica y encontrar ruinas de edificios. Creo que todos nos trajimos una experiencia muy positiva”.
Sobre la minuciosidad imperante en una excavación arqueológica, Giambelluca explicó que en un principio, para llegar a la estratificación donde se cree que hay un lugar histórico hay que remover la tierra, “pero una vez que se llega a esos lugares se trabaja con cepillos y pequeños triángulos de metal, porque cada fragmento que se rompa es un pedazo de historia que se está perdiendo”.
“Era importante el rol de los historiadores porque ese mismo lugar fue poblado y repoblado en distintos siglos antes y después de Cristo. Nosotros rotábamos y a mí en un momento me tocó una sección medieval, por ejemplo”.
Sobre las características del hallazgo producido en 1997, Ritacco contó un pintoresco episodio. “Arqueólogos que pasaban por ahí –-una isla prácticamente deshabitada-- identificaron mármol proveniente de edificios de hace 2.600 años en un corral para cabras. El pas- tor sigue estando y las cabras también pero ahora a unos cuantos metros del santuario”, graficó entre risas.
Viajaron Francisco Cano, Lionel Diehl, Agustín Giambelluca, Gonzalo Guerrero, Matías Rigassio, Martín Sánchez, Isabella Capuselli, Tamara Coria, Macarena Herrera Dolcini, Martina Lirio Rivoir, Sofía Lorenzo y Claudia Pong.