Intenta producir bloques y baldosas con plástico reciclado y a menor costo
Tras quedarse sin trabajo, Rubén Enriques, un vecino de Ingeniero White, intenta poner en marcha la producción de baldosas y bloques utilizando plástico reciclado.
Rubén Enriques está acostumbrado a pelearla de abajo. Nacido en Ingeniero White y criado en el bulevar Juan B. Justo, donde actualmente está radicado junto a su familia, tras quedar desempleado ideó un proyecto construcción sustentable, ecológico y solidario.
“Se trata de la fabricación de baldosas y bloques a partir del plástico reciclado”, cuenta en su humilde vivienda de Jorge Canning 3047, a dos cuadras de la cancha de Huracán.
Un año atrás, Rubén trabajaba en un emprendimiento que se dedicaba a los cercos recuperables.
“Pero por la crisis el trabajo mermó y quedé desempleado. El patrón, para no dejarme tirado, me prestó la máquina vibradora, el trompo y un par de moldes. Con eso empecé a producir baldosas de concreto”.
Miembro de la Sociedad de Fomento del barrio, encontró en “Cocó” Distéfano y en el delegado municipal Rubén Caldez la incentivación necesaria para buscarle una vuelta ecológica y sustentable a su trabajo.
“Rubén me trajo una bolsa con plástico triturado de la EcoPlanta de Cerri y empecé a experimentar. Y la verdad que funciona, porque es más liviano y abarata mucho los costos. Y prácticamente tiene la misma útil que el concreto”, señaló Enriques.
Ideal para plazas y paseos, Rubén señala que mezcla el plástico con cemento, ahorrándose la arenilla y las piedras, y luego lo deja fraguar en los moldes por espacio de tres días.
“Además de los baldosones, pude hacer bloques, que pueden servir para la construcción de casas para gente carenciada”.
Los baldosones los pinta con aceite de cocina usado, que pide en algunas rotiserías.
“Lo mezclo con gasoil y quedan parejos y brillantes”, remarcó.
En su última visita a Ingeniero White, el intendente Héctor Gay lo incentivó a continuar su emprendimiento.
“Me ofrecieron ir a trabajar a la EcoPlanta para fabricar y usarlos en , pero mi intención es poder adquirir la máquina trituradora e incrementar la producción”.
Su intención de querer producir en su propio espacio se debe, dice Enriques, al objetivo de ayudar a su barriada.
“Mi proyecto es comprarle el plástico a la gente del barrio, para que pueda ganar unos pesos y para que comience a concientizarse sobre la importancia de la separación de residuos en origen. Y, además, si el trabajo crece, poder generar fuentes de trabajo”, añadió.
La máquina tiene un cos- to de alrededor de 60 mil pesos.
“Yo no quiero que me regalen nada, sino que pueda tener acceso a un crédito que iría pagando con la venta de estos productos. Mucha gente me vino a ver, pero no tengo stock para vender. Por ahora sólo tengo la idea”.
“La verdad que funciona, porque es más liviano y abarata mucho los costos. Y prácticamente tiene la misma útil que el concreto”, señaló Enriques.