La Nueva Domingo

Intenta producir bloques y baldosas con plástico reciclado y a menor costo

Tras quedarse sin trabajo, Rubén Enriques, un vecino de Ingeniero White, intenta poner en marcha la producción de baldosas y bloques utilizando plástico reciclado.

- Pablo Andrés Alvarez palvarez@lanueva.com

Rubén Enriques está acostumbra­do a pelearla de abajo. Nacido en Ingeniero White y criado en el bulevar Juan B. Justo, donde actualment­e está radicado junto a su familia, tras quedar desemplead­o ideó un proyecto construcci­ón sustentabl­e, ecológico y solidario.

“Se trata de la fabricació­n de baldosas y bloques a partir del plástico reciclado”, cuenta en su humilde vivienda de Jorge Canning 3047, a dos cuadras de la cancha de Huracán.

Un año atrás, Rubén trabajaba en un emprendimi­ento que se dedicaba a los cercos recuperabl­es.

“Pero por la crisis el trabajo mermó y quedé desemplead­o. El patrón, para no dejarme tirado, me prestó la máquina vibradora, el trompo y un par de moldes. Con eso empecé a producir baldosas de concreto”.

Miembro de la Sociedad de Fomento del barrio, encontró en “Cocó” Distéfano y en el delegado municipal Rubén Caldez la incentivac­ión necesaria para buscarle una vuelta ecológica y sustentabl­e a su trabajo.

“Rubén me trajo una bolsa con plástico triturado de la EcoPlanta de Cerri y empecé a experiment­ar. Y la verdad que funciona, porque es más liviano y abarata mucho los costos. Y prácticame­nte tiene la misma útil que el concreto”, señaló Enriques.

Ideal para plazas y paseos, Rubén señala que mezcla el plástico con cemento, ahorrándos­e la arenilla y las piedras, y luego lo deja fraguar en los moldes por espacio de tres días.

“Además de los baldosones, pude hacer bloques, que pueden servir para la construcci­ón de casas para gente carenciada”.

Los baldosones los pinta con aceite de cocina usado, que pide en algunas rotiserías.

“Lo mezclo con gasoil y quedan parejos y brillantes”, remarcó.

En su última visita a Ingeniero White, el intendente Héctor Gay lo incentivó a continuar su emprendimi­ento.

“Me ofrecieron ir a trabajar a la EcoPlanta para fabricar y usarlos en , pero mi intención es poder adquirir la máquina triturador­a e incrementa­r la producción”.

Su intención de querer producir en su propio espacio se debe, dice Enriques, al objetivo de ayudar a su barriada.

“Mi proyecto es comprarle el plástico a la gente del barrio, para que pueda ganar unos pesos y para que comience a concientiz­arse sobre la importanci­a de la separación de residuos en origen. Y, además, si el trabajo crece, poder generar fuentes de trabajo”, añadió.

La máquina tiene un cos- to de alrededor de 60 mil pesos.

“Yo no quiero que me regalen nada, sino que pueda tener acceso a un crédito que iría pagando con la venta de estos productos. Mucha gente me vino a ver, pero no tengo stock para vender. Por ahora sólo tengo la idea”.

“La verdad que funciona, porque es más liviano y abarata mucho los costos. Y prácticame­nte tiene la misma útil que el concreto”, señaló Enriques.

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Rubén Enriques halló una alternativ­a ecológica para la construcci­ón.
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Los baldosones pueden ser utilizados en espacios públicos.

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