Concesiones, en busca de recrear clima
Quedan pocos funcionarios en la Casa Rosada dispuestos a negar que el Gobierno entró en una espiral de concesiones y dádivas, cuando no de renuncias a posiciones extremas, en el afán por recrear un clima que se parezca al que imperaba hasta abril, cuando la corrida cambiaria, la inflación desbocada y los errores de gestión amenazaron con tumbar hasta las expectativas más favorables de cara a 2019.
Basta con repasar el Presupuesto que seguramente sancionará el Senado: no es ni la sombra de lo que era cuando llegó al recinto en septiembre. Desguazado, cada provincia se llevó su parte en el reparto que habilitó Macri y manejaron Monzó y Frigerio, haciendo malabares entre los reclamos de no aflojar tanto de Dujovne y las necesidades políticas del presidente.
Entre esas concesiones, de seguro van a negociar una compensación para evitar que el PJ Federal baje el DNU que eliminó el fondo sojero. El Gobierno ya había otorgado a cambio un bonus de $ 4.570 millones a repartir. Cebados, los gobernadores ahora piden $ 100 mil millones. "Imposible, no pasa", aseguran en el gabinete. Habrá que esperar, entonces, cuál será el acuerdo final.
La algarada de las paritarias, mientras tanto, no tendrá freno, ya que el Gobierno decidió mirar para otro lado y hasta avisó que no impedirá esos acuerdos, que arrancaron con aeronavegantes, camioneros, sanidad y judiciales, por encima del 40 % para todo 2018. La pregunta es si hubo un guiño subterráneo entre el gobierno y los gremios. O uno, puntual e impensado, entre Macri y Moyano. El Gobierno distiende así el clima de preguerra que anunciaba Camioneros para la cumbre del G20 y disipa la amenaza de paro que blandía el dirigente.
Hay más. Macri siempre fue enemigo de los diálogos tripartitos. Prefería "las mesas " sector por sector. Ahora Sica avanza en una convocatoria a empresarios y la CGT, para recrear un clima de concordia en medio de una tenue recuperación. Y habrá visto bueno oficial para que los gremios que no renuevan paritarias puedan pedir bono navideño.
En el medio, Macri se vio obligado a hacer fino equilibrio con Vidal. Fue luego que desde el entorno de la gobernadora no se privaran de difundir el malestar de su jefa por la compensación incumplida de $ 19 mil millones pa- ra actualizar el Fondo del Conurbano mientras ella tiene que atajar todos los penales del malhumor social de sus habitantes. Pero finalmente habrá compensación en obras durante 2019 mas una suma fija de $ 5 mil millones, a repartir en diciembre o enero.
Por ventura, el Gobierno disfruta de la desopilante interna cristinista: Grabois, que quiere ser candidato pero sin corruptos de antaño, fue desafiado a pelear por De desde la cárcel. Y la arquitecta juega a las escondidas con sus propios simpatizantes: por un lado alienta a Rossi y Kicillof, y por el otro lanza a instalar la versión de que "ya arregló" con Solá. El PJ Federal, en tanto, sigue sin encontrar el rumbo de una candidatura. Ninguno de ellos logró capitalizar los desaguisados del Gobierno ni tampoco entusiasma a los desencantados con la expresidenta. Parecieran metidos en un callejón sin salida.
Hay además alguna conformidad en el Ejecutivo por la calma del dólar y la llegada de uno de los tramos del préstamo del FMI. Encima, la caída de Macri en las encuestas habría empezado a frenarse y hasta algunos sondeos registran una leve recuperación. "Falta mucho, es un indicio de que estamos saliendo del fondo, pero todavía hay que atravesar diciembre", dicen.
También se recibió como un gesto de distensión el "mea culpa" de monseñor Radrizzani por aquella ruidosa misa en Luján. La trama de esa disculpa, en verdad, la promovió Macri. El secretario de Culto, Alfredo Abriani, se reunió con monseñor Ojea, de la Conferencia Episcopal. De allí salió la carta conciliadora.
Nada casual, sobre todo en momentos de sequía donde es necesario sacarle agua a las piedras, Macri y su equipo decidieron aprovecharse del sainete por el River-Boca por la Libertadores. Y esperar, claro, que todo el mundo hable de eso al menos hasta después del G20. "Esto es política. Todo sirve", se encoge de hombros un macrista puro.