Todo esto es muy triste...
Lo que genera el clásico River-Boca es uno de los mejores espectáculos del mundo, eso nadie lo discute. Pero, ¿qué es lo lindo del fútbol? ¿Lo que sucedió ayer? ¿La barbarie? ¿El escándalo?
Los “protagonistas” de afuera, una vez más, se encargaron de ensuciar el espectáculo que durante mucho tiempo esperaban los racionales, esa previa que mantuvo en vilo a todo un país que quería ser testigo de esta final histórica e inédita en la historia.
Detrás de todo esto existe un deporte, el fútbol, el mismo que, lamentablemente, día a día va perdiendo su esencia en nuestro país.
Porque ya no alcanza con la prohibición de hinchas visitantes en los estadios. ¿Qué pretenden? ¿Cuál es el límite? ¿Les gusta realmente el fútbol? Los hechos demuestran que no.
Ahora bien. Es increíble que un operativo montado a la altura de lo que significaba este partido, haya permitido un codo cubierto con hinchas de River, justamente por donde pasaba el micro trasladando al plantel de Boca.
Y ahí surgen las dudas de los responsables que provocaron todo el escándalo, tanto de los inadaptados que arrojaron las piedras, como de aquellos que debieron custodiar un micro -¡sí un micro!- y no pudieron.
En esta cultura futbolística en la que la pasión definitivamente destroza la razón, una vez más fuimos noticia a nivel mundial.
Y la sensación de tristeza generalizada, superó la alegría de un sector, que festejó otra derrota del fútbol y que, en este caso, también significó un golpe de nocaut a nivel país.
A decir verdad, lo que sucedió con este River-Boca no es más que la síntesis de cómo está viviendo hoy en la sociedad argentina. Nada sorprende. Es muy triste.