Un momento más que complicado
En los despachos políticos del macrismo se encendieron alertas amarillas. No rojas, porque el optimismo macrista nunca decae, aún frente a los malos pronósticos, pero sí amarillas. Más de una vez se dijo desde que estalló la crisis del dólar del pasado otoño, que tal o cual semana había sido la peor del gobierno de Cambiemos desde que asumió el poder. Pues bien, la que acaba de pasar parece ponerse por encima de todas aquellas estimaciones. Incluso estos últimos siete días empequeñecen el reconocimiento del propio Mauricio Macri, atosigado por el derrumbe de su administración desde que estallaron los mercados cambiarios, cuando en agosto confesó que los cinco meses anteriores habían sido los peores de su vida.
Deberían saber el Presidente y su entorno, tan afectos al discurso único y poco propensos a escuchar, que el tiempo pasa y sigue sin verse la luz al final del túnel. Tal ha sido el vendaval de esta semana que sacudió la estructura de la administración por donde se lo busque: empezando por la situación social, para continuar por el enigmático movimiento de los jueces, semejante a los tradicionales "fines de ciclo", con la citación de Franco y Gianfranco Macri y la liberación de Amado Boudou y su compinche Núñez Carmona.
Sin descuidar la fortísima discusión interna que tiene lugar ahora mismo en la coalición por espacios de poder, diferencias respecto del discurso para recuperar votantes espantados, y quiebres que en algunos casos parecen no tener vuelta en cuanto a cómo se resolverán las candidaturas para octubre.
Antes de desmenuzar aquellas desventuras del Presidente y de la coalición que se jactó de tener el mejor equipo de los últimos 50 años, vale poner aquel llamado de alerta en boca de un funcionario político del segundo nivel de gestión, en medio de las alarmas que se encienden: "No nos pasa en el arranque, llevamos 1.100 días en el gobierno y sólo nos quedan 300 hasta octubre y no cumplimos ninguna de