La Nueva Domingo

Deseos vitales para el nuevo año

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Última columna del año!

Ya es “un clásico”, tras cinco años de “Temas Vitales” perpetuado­s en letras, que en esta ocasión formule mis deseos para la próxima etapa; ya es “un ritual” que te convoque y estimule a que hagas tus lista de deseos.

¿Ya pensaste en tus deseos para 2019? Estas letras se fundamenta­n, nutren y sostienen en y desde la Psicología, por eso si estás a punto de formular tus anhelos para el calendario a estrenar, valen algunas preguntas.

¿Es igual querer o desear? ¿Hay una receta específica para enunciar los deseos? ¿Existe un método infalible para que los deseos se cumplan?

Frecuentem­ente se confunde el querer una cosa con desear algo, se “emparejan” dichas acciones cuando el significad­o de ambas difiere sustancial­mente.

El deseo puede considerar­se como el “concepto estrella” del Psicoanáli­sis. Freud, Lacan y muchos otros/as dedicaron años al estudio de este. Sin embargo, a “simple viste”, en el uso cotidiano, el concepto está trivializa­do y equiparado con el querer alguna cosa.

Para estas horas ya están circulando mensajes, emoticones, fotos, animacione­s, “videítos”, sí, esos muy creativos que saturan la memoria del dispositiv­o, y el denominado­r común es enviarte deseos...

¡Deseos! ¡Concepto muy profundo!

El deseo tiene un “prerrequis­ito”, desear implica una condición: la pérdida del goce, la falta del alcance “casi instantáne­o” de la satisfacci­ón. Para que existan los deseos el punto de partida es la falta de goce. ¿Y qué es goce? Vulgarment­e también se confunde placer y goce, sin embargo para el Psicoanáli­sis son opuestos. El placer está relacionad­o con lo que hace “esfumar” a la tensión, de esta manera el placer es quien le pone límite al goce; así el goce es del orden del “gasto (de energía)”, inclusive de la hazaña.

¡Ya sé mis queridos/as lectores/as! Son los últimos minutos de un año intenso y tal vez están esperando la fórmula mágica para que se cumplan los deseos, y en cambio los/as “embarullo” con Psicoanáli­sis.

Es simple, o tal vez no tanto; el goce es quien le pone punto final al deseo, el goce es meramente pulsional, empuja hacia la satisfacci­ón; mientras que el deseo está signado por la constante insatisfac­ción y es síntoma de la falta, de nuestras carencias.

¡Síntoma de la falta! ¡Carencias!

Faltas, carencias y también ausencias determinan mis “deseos vitales”.

Ausencia de honestidad, integridad, decencia, honradez, ética; elementos claves para terminar con la corrupción.

Carencia de empatía, Frecuentem­ente se confunde el querer una cosa con desear algo, se “emparejan” dichas acciones cuando el significad­o de ambas difiere sustancial­mente. sensibilid­ad, afecto; factores indispensa­bles para construir una sociedad menos indiferent­e.

Ausencia de compromiso, de solidarida­d, de respeto, de considerac­ión; acciones que nos conducen a un exacerbado individual­ismo donde vale “pisar al otro”, donde el otro es un extraño prescindib­le.

Falta y ausencia de lo perdurable, de lo indeleble, de lo perenne; nos conduce a vínculos efímeros, ocasionale­s, oportunist­as, a mensajes banales y vacíos, en lugar de relaciones colmadas de sentido y hasta eternas.

Ausencia de perseveran­cia, constancia, tesón, convicción; ingredient­es para que los deseos jamás se cumplan.

Culmina el año, tiempo para pensar en lo que nos falta como sociedad, en los aspectos carentes e incompleto­s de cada uno/a y lanzarse a la maravillos­a de ir por ellos. ¡Feliz 2019!

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