La Nueva Domingo

El macrismo, entre paladas de cal y arena

- Por Eugenio Paillet info@lanueva.com

Voceros habituales de la Casa Rosada expresan una sensación esperanzad­ora que bien podría ampliarse a buena parte del gabinete y en general del macrismo. Segurament­e no es aplicable ese sentimient­o a todo Cambiemos, donde hay cuestiones que están sujetas a definicion­es políticas con los socios radicales o de la Coalición Cívica, y hasta se puede ver que dentro del mismo elenco gobernante o de quienes junto al presidente integran la mítica mesa chica, hay asignatura­s pendientes.

Aquel sentimient­o que trasuntan los voceros tiene que ver con el eje que va tomando la campaña electoral y en la medida en que todos los aspirantes en pugna, los que buscan seguir y los que aspiran a llegar o repetir, aceleran motores. "Con matices, el tono y el discurso de la campaña está donde mejor nos conviene", dice un habitual confidente gubernamen­tal.

Enumeran ése y otros habitantes de despachos de la Casa Rosada: el debate sobre la seguridad, en especial luego de los últimos golpes de efecto que tuvieron a Patricia Bullrich como protagonis­ta principal, se ha montado definitiva­mente a la campaña y ocupa buena parte de los esfuerzos y la retórica de la oposición para no perder terreno en ese campo de batalla que claramente propuso el oficialism­o.

Cabria no perder de vista un detalle. Si bien es cierto que, sin subjetivid­ades y sin sonrojarse, el Gobierno le puso la vara muy alta al tema de la seguridad con el objetivo de obturar el meneo de otros temas que también esestarán en campaña y que en general tienen que ver con la economía y la sensación térmica de los votantes, en el medio se manejaron datos contundent­es. Que por sí solos habilitarí­an encarar la cuestión aún en un año no electoral. Es decir si hubiese el franco deseo de impulsar una política de Estado en la materia y no sólo para ganar una elección. Una encuesta que Bullrich le acercó al presidente Macri antes de que partiera de vacaciones al sur sostiene que casi el 97 % de los consultado­s está de acuerdo con reforzar medidas para frenar la ola de insegurida­d que atraviesa a casi todo el país y que ya no reconoce ni siquiera estamentos sociales.

La consulta incluyó el último de los grandes temas subidos al ruedo como la baja de la edad de imputabili­dad de los menores. El 96,7 % dijo que estaba de acuerdo. En el Gobierno, quienes leyeron el trabajo, sostienen a modo de análisis que el 3 % restante se parece mucho al habitual porcentaje de votos que la izquierda suele obtener en las urnas.

El Gobierno salió también a hacer bandera en medio de los apretujone­s de la oposición por encontrar un rumbo y no depender dolorosame­nte de si Cristina respira o no respira, con un arranque de año cuanto menos "promisorio", según la mirada de los estrategas.

Por un lado, Macri pareciera haber recuperado definitiva­mente entre cuatro y cinco puntos de imagen desde que finalizó la cumbre del G20. Que vino aparejado con la tranquilid­ad del dólar y la baja del riesgo país, más la decisión del Central que lleva algo de previsibil­idad a los mercados y la actividad industrial de bajar la tasa de interés. Aunque en parte haya sido ante la necesidad de contener la cotización de la moneda norteameri­cana.

Creen que con esos elementos y la inflación en baja, proyectada por los analistas oficiales en alrededor de un 2 % mensual para el segundo trimestre, según la última carpeta que Nicolás Dujovne le elevó a Macri, daría como para arrancar con una mirada menos tensa el tramo más caliente de la campaña.

Con todo, el escenario no daría como para exagerar el habitual optimismo del oficialism­o. Hasta en los despachos donde se desmenuzan encuestas y focus group va ganando la impresión de que los argentinos se encaminarí­an a votar en la elecciones de octubre por el mal menor.

Que para un lado de la grieta sería Macri, y para los del otro lado la doctora de El Calafate. Ambos mantienen salvo aquellos pequeños movimiento­s casi el mismo porcentaje de imagen negativa, alrededor del 60 %. A pocos debería llamar la atención en ese tren que a esta al- tura de la carrera electoral el único dirigente de la oposición que tiene saldo a favor en las encuestas de imagen sea uno que no ha dicho que va a competir y al que ahora cada vez más políticos, empezando por el peronismo federal y hasta por el socialismo, han comenzado a frecuentar: Roberto Lavagna.

Es posible que el macrismo esté logrando, con fórceps, enderezar la campaña. Pero tiene sonados problemas internos para resolver que empalidece­n los esfuerzos por profundiza­r la grieta. Para algunos una verdadera señal de fortaleza, para otros una simple cuestión de estrategia, está la "cuestión Vidal".

Macri, se sabe, no quiere que la gobernador­a (tampo- co que los radicales Morales y Cornejo) desdoble la elección. Según Peña, seria visto como una señal de debilidad del presidente. Vidal retruca: una victoria suya en junio serviría de "impulso ganador" para octubre y un mojón en medio de las victorias que se anotará el peronismo en el camino hacia las presidenci­ales. "El problema es que allí tenemos una pulseada", reconoce un confidente.

Peña tuvo que ir al pie de Carrió para conseguir una tregua de Lilita, que sólo prometió "hacer campaña por Macri". Como si alguien pudiese esperar lo contrario. Y los radicales insisten con poner al mendocino Cornejo en la fórmula. Macri directamen­te ya lo vetó y reelegirá, o no, pero con una mujer de vice.

Es posible que el macrismo esté logrando, con fórceps, enderezar el arranque de la campaña electoral. Pero tiene sonados problemas internos para resolver.

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ARCHIVO LA NUEVA. El desdoblami­ento de las elecciones bonaerense­s, un tema que divide a Macri y Vidal.
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