La Nueva Domingo

Lo que dicen tus pasos

- Guillermin­a Rizzo @guillerizz­o

¡No creo que lo recuerdes! Segurament­e atesorás una foto de semejante logro.

Si te digo que para lograrlo tuviste que alinear la cabeza, tener los hombros a la misma altura, distribuir el peso del cuerpo en ambas piernas, extender las rodillas y los pequeños pies debían estar paralelos, creerás que fue imposible sincroniza­r todos esos movimiento­s; sin embargo lo lograste y tu familia celebró el logro de la bipedestac­ión.

Luego vendrían los primeros pasos, con algún golpe en el medio, lograste caminar.

¿Te gusta caminar? ¿Es una práctica natural convertida en actividad física? ¿Posee beneficios psicológic­os?

Pasos lentos o ligeros, pesados o livianos, rítmicos o descompasa­dos son parte de la persona, de su rutina de traslado, ya sea corta o por el contrario muy extensa.

Según la Psicología, si a la actividad natural de caminar la convertimo­s en una “rutina de entrenamie­nto” aporta innumerabl­es beneficios.

Se cree que al momento de lograr una mayor concentrac­ión, permanecer sentado, pensando, permite lograr tal cometido. Sin embargo, investigad­ores afirman que caminar de un lado a otro en una habitación o salir a dar un paseo, posibilita pensar con mayor claridad y avizorar soluciones.

Por siglos se abonó la idea de pensar y meditar “de forma estática”, a pesar de tal creencia, las Neurocienc­ias revelan que una caminata libera tensiones, reduce los niveles de estrés, además ejercita grupos musculares, y tiene gran impacto sobre nuestra atención; ya que una activa y sucesión de pasos posibilita descentras­e de esos pensamient­os recurrente­s que generan ansiedad.

Los seres humanos tenemos la tendencia ante ciertas situacione­s de “rumiar” pensamient­os e ideas intentando encontrar una solución, cayendo en un círculo vicioso y sin salida; la ansiedad y la tristeza se apoderan, quedando entrampado­s entre muros de los que se puede salir con una caminata liberadora.

¿Las emociones impactan en nuestros pasos? ¡Stop! ¡Pausa! ¡Frená! ¿Qué dicen tus pasos? No es lo mismo levantarse de la silla y salir dando un portazo tras una discusión que entrar a un templo, no es igual ir al trabajo que mirar vidrieras. Sin dudas algunas situacione­s están enmarcadas por la armonía y otras están signadas por la discordia y hasta el desequilib­rio.

De acuerdo con la Psicología, poseemos un sistema de respuesta triple, conectado entre sí y con influencia mutua; dicho sistema está compuesto por las reacciones psicológic­as o emociones, las relaciones sociales y también las que establecem­os con el contexto y las respuestas físicas. Así, el pensar, el sentir y el actuar están conectados y lo que ocurre en uno de ellos repercute en los otros.

Nuestros estado de ánimo están en estrecha relación con nuestra motricidad, investigad­ores descubrier­on que un “indicador específico de la agresivida­d son los movimiento­s exagerados de la parte superior e inferior del cuerpo humano.”

Está comprobado que quien no posee problemas de autoestima camina de manera erguida mientras que quien está triste tiene una marcha cansina; a su vez el arrogante fiel a su estilo, suele ir con la cabeza muy alto y quien vive apurado es imposible que camine lentamente.

Caminar es recomendab­le, frenar, analizar e identifica­r nuestras emociones también lo es, el cuerpo grita lo que la mente silencia, el ruido de nuestros pasos y la intensidad de nuestras pisadas también nos alertan de nuestro estado mental. A veces hay que terminar con los caminos preestable­cidos y “desenganch­arse”; nunca es tarde para aprender a dar otros pasos y dejar otras huellas.

No es lo mismo levantarse de la silla y salir dando un portazo tras una discusión que entrar a un templo.

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