El boom de la cerveza artesanal se convirtió en una salida frente a la crisis
La fabricación a pequeña escala pronto se convirtió en una alternativa para emprendedores ante la crisis.
La fabricación de cerveza artesanal en la región es una actividad que ha venido creciendo en el último tiempo a un ritmo vertiginoso, aunque es difícil determinar cuántos casos hay, porque muchos fabricantes lo hacen de forma casera, para autoabastecerse y abastecer a amigos y conocidos y suelen tardar un tiempo en dar el salto hacia un perfil comercial.
Lo cierto es que, en varios distritos del SOB, hay al menos dos o tres fabricantes, como mínimo, algunos más experimentales, otros más profesionales, que se lanzaron a crear sus propias marcas al ver que el hobby podía convertirse en una salida laboral. Considerando que la demanda era cada vez mayor, muchos se animaron a reinvertir las ganancias en equipos y complementos para lanzarse de lleno en el negocio y aumentar la producción. Otros, ya con más experiencia e inversión en el negocio, comenzaron a dar los pasos necesarios para comercializar la marca a un nivel masivo y poder abastecer a bares y supermercados.
En el distrito de Tornquist, David Posse, quien creó la marca Scandium Hidromiel, conocida como la cerveza vikinga, explicó por qué la mayoría de los emprendedores se encuentra aún comercializando de forma casera.
“Muchos producen en pequeñas cantidades y esperan a tener una producción mayor para solventar todos los costos y generar ganancia, antes de regularizar su situación”, contó.
“Para tener el trámite provincial te piden como requisito ser monotributista. La categoría más baja es de 1.500 pesos por mes. Si tenés una producción chica, de unos 100 litros mensuales, apenas te alcanza para reponer costos y obtener un pequeño porcentaje de ganancia”, dijo. Indicó que lo prin- cipal es hacer un análisis de mercado en un lapso de 6 meses para saber si la demanda supera la oferta.
En la actualidad, el trámite para habilitar tanto el producto en sí, como la sala de elaboración, se realiza en el ministerio de Salud bonaerense.
En su caso, junto a su pareja María Casas, tienen la sala de elaboración en Sierra de la Ventana y con esfuerzo y el apoyo de la familia, lograron llevar la producción a 200 li- tros mensuales: el doble de su marca inicial. “Seguimos creyendo que la mejor manera de crecer es ofreciendo el mejor producto que uno puede elaborar y aprendiendo paso a paso”, remarcó.
La calidad, una clave
En Tres Arroyos, Lucas Martínez, productor de la cerveza artesanal Choysen, empezó con la inquietud hace más o menos 10 años, luego de probar una cerveza artesanal en La Plata, en Antares, pero recién hace algo más de un año se metió de lleno en el negocio.
"No podía creer que fuera cerveza. ¡Nos habían estado engañando todo este tiempo! Siempre dije que algún día lo iba hacer”, señaló. Primero empezó a revender cervezas artesanales que traía de afuera, como un emprendimiento, hasta que un amigo le sugirió comenzar a investigar para fabricarla ellos mismos.
Hoy producen entre 800 y 1.200 litros mensuales y se ocupan de la distribución.
Opinó que la redituabilidad del negocio depende mucho de la calidad del producto.
"Hay muchos productores cerveceros por todos lados, pero vamos quedando los que apuntamos más a la calidad. Es menos redituable de lo que se cree”, destacó. Asegura que en Europa y en los Estados Unidos vivieron el boom hace 10 años, porque la gente consume menos cervezas industriales; es consciente de lo que está consumiendo.
“Nosotros usamos agua, levadura, malta y lúpulo, nada de conservantes o químicos. Es un alimento más que una bebida. Llegó para quedarse”, dijo.
En Pringles está instalada
En pleno centro pringlense se encuentra la fábrica y venta de cerveza artesanal Cardiff, un emprendimiento de la mano de Pablo Bastard.
El proyecto comenzó hace poco más de tres años, como una salida laboral y hace dos comenzó la venta de cerveza al público —mayorista y minorista—, y actualmente realizan recargas de botellones, de barriles y tienen botellas de medio litro a la venta. “Por el momento no es redituable”, afirmó Bastard. Aseguró que en el último tiempo hubo un aumento considerable de los costos y muchos insumos se pagan en dólares. La marca produce unos 10 mil litros por mes, en dos variedades, Porter y Pilsen.
Cardiff se comercializa en algunas cadenas de supermercados y mayoristas de Coronel Pringles y la región; y Bastard espera que se transforme nuevamente en un boom comercial.
“Hubo un boom, pero la situación económica actual frenó el consumo. Esperamos que no sea una moda, sino que llegue para quedarse y que este año sea mejor que el que pasó”, cerró.
Puan: buena respuesta
En Puan, Matías de San José, dueño de la cervecería artesanal Sinbeergüenza, comenzó con la fabricación del producto en 2014 con una pequeña producción de 20 litros, que cocinaba los fines de semana. Luego se reunió con dos amigos y amplió la producción.
“Vimos, más que nada, que el mercado era creciente y que los pocos litros que hacíamos no eran suficientes, ni siquiera para abastecer a nuestro círculo de amigos", dijo.
Con respecto si es redituable, Matías mencionó que si bien no deja de tener el ca-
La percepción es que se trata de un mercado creciente. La mayoría apuesta a invertir en equipos, con el fin de aumentar la producción. En nuestra zona la mayoría empezó a producir de forma experimental para consumo propio, y con amigos, y reaccionó ante la demanda.
rácter de un hobby, al aumentar el volumen de producción y la calidad hoy se les ha transformado en un negocio.
"Producimos unos cuatro mil litros mensuales y lo distribuimos en tandas de 200 litros”, dijo.
“Tengo una cervecería acá (por Puan), que es el único punto de venta. Creo que es un mercado en constante crecimiento”, destacó.
Consideró que a Puan le costó un poco más que se instalara este tipo de cerveza, pero hoy es mucha gente la que la elige por sobre la industrial, porque no tiene conservantes y por la posibilidad de encontrar distintos sabores y estilos.
Hace tres años, junto a sus amigos, vendía cerveza en barriles, hasta que percibió que había mercado para tener su propia cervecería, donde vende su producto y el de otras marcas que durante años le enseñaron el oficio.
“La respuesta de la gente es extraordinaria. Nunca nos alcanza la cantidad de litros que fabricamos y vendemos embotelladas y para tomar en el local", expresó Matías.
Agregó que para hacer la cerveza utilizan insumos importados, por lo que la suba del dólar los afectó notoriamente.
“Si bien hay productos nacionales, no todos los insumos para la producción se realizan en la Argentina. Necesariamente algunos se terminan comprando en el exterior. Esto nos ha disparado el costo de producción. Ha sido una lucha para todos los productores de cerveza tratar de encontrar un equilibrio entre los costos de los equipos e insumos y el precio de venta", concluyó.
Epecuén tiene Amores
Hace tres años, Javier Besagonill, junto a dos amigos, comenzó a producir la cerveza artesanal Amores en Epecuén, Adolfo Alsina. “Comenzamos a manera de hobby y, con el conocimiento que ya tenía uno de los socios de cuando cursaba la carrera de agronomía en la facultad, compramos un equipo y empezamos a fabricar para hacer botellitas destinadas al turismo", contó.
El paso siguiente fue el registro de la marca y empezar a invertir en la producción.
“Por suerte tuvo una buena llegada, le gustó a la gente y empezamos a crecer”, contó.
"Hace un año compramos barriles y se nos abrió otro panorama, ya que nos empezaron a llamar para cumpleaños y fiestas regionales", comentó.
A partir de entonces, el grupo conformó una barra con tres choperas y tres canillas para servir. “Como vimos que la cocción nos demandaba mucho trabajo, hace un mes invertimos en la compra de un equipo grande de acero inoxidable para producir más litros”, indicó.
“Tratamos que la temática sea de Carhué y de Epecuén,
Los productores artesanales coincidieron en que la suba del dólar los afectó, ya que la mayoría de los equipos se compran en el exterior.
siempre tratando de relacionar la cerveza con el pueblo", expresó.
Los tres socios que fabrican son profesionales: Mauricio Nasello es oftalmólogo; Diego Rodríguez, ingeniero agrónomo, y Javier Besagonill, odontólogo. “En nuestro caso, todavía sigue siendo un hobby; hasta ahora nunca sacamos dinero. Sí hemos reinvertido comprando más barriles, y nuevos equipos", contó.
Aseguró que los insumos se han encarecido mucho y la mayoría de las veces deben poner plata de su bolsillo. Sin embargo apuestan al futuro.
“Vemos que puede llegar a tener una rentabilidad pero a largo plazo, hasta que se instale y podamos equiparnos bien", destacó.
Antes de comprar el último equipo elaboraban 320 litros al mes. En la actualidad, llegan a 920 litros, aproximadamente.
La distribución la hacen en tres negocios de Carhué, y también atienden la demanda de los turistas de los hoteles locales y un proveen a un bar.
En Carhué hay tres marcas distintas de cerveza artesanal.