La Nueva Domingo

Por su enorme fe, Melanie le ganó la batalla al cáncer

Hoy, luego de 8 meses de pelear con la enfermedad, no hay rastros en el cuerpo de Meli Cornejo. Quién es San Peregrino Laziosi y cómo ayudó a esta familia bahiense a seguir adelante para enfrentar el difícil momento.

- Laura Gregoriett­i lgregoriet­ti@lanueva.com

A principios de abril del año pasado el diagnóstic­o los tomó por sorpresa. La ropa quedó tendida en el patio de los Cornejo-Foresi y la familia entera se mudó a Buenos Aires sin saber cuándo volverían.

Nadie se imaginaba que los dolores en la pierna de Melanie no eran porque “estaba creciendo” sino por un raro y agresivo sarcoma que le estaba afectando el fémur hasta su rodilla y que hacían dudar hasta al más experiment­ado oncólogo sobre cómo terminaría esta historia.

“Es verdad que la fe mueve montañas, pero cuando te dicen algo así, se te viene el mundo abajo. Nos instalamos en Buenos Aires para internar a Meli en el Hospital Italiano sabiendo poco y nada de todo ese mundo de médicos, papeles y sufrimient­o donde encima, no conocés a nadie”, recuerda Carina Foresi, la mamá de Melanie.

Los ojos verdes claros -clarísimos- de Carina se llenan de lágrimas recordando todos los sufrimient­os y dolo- res por los que tuvo que pasar su hija.

“Pasamos de sentirnos muy solos a conocer a gente maravillos­a que no tengo dudas que Dios puso en nuestro camino. Fue allí que una señora nos habló de San Peregrino Laziosi, el patrono de los Enfermos de Cáncer, cuya imagen se encuentra entronizad­a en la capilla María Madre de la Iglesia. Ella nos contó que se curó de cáncer de mama y prometió dar a conocer al Santo y llevarlo hasta la gente que necesitara de sus milagros”, destaca.

La historia del santo italiano cuenta que rezó durante horas la noche previa a la cirugía donde le extirparía­n su pie por un agresivo tumor y que milagrosam­ente, se curó. Al día de hoy su cuerpo permanece incorrupto y emana un óleo que se utiliza en los enfermos.

“Conocimos ese óleo, participam­os de las misas en Buenos Aires y nos encontramo­s con un mundo de fe maravillos­o, con una comunidad entera que no dejaba de rezar por Meli, con gente angustiada que entregaba su desesperac­ión al Santo... Y prometimos lo mismo, que traeríamos su imagen y óleo a Bahía Blanca para ayudar a los enfermos que necesitara­n aferrarse a la fe para seguir adelante”.

Carina no sabe si el milagro de sanar se dará en todos. Pero cree que frente a un diagnóstic­o tan devastador apoyarse en la fe es lo único que te hace levantare cada día.

“Yo no podía dormir, sólo conciliaba el sueño después de rezar un Rosario. Sin dudas todo esto es una prueba de fe enorme, sin saber que hay un Dios que te sostiene resulta imposible sobrevivir a esto. En medio de la desesperac­ión creemos que estamos solos y que somos los únicos que estamos sufriendo cuando en realidad allá tuvimos la oportunida­d de conocer a muchas familias y no todas pudieron vivir un final feliz”, recuerda.

“Pasamos de sentirnos solos a conocer a gente maravillos­a que no tengo dudas que Dios puso en nuestro camino”.

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 ?? FOTOS: PABLO PRESTI-LA NUEVA. ?? De izquierda a derecha, Florencia Grosso y su hija Sofía Albizu, Carina, Melanie y papá Juan Manuel Cornejo.
FOTOS: PABLO PRESTI-LA NUEVA. De izquierda a derecha, Florencia Grosso y su hija Sofía Albizu, Carina, Melanie y papá Juan Manuel Cornejo.

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