Una comunidad que nunca los abandonó
“Saber que hay personas que se hacen presentes a través de la oración como lo hicieron desde la comunidad entera de San Roque, es lo que hace que sientas un apoyo y contención tan grandes que puedas seguir peleándola”.
Florencia Grosso y su hija Sofía Albizu, ahijada de Confirmación de Meli, fueron las encargadas de llevar adelante los rezos de cada día por ella. Incluso la pequeña Sofía se puso al frente de las oraciones en las misas.
“Fueron días difíciles -recuerda Carina, mientras mira con amor a su hija- en los que las oncólogas no sabían cómo iba a reaccionar el cuerpo de Meli a las quimios por el sarcoma tan agresivo y poco común que estaba afectando a su fémur. Lamentablemente cuando a uno le toca vivir estas cosas es que aprende a no preocuparse por pavadas”.
Ampollas en la boca que le impedirían comer, entre otros tantos efectos secundarios que le mencionaron los médicos, nunca le afectaron. Y ni los vómitos ni la caída de su hermosa cabellera impidieron que Meli dejara de sonreír, algo que siempre sorprendía a los médicos.
“Ella agarraba su ukelele y le cantaba a su compañerito de habitación cuando el chiquito se ponía triste”, dice Carina.
Quien se hizo presente en dos oportunidades para visitar a su “monaguilla” fue el padre Mauro, de la parroquia San Roque.
“Nunca se separó de ella, no logramos ni siquiera que bajara a comer”, recuerda Carina, emocionada con las actitudes del curita brasileño que contagia buena energía.
Durante cinco años Melanie deberá presentarse para los controles de su enfermedad que hoy, aparece en re- misión.
“Hoy sigue haciendo kinesiología porque el médico de Buenos Aires apunta a que Meli pueda usar tacos en un futuro y hasta ir a bailar. Se- guiremos con una espada clavada por un tiempo más, pero siempre con la fe de que Meli pudo ganar esta batalla y que esta enfermedad no volverá”.