Es no vidente y prepara los platos en Monte Hermoso
Por una meningitis, Yohana Funari perdió la vista a los 19 años. El empleo le permite solventar los estudios universitarios de Comunicadora Social. Es la segunda temporada que trabaja en la cocina de Nonino Restaurante.
Todas las ensaladas que la gente disfruta en Nonino Restaurante, en Monte Hermoso, pasan por las manos de Yohana Funari, a quien su falta de visión no le impide estar a la par de cualquier otro compañero en la cocina.
Con más de 12 años de experiencia en el rubro, limpia las verduras bajo el agua hasta dejarlas impecables, las escurre, rebana prolijamente, pica, corta, pela y prepara en forma de guarniciones.
Viene de familia: su mamá, también cocinera, le enseñó los gajes del oficio. Yohana la ayudaba a cocinar desde los 13 años.
Hoy, a los 25, todo lo aprendido rindió frutos y le permitió no solo tener un presente laboral activo, sino sentar las bases de su futuro, ya que gracias a este empleo pudo empezar una carrera universitaria.
“Me siento muy cómoda en la cocina. En mi casa también lo hago. Es algo que se me da fácil”, contó.
Como perdió la visión hace apenas 6 años, su memoria está fresca y le brinda un mayor sentido de la orientación y le permite tener un vasto manejo de las herramientas culinarias.
En su segunda temporada en Nonino Restaurante, asegura que se siente muy a gusto con sus compañeros de trabajo.
Yohana es estudiante de Comunicación Social en la UNISAL de Bahía Blanca.
“Necesitaba dinero para empezar la carrera y este trabajo fue un regalito de Dios”, expresó.
El puente fue un familiar, un tío, que conocía al dueño del restaurante y la recomendó.
“Me ofrecieron ver qué pa- saba conmigo en la cocina y dije que sí. Me gusta trabajar y soy responsable, así que encaré”, comentó Yohana.
En la cocina se encarga — entre otras tareas— de la producción de verduras y ensaladas y colabora en la preparación de woks —vegetales salteados— y en la elaboración del relleno para las pastas y del puré.
“Yo veo con las manos. Para mí fue un desafío y creo que lo superé”, opinó.
“Tenía muchos nervios de no hacer las cosas bien, pero la cocina es una familia. Todos me ayudan y son muy buenos compañeros, al igual que el grupo del año pasado”, añadió.
Si bien en la cocina se maneja sola de una punta a la otra, agradece la buena voluntad de sus compañeros de trabajo quienes colaboran para que su limitación no sea un obstáculo.
“Ellos me ayudan a guiarme por los sonidos. Por ejemplo, a veces tengo que servir una guarnición y ellos me indican donde está el plato a través del sonido y enseguida me ubico muy bien”, dijo.
Por su parte, el dueño de esta empresa gastronómica que lleva cuatro años en el balneario, Eldo Brossi, alias El Vasco, aseguró que siempre actúa en favor de la inclusión y que tiene familiares con discapacidad insertas en el mercado laboral.
“Cuando me dijeron de Yohana, hablé con el equipo. Les dije que tendrían una compañera nueva, a quien debían tenerle toda la paciencia del mundo hasta que ella se sintiera bien en la cocina. Les indiqué, por ejemplo, que no tocaran sus co- sas, para que ella pudiera manejarse. Pero nada de esto fue necesario”, manifestó.
“A los pocos días Yohana estaba cocinando. Y digo cocinando, porque lo único que le falta es manejar los fuegos. Me sorprendió gratamente. A la semana, estaba desenvolviéndose como una persona con todas sus capacidades y con todos los sentidos”, evaluó Brossi.
Aseguró que tanto él, como el equipo, sienten una gran admiración por Yohana.
“Fue una revelación y es un placer verla todos los días, disfrutarla y conocer sus progresos. Estamos muy contentos. Está a la par de cualquiera de los otros empleados de la cocina”, dijo.
Un dato: del grupo de empleados que trabajó en la cocina de Nonino el verano pasado, solo quedaron dos: Yohana fue uno de ellos, lo que habla de su valor y efectividad como empleada.