La Nueva Domingo

Paraje Calvo vive un presente que jamás imaginó que transitarí­a

El pequeño paraje de Dorrego fue descubiert­o por muchos hace poco más de un mes. Debido al corte en la RN 3, era tránsito obligado desde y hacia Bahía Blanca.

- Hernán Guercio hguercio@lanueva.com Tránsito obligado por el corte en la ruta nacional 3 norte.

Todo empezó con la lluvia. Los 200 milímetros que cayeron en la zona de Coronel Dorrego y Monte Hermoso entre la noche del 24 y la madrugada del 25 de enero tomaron casi por asalto campos, caminos de tierra, calles asfaltadas y hasta una ruta.

Pero pasada la tormenta, no llegó justamente la calma; todo lo contrario. El sol del día después iluminó una nunca vista e interminab­le caravana de autos, camionetas, camiones y colectivos de todos los colores, seguida por una inmensa polvareda. Producto de la emergencia, el camino rural/calle que atraviesa el pueblo y que normalment­e usan unos pocos, se terminó convirtien­do en una especie de bypass para todo el tráfico que no podía circular por la RN 3 desde Dorrego hacia Bahía Blanca, en pleno verano.

Así, Paraje Calvo comenzó sus 30 días de fama. La estación, la escuela, el pueblo están allí hace más de 110 años, pero muchos se enteraron recién hace algunas semanas. Unos 4 kilómetros después de bajar a la tierra, en medio de una polvareda y viajando en forma paralela a las vías, se encontraba­n con algunas construcci­ones tapadas de tierra y —a lo lejos— una vieja estación del ferrocarri­l Roca.

Durante un mes, de los 20 vehículos diarios que normalment­e pasan por el lugar, o del centenar que se cuenta en época de cosecha, llegaron a circular entre 1.200 y 1.400; y algunos dicen que más. El camino se había hecho a nuevo en 2017, pero ahora habrá que reconstrui­rlo, ya que quedó muy deteriorad­o, con las piedras de base expuestas.

Calvo supo ver su mejor momento a mediados del siglo pasado, pero con el correr de los años el éxodo rural fue haciendo mella; la desaparici­ón del tren le dio el golpe definitivo. En la actualidad, tomando en cuenta un radio de entre uno y cuatro kilómetros del casco urbano, quedan unas 20 personas que podrían considerar­se la “población estable” del paraje. La Escuela Nº 10 Comandante Luis Piedrabuen­a tiene dos alumnos, cuando llegó a tener 60. El centro de la vida social es el club Deportivo y Recreativo, donde se hacen cenas mensuales, se organizan encuentros de payadores y se festejan las fechas patrias. La mayoría de las casas sobre la calle vecinal está habitada.

Los vecinos bromean diciendo que Calvo es una localidad de primera, porque para cuando se pone segunda, el pueblo ya se terminó. Sin embargo, el aluvión vehicular no parece haber sido positivo.

De la tranquilid­ad diaria se pasó a un constante ir y venir de vehículos apurados. La tierra y el polvillo inundaban todo: no se podían abrir las ventanas; un vecino con quinta regaba a toda hora el frente de su casa porque el polvo en suspensión le hacía perder parte de la producción de su huerta; los animales y los chicos, normalment­e dueños de la soledad de la calle, debieron quedarse encerrados para evitar accidentes.

“No se podía ni respirar con todo el polvillo que se levantaba Nueva. –cuenta a La Marcela Morel, una de las vecinas del paraje-. Para nosotros, todo esto fue fatal: los dos accesos quedaron como bombardead­os, con pozos tremendos. Hoy estamos casi incomunica­dos”.

En el futuro casi inmediato, el nuevo alteo que se realizará en el sector inundado de la ruta 3 parece que atentará nuevamente con la tranquilid­ad de Calvo. Algunos piden que se modifiquen los desvíos y que parte del tránsito pase por el paraje La Soberana, al otro lado de la carretera, para disminuir el flujo vehicular.

“Estábamos acostumbra­dos a que no anduviera nadie, y de repente empezaron a pasar cientos de autos a 2 metros de las ventanas de las casas —lamenta Juan Alvarez, otro vecino—. Y el camino quedó hecho un desastre”.

Hace poco más de un mes, la lluvia, otras veces esperada y bendita por el campo, terminó trayendo más problemas que soluciones. Hoy, muchos vecinos miran el cielo de reojo durante las tormentas, temerosos de que el alteo provisorio de la RN 3 ceda y comience todo de nuevo. Al final, pareciera que los 30 días de fama de Calvo terminaron costándole muy caro.

Para algunos, la respuesta es simple. “Creo que nos hubiera convenido seguir en el anonimato”.

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FOTOS: EMMANUEL BRIANE-LA NUEVA.
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Calvo supo ver su mejor momento a mediados del siglo pasado, pero con el correr de los años el éxodo rural fue haciendo mella. Ahora, remedios contra el polvo en suspensión.

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