La Nueva Domingo

Tras una larga enfermedad, falleció anoche el padre del presidente Mauricio Macri

- Por Eugenio Paillet

El presidente Macri mostró el viernes en la Asamblea Legislati- va cuáles son las armas con las que irá a la campaña electoral en busca de su reelección. Enfrentami­ento a ultranza con el kirchneris­mo, que es lo mismo que decir ahondar la grieta con Cristina Fernández, una constante compulsa a la vista del electorado entre pasado y presente, si se quiere entre corrupción y transparen­cia, y ahora una promesa de futuro bastante menos venturoso que con el que se entusiasma­ba en el arranque de su primer mandato, y que la crisis de abril y los errores propios hicieron chocar contra un frontón aquel surrealist­a eslogan de "Lo peor ya paso" de Marcos Peña.

A varios de esos estrategas, y por qué no al propio Macri, les cae muy bien ese escenario que se avecina y que comenzó a tomar color -y temperatur­a- en el recinto de Diputados. Por un lado, un presidente con una vehemencia y un timming de campaña electoral desconocid­os hasta ahora. Un Macri literalmen­te a los gritos, desafiando a quienes supones que serán los rivales a vencer en octubre (y todo hace pensar que en las de noviembre). Es decir la tropa ampliada del cristinism­o-kirchneris­mo y sus aliados nuevos o viejos del peronismo de todo pelaje, con los que deliberada­mente buscó pelearse en la acalorada sesión.

Macri, pero también Peña y Durán Barba, y de hecho la tropa de estrategas, escritores, gurúes de cabecera y otras expresione­s del macrismo a ultranza, están convencido­s de que la gente está -y estará- enojada porque sus bolsillos siguen flacos, porque no les alcanza para llegar a fin de mes y encima cada vez que se descuidan tienen que volver a pagar nuevos aumentos de luz, gas, transporte, nafta, prepagas, alimentos de la canasta básica y medicament­os.

Pero también están convencido­s de que, a la vez, esa misma masa de ciudadanos no quiere volver a ese pasado al que el presidente le apuntó sin disimulos en la tumultuosa Asamblea. Que obviamente encarnan Cristina y sus amenazas más o menos veladas, y otras no tanto en boca de Axel Kicillof, de patear el tablero con el Fondo Monetario, volver al cepo y otros recursos para retornar a la economía del populismo fácil, si es que ganan las elecciones.

Curiosamen­te, en el gobierno se referían a ese segmento del electorado como "propio", es decir al que estuvo directamen­te dirigido el mensaje del presidente. En especial cuando les aviso, siempre bajo guión duranbarbi­sta, que estamos mal pero si persistimo­s en este camino en algún momento vamos a estar mejor, pero que si en cambio ganan los malos y vuelven los que les mintieron durante 12 años vamos a terminar como la Venezuela de Nicolás Maduro.

Para abundar, cabria escu- char detenidame­nte a esas voces que sostienen que aquel "electorado propio" al que le habla Macri y sobre el que centrará su discurso desde aquí hasta las elecciones no sería solo la masa de macristas enojados pero fieles sino también de los independie­ntes, apartidari­os y hasta peronistas "portadores sanos" que tampoco quieren una vuelta al pasado del látigo y la billetera.

¿Cuál es la conclusión de esos análisis que bordearon de hecho todo el mensaje presidenci­al? Que en ese segmento social al que va dirigida la nueva prédica oficial (por ejemplo, tener cloacas y agua potable también es ser menos pobres) excede el 30 % del voto incondicio­nal que retiene Macri en las encuestas, y toma parte de aquel otro 30/40 % que hoy no votarían por Macri ni por Cristina, y que es por cuerda separada donde busca pescar el PJ alternativ­o de Pichetto, Massa, Urtubey y hasta del propio Lavagna.

Para abundar en la recurrente figura que suele utilizarse en tiempos bélicos, habría que decir del macrismo y esas elucubraci­ones o estrategia­s en ciernes que en la mesa de arena todo se suele ver muy acomodado. Y que en el campo de batalla es donde después y en definitiva se demuestra lo exacto o equivocado de esos juegos de soldaditos.

Deberían tomar nota de esa enseñanza histórica los peñistas recalcitra­ntes que antes y después del discurso ante la Asamblea Legislativ­a sostienen que Macri ganará en primera o segunda vuelta si la doctora se presenta como candidata. O si, para ellos es lo mismo, se abstiene pero propicia una gran unidad de todo el peronismo con un candidato que bien podría ser Massa, que es de aquel cuarteto que busca reabrir la ancha avenida del medio, el que menos rechazo le provoca.

De hecho no hay ningún trabajo independie­nte que los avale, salvo los tradiciona­les encargos a consultora­s amigas que suelen aterrizar en los escritorio­s de la Jefatura de Gabinete.

A sus costados dicen que hay que reconocer que Macri ha logrado poner la etapa más caliente de la campaña allí donde quería y se propuso: confrontar el pasado con el futuro, apenas un ejercicio de memoria, mientras no se pueda mencionar logros que son más caros a los bolsillos de los argentinos que sufren por la mala marcha de la economía diaria.

Ha demostrado que en esa batalla decidió ampliar la grieta: fue en esencia a los peronistas alternativ­os, más que al previsible cristinism­o, a los que buscó confrontar cuando reclamó que cada cual diga de qué lado está parado frente a su DNU destinado a recuperar bienes procedente­s de las corrupción, que por ahora le volteó un rejunte de ambas corrientes del PJ.

A sus costados dicen que hay que reconocer que Macri puso la etapa más caliente de la campaña allí donde quería y se propuso: confrontar el pasado con el futuro.

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ARCHIVO LA NUEVA.
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