Nicolás Covatti analizó lo que pasó en el Internacional de Speedway y su futuro.
Nueva.” Nicolás Covatti pasó por la redacción de “La y habló de todo tras arrasar con el Campeonato Internacional de Speedway, concluido hace una semana. El pringlense ya piensa en su temporada europea 2019.
“Por cómo surgió, tan rápido y sin organización, las expectativas no eran buenas. Por lo visto me equivoqué. El grupo que me acompañó trabajó mejor que yo”.
La simpleza hace la grandeza. Y puede que también sea el punto de partida para alcanzar el éxito, tanto el deportivo como, especialmente, el personal.
El paso de los años, la acumulación de experiencia y la jerarquía ganada en el viejo continente, no alteró en lo más mínimo esa sencillez que, desde el momento en que irrumpió en la actividad, caracterizó a Nicolás Covatti.
No se podía esperar otra cosa del pringlense, la gran figura del Campeonato Internacional de Speedway 2018/19, que hace siete días lo coronó por quinta ocasión en suelo bahiense.
Con ustedes, un auténtico Nicolás Covatti: sin cassette ni pelos en la lengua, y con el suficiente tiempo para responder a cada una de las preguntas.
“Las expectativas no eran buenas, por cómo surgió todo, tan rápido y sin organización, y de la manera que lo íbamos a hacer, con una moto que no conocía y que se iba a atender en Carlos Casares. Siempre trabajé con mis motos, atendiéndolas en Pringles y haciéndome cargo de todo. Me asustaba el no saber cómo iba a salir”, rompió el hielo Nico.
“Por lo visto --agregó--, me equivoqué. Resultó todo lo contrario a lo que imaginaba. El grupo que me acompañó, trabajó igual o mejor que yo, y con un entusiasmo que hacía tiempo no veía. Terminaba la final, se iban hasta Casares, llegaban a las 5, se bañaban, se iban a trabajar y al mediodía la moto ya estaba lista. Eso fue impagable”.
—¿Extrañaste la vieja usanza?
—No. De hecho, encararlo así, me venía bien. Uno de los motivos por los que no iba a correr era ese; el traer todos los elementos implicaba un montón de problemas para hacerlos llegar, y otro tema era que yo venía de vacaciones con mi pareja y mi nena, con la idea de disfrutar unos días en familia. Tener que correr implicaba una responsabilidad, siempre con los viajes, la carrera y la atención de la moto, que te lleva un montón de días en la semana. Eso me iba a quitar un montón de tiempo para estar con la familia.
—¿Qué te pareció el campeonato?
—Lo que se presentaba en la previa, era todo bastante apagado y triste. No hubo un invernal largo y muchos chicos se bajaron de la actividad, como Jona (Iturre) y Seba (Clemente). Pero los jóvenes y nuevos pilotos, a los que mucho no los había visto, mostraron un nivel muy bueno. Teniendo en cuenta que no estaban entrenados, me sorprendieron fecha a fecha; especialmente los más jóvenes, que agarraron mucha confianza con el correr de las carreras. Y ni hablar la respuesta de la gente, que, estando todo tan apagado, acompañó.
“Más allá de todas las contras, y que mucha gente no confiaba en lo que podía salir casi sin pilotos extranjeros, el campeonato fue muy bueno. Hay que pensar rápidamente en lo que viene”, enfatizó.
—En lo personal, ¿cuánto te sirvió correr?
—Fui de menor a mayor, probando la moto que no la conocía. A la segunda fecha empecé a notarme mejor físicamente, y en las últimas dos o tres, ni hablar; me sentía pleno. Muchos me preguntaban, “¿por qué arriesgar tanto si estás una recta adelante?”. Para mí era un entrenamiento y lo necesitaba hacer al 100%, porque cuando corro en Europa no pudo ir a un 50%. Tenía que probar mi límite, haciendo de cuenta que corría en la Liga Británica o en una clasificación al Grand Prix.
“Por ahí la gente eso no lo podía entender. Mi visión era otra, terminar pleno y encarar lo que viene de la mejor forma”, cerró.