La Nueva Domingo

Aplausos. Oscar Martínez analiza “La misma sangre”, su flamante película.

El talentoso actor de cine, televisión y teatro protagoniz­a “La misma sangre”, de Miguel Cohan, que vuelve a compartir con Dolores Fonzi.

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Desde hace casi medio siglo, cuando rondaba los veinte años, Oscar Martínez viene dando muestras de su talento profesiona­l sea en cine, teatro y televisión, y este año es una prueba de que desde 2014 vive y disfruta un afortunado reencuentr­o con la producción para la pantalla grande.

Para él no existen personajes grandes o más pequeños sino desafíos en los que encontrar esos mínimos gestos que lo digan todo, que valgan más que mil palabras, un don que le permitió, hace muchos años -en teatroser Mozart y más recienteme­nte el envidioso Salieri en "Amadeus", de Peter Shaffer.

"Me gustan personajes de todo tipo y género. Me gusta la diversidad, me gusta la variedad de los personajes. Hay quienes a los que no les pasa lo mismo, que se imponen con su imagen, con un espectro más pequeño. La gente los va a ver porque tienen un gran magnetismo. A mí me gusta más otro tipo de trabajo, no porque desmerezca eso, sino porque me gusta hacer personajes diferentes, sorprender­me y sorprender. Este año hice otras cuatro películas, con cuatro personajes completame­nte distintos", aclaró Martínez. —¿Cuáles son?

—Ahora en marzo se estrena la película española que dirigió Santi Amodeo, "Yo, mi mujer y mi mujer muerta", después viene "El cuento de las comadrejas", de Juan José Campanella y para septiembre tengo una película totalmente española qué se llama "Vivir dos veces", de la catalana María Ripoll, con Inma Cuesta, y también la boliviana "Tu me manques", de Rodrigo Bellott, rodada en Nueva York.

—Un presente con mucho cine... ¿Y teatro?

—Por ahora lo veo difícil porque estoy muy abocado al cine, si bien este año todavía no tengo ningún proyecto en concreto, más que la promoción de esas cuatro películas y de otra que hice en Nueva York. Cuando lo hacía cada seis o siete años no encontraba el placer de hacerlo. Es tan diferente de hacer teatro, incluso de la televisión, que me resultaba complicado.

"La misma sangre"

Oscar Martínez protagoniz­a "La misma sangre", de Miguel Cohan, que vuelve a compartir con Dolores Fonzi y se estrenó esta semana en los cines del país.

En los últimos cinco años, Martínez se declara "enamorado de ese minimalism­o que tiene el cine" luego de haber sido figura central de trece largometra­jes, entre ellos cinco de ellos por estrenarse y tres rodados en el exterior, un momento clave en su carrera que empezó a principios de la década del 70, cuando brilló en "La tregua".

En "La misma sangre", Martínez interpreta a un padre sexagenari­o, que carga en su mochila un mandato familiar, en crisis matrimonia­l y con serios problemas económicos con su campo y tambo, que de la noche a la mañana se convierte en blanco de las dudas de su yerno y de su hija.

—¿Es muy difícil componer a un personaje con muchas aristas?

—A pesar de los hechos no es un villano y creo que eso queda claro: es un hombre superado por las circunstan­cias. Lo más terrible es que podríamos decir que es un hombre al que la vida le ocurrió, que no tuvo nunca recursos para cambiar su destino. Cuando empieza la película ya está en un cuello de botella. No hay un rubro de su vida que no sea un desastre, por desidia también, pero por el mandato de un padre siniestro, qué tiene que ver con la muerte de su hermano, un tema que no pudo resolver nunca.

—¿Es una película que se maneja mucho con los detalles?

—Yo diría que con las sutilezas que construyen el relato, algo que hay que agradecerl­e a Miguel. Por ejemplo la repetición de las situacione­s desde distintos puntos de vista. Ahí quedan de manifiesto las sutilezas que son las que determinan los ángulos de la mirada de lo que estaba ocurriendo. Y eso Miguel lo tenía muy claro y creo que se nota.

El riesgo y el tiempo

—¿Qué fue lo que pasó desde que comenzaste a hacer cine, en los '70, hasta ahora?

—Hacer cine era más riesgoso desde el punto de vista técnico y en consecuenc­ia más riesgoso.

—¿El papel de Jaime, quien se confesaba gay a su padre, fue clave...

—Hasta entonces la homosexual­idad se tomaba sólo de manera satírica, una caricatura o una burla. "La tregua" fue la primera película en la que ese tema se tomó con actitud y con respeto.

Martínez dijo que “De ‘Relatos salvajes’ para acá que hice un montón de películas y le empecé a encontrar el gusto nuevamente a trabajar en la industria del cine”.

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