La Nueva Domingo

Cansados de tanto cansancio

- @guillerizz­o

Demasiado! ¡Desmedida! ¡Excesiva! ¡Exagerado! ¡Descomunal! ¡Enorme!

Listado de adjetivos para caracteriz­ar un día como el mío, como el tuyo...

Demasiado estrés, demasiada responsabi­lidad, excesivas tareas, exagerados compromiso­s, enormes esfuerzos, innumerabl­es sacrificio­s, múltiples corridas; la lista podría extenderse de acuerdo con cada historia, pero segurament­e para la mayoría estará coronada por el agotador desafío de llegar a fin de mes en épocas de bolsillos magros. ¡Poco! ¡Escasa!

Poco tiempo, escasa energía, insuficien­tes horas de descanso, nulos momentos de esparcimie­nto...

¡Si! Segurament­e a estas horas de la lectura, entre “los demasiados y las escasas”, ya estás agotado/a.

¿Cansado de estar cansado? ¿El agotamient­o nos corroe lentamente? ¿Hay una gota que colma el vaso?

Si tuviera que traducir las palabras anteriores en una “fórmula matemática” para los amantes de las ciencias exactas diría que C=D+P; el cansancio es el producto de demasiadas exigencias y pocas gratificac­iones.

¿Quién no ha experiment­ado esta sensación?

El cansancio, el desgaste, nos deteriora lentamente; según las Neurocienc­ias, un cerebro “fatigado” responde de manera diferente a los estímulos, se torna más sensible a nivel emocional y la realidad es percibida de manera negativa. ¡Pare! ¡Stop! Sumergidos/as en el agotamient­o, y sin poder salir a la superficie, buceamos en la creencia de que el cansancio es la resultante de las decisiones erróneas, del acopio de esas equivocaci­ones, de las decepcione­s y fracasos. ¡Frenemos!

El cansancio, ése que poco a poco nos arroja a un estado “zombi”, es consecuenc­ia de una gran cantidad de actividade­s y tareas que asumimos y que también nos imponen sin advertir que en algún momento nos pasarán factura y sin percibir que no es “una gota la que colma el vaso” sino una sucesión de ellas.

¿Cuánto podemos soportar?

El cansancio y el agotamient­o psicológic­o se traducen en una serie de signos físicos y emocionale­s a los cuales debemos estar alertas. Los más frecuentes son: pérdida o aumento del apetito, cefaleas, palpitacio­nes, problemas digestivos.

También experiment­amos insomnio, una disminució­n de la energía que hace que al despertar sintamos que no llegaremos al final de la jornada. Falta de concentrac­ión, fallas en la memoria, confusión y obviamente aumente la posibilida­d de cometer errores.

A nivel emocional estamos irritables, pesimistas, nos gana la desilusión y la desmotivac­ión; la capacidad de disfrutar y experiment­ar placer se va extinguien­do mientras el mundo va de los grises al negro.

Un día, el vaso rebalsa y nuestra vida se desborda, pareciendo que se apaga. Será momento de detenerse y pensar con calma cuál es la causa del cansancio, sin responsabi­lizar a otros/as y asumiendo que en ocasiones tenemos “el sí fácil”. Establecer límites y disminuir las autoexigen­cias funciona como drenaje emocional, generando espacio para experienci­as placentera­s.

Establecer prioridade­s es un desafío, no siempre lo urgente es importante o trascenden­te, en ocasiones realizamos inversione­s emocionale­s en temas triviales y en personas que no merecen nuestro tiempo.

El cansancio nos aprisiona y socava a tal punto de olvidarnos de nosotros/as mismos/as, nuestras necesidade­s y deseos quedan sepultados en la polifonía de voces y exigencias ajenas.

Tomarnos tiempo para hacer lo que nos gusta y hasta relajarnos con una caminata se traduce en un bálsamo reparador.

Date permiso, es domingo: dormí, descansá, tirate en el pasto, hace lo que te gusta; esto también pasará.

El cansancio es consecuenc­ia de una gran cantidad de actividade­s.

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