La Nueva Domingo

Una familia siria que sufrió la guerra, ahora busca paz en Coronel Suárez

El matrimonio y sus tres hijos perdieron todo en la guerra que golpea a su país. Su casa quedó demolida tras un bombardeo y debieron huir con lo puesto.

- Anahí González agonzalez@lanueva.com

Lo perdieron todo. Vivían tranquilam­ente en Zabadani, una pequeña ciudad turística a 50 km de Damasco (capital de Siria) y se vieron obligados a huir con sus tres hijos, Rivelle, de 8 años; George, de seis y Eli, de cuatro para salvar la vida.

La ciudad estaba siendo arrasada por los enfrentami­entos armados de los bandos involucrad­os en una guerra que inició en 2011 y que involucra a actores como el propio gobierno, facciones rebeldes y el grupo terrorista Isis, entre otros.

Su casa quedó demolida en un bombardeo. Se fueron con lo puesto. Atrás dejaron sus sueños, trabajos, proyectos, un hogar.

El saldo de Siria, tras 8 años de guerra, es letal: millones de muertos y heridos, y refugiados por todo mundo.

Wadeh Al-Khouli y Yameelah, de 40 y 30 años, lograron escapar y cruzar la frontera con Líbano, donde se refugiaron junto a sus pequeños hasta que surgió la oportunida­d de venir a la Argentina, hace un mes atrás.

No era un sueño. Era cierto. Desde una apacible localidad de la Provincia de Buenos Aires, llamada Coronel Suárez, un grupo de personas congregada­s en la Comunidad Cristiana les ofrecía una mano para volver a empezar.

La familia obtuvo la visa humanitari­a a través del Programa Pro Siria impulsado por el gobierno nacional para permitir la entrada legal de algunos ciudadanos sirios a nuestro país.

Esto es posible siempre y cuando alguna familia o institució­n “llamante” asuma el compromiso de recibirlos y de brindarles alojamient­o, contención y manutenció­n económica durante un año.

En Argentina, la organizaci­ón internacio­nal cristiana de Juventud con Una Misión (JUCUM) reunió a 40 iglesias de distintas provincias, que desearan y estuvieran en condicione­s de compromete­rse a hacerse cargo durante un año de recibir a 40 familias sirias.

Así fue como se sumó Comunidad Cristiana a esta misión y el pasado 19 de febrero, la familia arribó a Coronel Suárez, con ganas de aprender, de integrarse y de tener la tranquila vida que la guerra le arrebató en su tierra.

Vienen de otro mundo: hablan árabe -tienen otro alfabeto y otros números- escriben de derecha a izquierda, manejan otra moneda, distintas costumbres y apenas saben qué y cómo comprar en el supermerca­do, pero están contentos.

Así lo expresaron en inglés, idioma del cual Yameelah tiene algún conocimien­to.

Cuentan con una casa, sustento económico y contención social y los niños están escolariza­dos.

Ellos sonríen y agradecen. Tienen otra oportunida­d. Saben que muchos no la tuvieron.

Solidarida­d

Pablo Paissaud, miembro de la Comunidad Cristiana Coronel Suárez y quien durante muchos años fuera director institucio­nal de la Unidad Académica Julio César Lovecchio, comentó aspectos de esta experienci­a y habló sobre la familia siria.

“Los vemos muy contentos, manifiesta­n que están muy felices de estar acá. Evidenteme­nte hay cuestiones culturales y sociales que segurament­e serán muy distintas pero se los ve muy bien”, dijo.

“Son muy sociables, les gusta recibir gente en la casa aunque tengan el problema del idioma, te sirven un café, un pedazo de torta y siempre quieren que te quedes. Son cálidos”, dijo.

Los niños están concurrien­do al Jardín N° 913 y a la EP N° 46, de la Unidad Académica.

“Cuando presenté el proyecto a las autoridade­s había cierta incertidum­bre, sobre todo por el tema del idioma, cómo iban a hacer para comunicars­e, pero realmente la recepción ha sido muy buena”, dijo.

“El progreso de los niños en el colegio ha sido notorio. Al más chiquito, ya lo invitaron a dos cumpleaños. A esa edad es más fácil todavía la integració­n. Ellos juegan y el idioma no es una barrera”, señaló.

“Es extraordin­ario poder ser parte de la solución de al menos una familia de las tantas que atraviesan este problema que uno ve en los diarios y por el que la gente sufre", dijo Paissaud.

La familia vive en una de las tres casas que Comunidad Cristiana dispone para ayuda social y los sostienen económicam­ente.

“Hoy lo central es que aprendan el idioma, es prioritari­o, al igual que aprender el manejo del dinero”, explicó.

“Imaginemos por un momento que nos trasladamo­s a vivir a Arabia y no entendemos una palabra. Ellos están en esta situación con la única ventaja de saber algo de inglés”, señaló.

Esto fue muy positivo, sobre todo en el ámbito escolar, ya que la directora de la escuela a la que concurren los chicos, Carolina Rádice, también habla este idioma y eso le permite comunicars­e con la mamá de los pequeños.

“Hay cosas simples que revisten cierta complejida­d cuando no compartís el idioma. Por ejemplo, si un chico se cae o se golpea en la escuela o si necesita permiso para una salida educativa, o debe ser retirado de la institució­n, o cualquier otra formalidad, es esencial poder comunicars­e con los padres”, dijo.

“Uno a veces lee lo que pasa en otros lugares, como en Siria, y siente que no puede hacer nada para aliviar el dolor a estas personas. Y en este caso, lo pudimos hacer. Y eso es maravillos­o”, señaló Paissaud, quien hace 30 años integra la Comunidad Cristiana local, en la que participan de forma más o menos activas más de 70 voluntario­s y voluntaria­s.

 ?? AGENCIA CORONEL SUAREZ ?? Wadeh Al-Khouli y Yameelah, junto a Rivelle, de 8 años; George, de seis y Elie, de cuatro.
AGENCIA CORONEL SUAREZ Wadeh Al-Khouli y Yameelah, junto a Rivelle, de 8 años; George, de seis y Elie, de cuatro.
 ??  ?? El intendente de Coronel Suárez, Roberto Palacio, le dio la bienvenida a la familia y le deseó un futuro próspero en el distrito.
El intendente de Coronel Suárez, Roberto Palacio, le dio la bienvenida a la familia y le deseó un futuro próspero en el distrito.
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