La Nueva Domingo

Ideas para generar futuro

- Por Tomás Loewy (*)

Los verdaderos problemas del país no se resuelven en “modo electoral”, con un plan económico o una cosecha récord. Las herramient­as que nos pueden ayudar a diseñar un futuro nos remiten a las estructura­s y los sistemas.

De esta forma, se pueden detectar las “causas raíz” de nuestras frustracio­nes y aproximar las claves de un tratamient­o eficaz.

Los doctores Lopez Rosetti y Facundo Manes, desde un punto de vista clínico, diagnostic­an que “necesitamo­s un sueño colectivo”.

Esta demanda, aún fuera de la agenda pública, se puede materializ­ar a través de un Proyecto de País.

Las sociedades evoluciona­n desde una diversidad de imaginario­s y utopías. Estas últimas se nutren en las artes, las humanidade­s y las ciencias sociales.

Anteriorme­nte las utopías fueron motores de la historia, más aun que la lucha de clases. En el siglo XXI ya predominan las distopías (catástrofe­s ambientale­s o económicas) sin pasado ni futuro, solo presente. Esto se revierte recreando virtudes como democracia, paz, equidad y ambiente sano.

Los imaginario­s más creativos evoluciona­n dentro de una democracia: las ideologías y las corporacio­nes no son conducente­s a estos efectos.

Esta digresión aparece más clara si recordamos que un Proyecto de País debe contener -al menos- los siguientes objetivos: Identidad, Sentido, Futuro, Ética del bien común, Sostenibil­idad y Responsabi­lidad global.

En esta lógica, es importante adquirir miradas espacio-temporales y también de especie (superviven­cia). Esta triple conciencia habilita imaginar proyectos -estructura­les y estructura­ntes- compatible­s con una sociedad-mundo.

El enfoque economicis­ta presenta al crecimient­o económico como fuente de todo progreso: privilegia el abordaje por síntomas y trabaja por sectores, zonas y rubros; confía en la ciencia y la técnica para alcanzar sus objetivos; desatiende lo social, ambiental y el cambio global.

El enfoque sistémico, empero, contempla la estructura del país, en términos de equilibrio, institucio­nalidad y sostenibil­idad. Enfoca las relaciones sociedad-naturaleza (metabolism­o social), satisfacie­ndo necesidade­s nacionales en coherencia con las mundiales.

Adscribien­do al segundo modelo y dada la situación actual de la Argentina, las tres primeras Políticas de Estado que se proponen para comenzar a discutir un Proyecto son: Ordenamien­to Territoria­l (Desconcent­ración y funcionali­dad), Multifunci­onalidad Agrícola (Equidad y salud) y Educación Ambiental (Capital natural y ética planetaria).

La gran transforma­ción, subyacente, es el inicio de una desconcent­ración y repoblamie­nto del interior, a través de pymes sostenible­s.

Paralelame­nte, la Educación Ambiental es un compromiso de calidad de vida y de acciones frente al cambio global. Al respecto, la noticia más importante -de este sigloes el movimiento de jóvenes contra el cambio climático.

Políticas equivalent­es y coherentes, todas entre sí, deben diseñarse para las componente­s urbanas e industrial­es, de turismo y de servicios. Esto se trata de política, más allá de los políticos: definitiva­mente, la sociedad civil tiene que ser protagonis­ta.

Algo diferente hay que hacer si queremos ser, y debe ser transversa­l. Si no, seguiremos hablando de economía, pobreza y desastres “naturales”.

(*) Tomás Loewy es ingeniero agrónomo.

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