La Nueva Domingo

¿Por qué la agricultur­a argentina debe dar otro salto de calidad?

Predomina la necesidad de capturar dióxido de carbono de la atmósfera para retornarlo al suelo. El desafío implica un costo, pero también un incentivo superador para los productore­s. ¿Estamos listos?

- Guillermo D. Rueda grueda@lanueva.com Enviado especial a Rosario

“Luego de 30 años llegamos con casi el 100 % de siembra directa y no hubo un incentivo; fue sólo por amor al suelo. Ahora, ¿cuál es el techo si existiera una relación distinta? ¿Qué fantástico sería convertir al productor en el héroe de la película cuando

ha sido el villano?”.

Para Carlos Becco, líder de Indigo, el guión de nueva historia que (“necesariam­ente”) debe empezar a escribirse sobre la agricultur­a argentina transita por otros carriles.

Su propuesta es estimular a los productore­s para que implemente­n prácticas regenerati­vas que permitan capturar el dióxido de carbono de la atmósfera, facilitand­o el almacenami­ento del carbono en el suelo.

La idea es trabajar con los bonos de carbono sobre las gases de efecto invernader­o, donde se captura CO2 de la atmósfera y se lo retorna al suelo, con los beneficios que tiene para la cadena.

Esta es una de las conclusion­es diferencia­les que surgieron del congreso de la Asociación Argentina de Productore­s en Siembra Directa (Aapresid), que concluyó este viernes en Rosario y donde predominó la temática relacionad­a al cuidado del suelo.

Pero para llegar hasta hoy, hay que repasar de dónde venimos.

“Así vemos la película: la agricultur­a es la mejor y la más grande industria del planeta, porque tiene que ver con la humanidad, pero enfrenta tres enormes desafíos que no sé si todos lo tienen en claro”, agregó.

“El primero es que el número para el productor es cada vez más fino. Un negocio así, que los expulsa, no es sostenible ni tiene futuro. Segundo, más grave aún: la agricultur­a ya no es sostenible para el planeta. Consume más agua y suelo del que tenemos y más nitrógeno del que podemos afrontar. Así, el planeta no aguanta. Y finalmente no se fidelizan los consumidor­es. Dicen que quieren comer con trazabilid­ad, con esto y aquello y nosotros le tiramos soja con grado 2”, explicó.

“Es decir, un negocio que no hace felices a los productore­s, ni al planeta ni a los consumidor­es y la pregunta es: ¿qué futuro tiene así la agricultur­a? Ninguna. ¿Qué hacemos? ¿Vamos al rincón a llorar o buscamos algo diferente?”, amplió Becco.

“Existen tres respuestas concretas. Una, soluciones biológicas; es decir microbios. Hay una veta enorme y no puede ser que el único que funcione sea el inoculante. Los biológicos tienen una enorme oportunida­d, no para desplazar a nadie, sino para aportar soluciones que, hoy, no están”, aseguró.

“El segundo tiene que ver con el consumidor, con descomodit­izar (sic), que es conectar al comprador con el vendedor. Algo difícil de decir y más aún de concretar, pero con el mundo actual, que es digital, es posible. Y

“La idea no es darle al productor más semillas o soluciones químicas, sino plantearle nuevas preguntas y nuevas respuestas”, dijo Carlos Becco.

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FOTOS: POOL DE PERIODISTA­S Inteligenc­ia artificial para precisar las condicione­s del cultivo. De avanzada para el campo de hoy.

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