¿Por qué la agricultura argentina debe dar otro salto de calidad?
Predomina la necesidad de capturar dióxido de carbono de la atmósfera para retornarlo al suelo. El desafío implica un costo, pero también un incentivo superador para los productores. ¿Estamos listos?
“Luego de 30 años llegamos con casi el 100 % de siembra directa y no hubo un incentivo; fue sólo por amor al suelo. Ahora, ¿cuál es el techo si existiera una relación distinta? ¿Qué fantástico sería convertir al productor en el héroe de la película cuando
ha sido el villano?”.
Para Carlos Becco, líder de Indigo, el guión de nueva historia que (“necesariamente”) debe empezar a escribirse sobre la agricultura argentina transita por otros carriles.
Su propuesta es estimular a los productores para que implementen prácticas regenerativas que permitan capturar el dióxido de carbono de la atmósfera, facilitando el almacenamiento del carbono en el suelo.
La idea es trabajar con los bonos de carbono sobre las gases de efecto invernadero, donde se captura CO2 de la atmósfera y se lo retorna al suelo, con los beneficios que tiene para la cadena.
Esta es una de las conclusiones diferenciales que surgieron del congreso de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid), que concluyó este viernes en Rosario y donde predominó la temática relacionada al cuidado del suelo.
Pero para llegar hasta hoy, hay que repasar de dónde venimos.
“Así vemos la película: la agricultura es la mejor y la más grande industria del planeta, porque tiene que ver con la humanidad, pero enfrenta tres enormes desafíos que no sé si todos lo tienen en claro”, agregó.
“El primero es que el número para el productor es cada vez más fino. Un negocio así, que los expulsa, no es sostenible ni tiene futuro. Segundo, más grave aún: la agricultura ya no es sostenible para el planeta. Consume más agua y suelo del que tenemos y más nitrógeno del que podemos afrontar. Así, el planeta no aguanta. Y finalmente no se fidelizan los consumidores. Dicen que quieren comer con trazabilidad, con esto y aquello y nosotros le tiramos soja con grado 2”, explicó.
“Es decir, un negocio que no hace felices a los productores, ni al planeta ni a los consumidores y la pregunta es: ¿qué futuro tiene así la agricultura? Ninguna. ¿Qué hacemos? ¿Vamos al rincón a llorar o buscamos algo diferente?”, amplió Becco.
“Existen tres respuestas concretas. Una, soluciones biológicas; es decir microbios. Hay una veta enorme y no puede ser que el único que funcione sea el inoculante. Los biológicos tienen una enorme oportunidad, no para desplazar a nadie, sino para aportar soluciones que, hoy, no están”, aseguró.
“El segundo tiene que ver con el consumidor, con descomoditizar (sic), que es conectar al comprador con el vendedor. Algo difícil de decir y más aún de concretar, pero con el mundo actual, que es digital, es posible. Y
“La idea no es darle al productor más semillas o soluciones químicas, sino plantearle nuevas preguntas y nuevas respuestas”, dijo Carlos Becco.