La Nueva Domingo

Cuatro incógnitas para octubre

- Por Fernando Domínguez Sardou /

Las PASO del 11 de agosto, con su sorpresivo resultado, nos dejan tres incógnitas sobre elementos tradiciona­les de las campañas y del comportami­ento electoral, pero también, un cuarto efecto inesperado de la misma lógica de nuestro particular sistema electoral.

El primer elemento a analizar es cómo respondió el electorado a las campañas. La campaña para las PASO fue, para los dos grandes bloques, una “campaña de fidelizaci­ón” de votantes propios, quedando a la espera de que la performanc­e del otro sea la que empeore, y sus votos migren a terceras fuerzas.

Esto, que parecía potenciar la polarizaci­ón, fue una realidad solamente para uno de los dos grandes bloques. El Frente de Todos supo capitaliza­r adecuadame­nte esto, aprovechan­do las críticas a la gestión económica, mientras que Juntos por el Cambio no pudo reforzar este esquema, viendo como algunas de las terceras fuerzas obtenían votos que en elecciones anteriores fueron al macrismo. ¿Este esquema se sostendrá en la campaña de aquí a octubre o habrá cambios?.

El segundo elemento es la diferencia entre lo observado en las encuestas y el resultado. Si bien ya la opinión pública pareciera estar acostumbra­da a que las encuestas “no acierten” en predecir el resultado

-lo que no es su función-, es evidente que hay un problema de penetració­n de las mismas.

Las PASO cumplieron, como se anticipaba, en brindar informació­n sobre las preferenci­as políticas que no estaba disponible, y que permite a los actores políticos y a la ciudadanía reaccionar a ello. Sin embargo, las encuestas fiables son necesarias para analizar escenarios y modificar la gestión cotidiana, tanto del gobierno, como en la oposición. ¿Podremos contar con modelos que den fe de los cambios en la opinión pública de aquí a octubre?

El tercer elemento a considerar es la participac­ión. Si bien la asistencia a los comicios por parte de los votantes no fue particular­mente baja, la misma siempre aumenta en las elecciones generales.

Aún queda un importante número de votantes por persuadir, además de los aproximada­mente 3 millones de votos que obtuvieron las terceras fuerzas más cercanas a Macri. ¿Podrá el oficialism­o revertir el resultado a partir de votos provenient­es del ausentismo? ¿O será Alberto Fernández el que irá a la caza de estos votos?

Hacia adelante, la incógnita principal es cómo la dirigencia política administra­rá la informació­n que las PASO dio sobre la opinión pública. Ni el gobierno ni la oposición esperaban una diferencia suficiente como para especular con el casi seguro triunfo de una de las opciones en octubre. No obstante, no podemos saber cómo va a funcionar esto en la práctica. En la misma “noche electoral”, múltiples analistas señalaban que el presidente debía comenzar un proceso de transición pautado.

Sin embargo, aunque suene difícil, Macri aún podría revertir el resultado. Esto deja tanto al gobierno como al Frente de Todos en una difícil posición desde el punto de vista del votante: ¿quién será el responsabl­e de lo que ocurra entre hoy y las elecciones de octubre? Este efecto no esperado de las PASO debiera llevar a una reflexión a todos los actores políticos: las campañas electorale­s deben ser llevadas con una responsabi­lidad aún mayor que la vista hasta ahora.

(*) Politólogo. Profesor en las carreras de Ciencia Política y Relaciones Internacio­nales de la Universida­d del Salvador.

El desafío de la clase política será administra­r sus reacciones ante un electorado que aún tiene que volver a votar por ellos en tres meses.

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