La Nueva Domingo

El “Negro” Ernesto Ancán les enseña a sus pichones los secretos que tiene el fútbol

Hace 35 años que se dedica a la docencia en Bella Vista. “Ver a uno de mis chicos en Primera es mi campeonato ganado”.

- Javier Oscar Schwab jschwab@lanueva.com

“(Rodrigo) Palacio, el ‘Gula’ (Aguirre) y Berra (Pablo) no podían entrenarse y me llamaban al laburo. ¿Que hacía? Me escapaba para entrenarlo­s”.

Son precoces futbolista­s que se crían en el nido de Bella Vista. Pasan por las manos del “Negro” Ernesto Ancán y luego de incorporar sabios conceptos empiezan a volar.

Pichones cobijados bajo las alas de un maestro que los contiene, los educa y les enseña. Y los primeros mensajes son claros y sencillos para los "pajaritos" o "pajarracos", como le gusta nombrarlos.

"Mi vocación siempre fue ser formador. Desde antes de dejar de jugar al fútbol, porque le daba una mano a Héctor Villalba, quien estaba con las menores. Y cuando dejé, como ya empezaba a jugar mi hijo (Juan Pablo), me enganché. Fue en infantiles y menores, hace 35 años. La de menores era la categoría '72". —¿Qué mira de un futbolista?

—Si sabe cerrar o salir jugando. Eso deberían mirar los padres, en lugar de enojarse por la equivocaci­ón de un árbitro.

—¿Es fácil la docencia? —Todo cambió. Antes era más fácil, el chiquito estaba ávido de aprender. Mi meta nunca fue perseguir resultados. Tienen que aprender a jugar, es la manera de ganar partidos, de llegar a Primera. Verlos en Primera es el campeonato ganado para mi, el único que festejo.

—¿El buen formador no margina?

—Jamás voy a decir que un chico no sirve. Les doy las armas, les enseño y me preocupo por corregirle­s cosas. No puedo juzgar a nadie, a todos les doy la oportunida­d de jugar.

"Mungo llegó del sur al club y era un 'gordito'. El 'Laucha' Recio me decía: 'Negro, no pierdas tiempo...' Pero yo le veía actitud, era distinto. Lo trabajé y mirá lo que fue luego Carlos". —¿Son como tus hijos? —Sí (se emociona). Los trato con cariño, les pongo sobrenombr­es. Se genera una linda relación, ellos me cargan.

—¿Hay pocos formadores?

—Cuando empecé estaban Messico (El Nacional), Gallichio (Libertad) y Giorla (Olimpo). Tengo los mejores recuerdos de esa gente. Ahora no veo tanta docencia, el parar cien mil veces un partido para enseñar.

"Lo mío es especial, y no digo que sea lo correcto. Me mueve Bella Vista. Puedo ir a entrenar con 4 o 5 pibes porque no pueden en otro horario o quedarme hasta altas horas de la noche". —¿Una anécdota?

—Una categoría '83 tenía que jugar un Mundialito en Villalonga. Había un pibe con malos antecedent­es (Cristian, "El Wason"). Conmigo jugaban todos y lo llevé, pero antes le dije: "Cristian, vamos a casas de familia, te voy a llevar. Los dirigentes no quieren; pongo la cabeza por vos". Y me dijo: "No, despreocúp­ese por favor". En la repartija miré quién se lo llevaba y luego recorrí las calles. El "Wason" estaba en un palacio de dos pisos con pileta. Me agarraba la cabeza.

“Con la '82 paramos en una escuela y los pibes de la '83 venían a visitarnos, pero Cristian no aparecía. A la noche siguiente apareció para jugar y después volvió a desaparece­r. Un día llegó con la dueña, quien me llamó: ‘Lo quiero felicitar por Cristian; es un amor, me limpia la pileta, me barre, hace los mandados’. Le dije es un pibe buenísimo (risas). Quería que se lo mandáramos en el verano”.

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FOTOS: EMMANUEL BRIANE-LA NUEVA. LA SONRISA del maestro y de los chicos. Ernesto Ancán sabe cómo manejar un grupo de chicos.

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