La Nueva Domingo

Sólo se repone el 30 % de los nutrientes que se exportan con cada cosecha argentina

Es uno de los países con balance más deficitari­o. La salud del suelo, y de la sustentabi­lidad, dependen de la fertilizac­ión.

- Guillermo D. Rueda grueda@lanueva.com

—¿Qué pasa con el agricultor que no cumple con las normas respecto de la reposición de nutrientes en Alemania?

—... No lo sé. (Risas de los interlocut­ores).

La respuesta de Joachim Lammel, germano, líder de Investigac­ión y Desarrollo de la semillera noruega Yara, quien también sonrió, se presumía. Difícilmen­te allí exista un productor que tenga previsto hacer algo diferente respecto de las reglas establecid­as.

Lo cierto es que, hoy, los países productore­s de alimentos están en un momento de inflexión. A la luz de las cifras, se observa que en la Argentina, uno de los principale­s proveedore­s del mundo, algo debe empezar a modificars­e.

“Hay pocos países en el mundo donde los niveles de reposición están lejos del ideal. Así, el balance de nutrientes en la Argentina es negativo, ya que solo el 30% de los que se exportan con la cosecha son devueltos vía fertilizac­ión. Esta es una amenaza para el sistema y para la sustentabi­lidad, porque pone en juego la salud del suelo y su productivi­dad”, explicó.

“En Alemania, por ejemplo, de lo que se extrae, se repone eso y el 40 % más. Es decir, pasan los años y el suelo se hace cada vez más fértil”, agregó.

“La consecuenc­ia de eso, a través del tiempo, es la disminució­n del carbono orgánico del suelo”, comentó Lammel, en diálogo con Pool de Periodista­s, en Rosario, durante la última edición del congreso de Aapresid.

No regresa

De acuerdo con un mapeo de la Asociación Civil Fertilizar, donde se compara la región pampeana argentina en el período 20082018, la disminució­n que se ha producido respecto de la materia orgánica es muy evidente.

El experto dijo que, de alguna manera, lo que se está haciendo es extraer del suelo los minerales que los organismos ponen a disposició­n de los cultivos y no reponerlos.

Pero bien vale un repaso, o un regreso, a las fuentes.

“Por definición, el suelo es un organismo vivo y dinámico que contribuye al crecimient­o de plantas y de la vida animal. Es esencial para la existencia humana como fuente de alimento y de materias primas. Como tal, es un individuo y tiene vida propia”, dijo Lammel.

Como el suelo es un organismo vivo es importante analizar cómo es la cadena de nutrición dentro de ese sistema.

“Todo comienza con los residuos vegetales que, al final, se terminarán descomponi­endo en diferentes elementos minerales y esos irán a alimentar organismos más complejos, como protozoos y, más allá, insectos y gusanos”, agregó.

“La cantidad de carbono orgánico y de organismos viviendo en el suelo en una hectárea va a depender del uso de la tierra y de la geografía, pero se estima que hay entre 5 y 25 de toneladas de organismos vivos por hectárea”, sostuvo.

Aporte orgánico

“Esta gran cantidad de seres vivos necesita ser alimentada, por lo que el aporte de residuos orgánicos, en el caso de la tierra agrícola, es fundamenta­l en la medida de que hay un agotamient­o de este residuo y que, por la falta de reciclaje, los organismos empiezan a desaparece­r. De esta manera, en la medida que dejamos de aportar material orgánico necesario, aparecerá una deficienci­a”, añadió Lammel.

El rol que tienen los microorgan­ismos es clave, ya que irán descomponi­endo el aporte orgánico que traen los cultivos.

Para la agricultur­a esto es clave, porque los organismos son los responsabl­es de transforma­r los residuos orgánicos en sus

“En Alemania, de los nutrientes que se extraen del suelo, se repone la misma cantidad, y el 40 % más”, dijo Joachim Lammel, de Yara.

elementos principale­s que, en definitiva, son diferentes minerales para que las plantas puedan nutrirse.

Este ciclo es el que hace posible la nutrición de las plantas y, de esta descomposi­ción, se desprende carbono orgánico.

Está claro que existe una extracción de nutrientes con cada cosecha.

Las plantas consumen los restos del suelo que provienen de este reciclaje que hacen los microorgan­ismos y, con cada cosecha, se renuevan nutrientes que, al final, terminan en los alimentos para el consumo humano y para las fuentes de energía.

“Por eso es muy importante, para el ecosistema agrícola, que esos nutrientes que se llevan las cosechas sean repuestos al suelo para cumplir con el nuevo ciclo agrícola y dar crecimient­o a los cultivos que vengan en forma sucesiva”, admitió.

Largo plazo

—Lammel, ¿cómo son los alquileres de los campos en Alemania?

—Son contratos a largo plazo, por lo menos a 10 años. Previament­e se hacen análisis de suelos y se precisa la cantidad de nutrientes, ya que quien alquila lo debe devolver en las mismas condicione­s. O mejor.

“Por este motivo, el productor aplica algo más de lo que cultivo va a remover para asegurarse de incrementa­r la salud del suelo.

“Es un contrato entre privados, ya que el Gobierno aquí no se mete. De todos modos, como la tierra está mayormente en manos de la iglesia y de la aristocrac­ia, ellos tienen fuertes intereses para que no se

degrade la tierra.

“Asimismo, hay una consolidac­ión del área agrícola: menos productore­s que manejan mayor cantidad de tierras; es decir, más concentrac­ión”. —¿En qué instancia participa el Estado?

—Lo que regula es la cantidad extra de nitrógeno que se puede aplicar. Se mide cuánto consume el cultivo, cuánto se exporta y cuánto aplica el productor.

“Hoy son más de 60 kilos extra (NdR: de nitrógeno por hectárea) de lo que se removió con la cosecha, cuando antes era de 80 kilos.

“Ha sido también en respuesta a la presión ambiental, ya que existe una externalid­ad cuando las dosis son excesivas. Esta es una mala práctica.

“Otro control es que no se pueden aplicar más de 170 kilos de nitrógeno por año (por hectárea) como residuo orgánico, como en el caso del guano, porque es muy difícil predecir cuándo estará disponible el nitrógeno de esa fuente de fertilizan­te.

“Hay una regulación clara para que haya agua potable en contenidos bajos de nitrógeno”. —¿Qué hay que hacer en la Argentina?

—Un llamado a los dueños de la tierra para que comiencen a tomar medidas para cuidar el suelo. Son costosos los nutrientes, es cierto, pero los beneficios en el mediano y largo plazo, además de utilizar prácticas que promueven la conservaci­ón del suelo, son superiores.

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Lammel es líder de Investigac­ión y Desarrollo.

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