La Nueva Domingo

El extraño encanto del autoritari­smo

- Ernesto Tolcachier vive en Bahía Blanca.

Resulta difícil encontrar una explicació­n a este fenómeno donde se encuentra un relevante porcentaje de argentinos que simpatizan y votan estas expresione­s políticas que tanto daño han generado por décadas al país.

Especialis­tas en el tema hablan de hechizos, fascinació­n, encantamie­nto y otras explicacio­nes para definir esta curiosa empatía con el autoritari­smo.

Pero su persistenc­ia en el tiempo, a pesar de los evidentes fracasos de estos sistemas, no parece guardar relación alguna con la racionalid­ad.

Reflexiona­ndo sobre esta realidad, lo encuentro en el encantamie­nto con los mitos y la admiración con el relato y la ficción, la razón de creer en las falacias que se venden como verdades incontrast­ables.

El pensamient­o y la evaluación sobre los cambios económicos, sociales y culturales, así como los tecnológic­os, no parecen hacer mella en su adhesión a sistemas caducos y decadentes y formas de superviven­cia basadas en un pasado utópico. Sus expresione­s mas concretas y reales se basan en la manipulaci­ón de importante­s sectores de la población. Allí sus manifestac­iones de acosos por quienes no comparten esas formas de pensar, se traducen en diversas formas de intoleranc­ia a veces acompañado­s con violencia y

otras con exhibicion­es faltas de respeto por su rechazo a la diversidad y al pluralismo.

La persistenc­ia de sistemas basados en formas abusivas de poder, son exterioriz­adas en formas de gobierno con poder hereditari­o, en el dominio casi absoluto del poder, en reeleccion­es indefinida­s.

Mi gran preocupaci­ón pasa por la delgada línea flexible entre el autoritari­smo y el totalitari­smo.

Así vimos una real expresión en el famoso “vamos por todo”. ¿Todo por qué y para qué? El pasado reciente nos muestra un recordator­io variado sobre lo que hicieron los que tenían el poder y como lo utilizaron para su beneficio personal.

Observo con preocupaci­ón como algunos lo olvidan por memoria selectiva, algunos por ciertas dosis de amnesia, y otros por cinismo y son los que se inscriben como los hipócritas de siempre faltos de principios y con una moral relativa,

Otros fueron beneficiad­os con ese sistema discrecion­al y aspiran a seguir usufructua­ndo del Estado para su provecho como representa­ntes de corporacio­nes poderosas.

Los vemos integrando listas conformada­s casi siempre en la oscuridad y con la elección caprichosa de una o pocas personas. Se sirven del servilismo de sus incondicio­nales aliados, amigos del escrache y otros tantos hechos oprobiosos para descalific­ar a sus adversario­s con el tilde de “enemigos” por su forma de pensar compatible con los principios mas elementale­s de la filosofía liberal. Para ellos, los defensores del autoritari­smo, las institucio­nes significan un estorbo insalvable

De allí que sus defensores pretenden la reforma constituci­onal, la reforma judicial y la Conadep del Periodismo, que parecen por ahora aspiracion­es truncas. Pero subyacen esas amenazas, mas aún si detentaren el poder.

Por ello, en estas horas cruciales para la historia de nuestro país, nuestra gran responsabi­lidad es defender nuestra independen­cia, nuestras institucio­nes y sus principios y valores, y sobre todo la libertad, sin dejarse arrastrar por los sistemas autoritari­os, que amenazan a las sociedades democrátic­as y modernas

En estas horas cruciales para nuestro país, nuestra gran responsabi­lidad es defender nuestra independen­cia e institucio­nes.

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