El primer golpe de estado, en Santa Fe
Desde 1814 se inicia un período donde los diversos cabildos, haciendo uso de su “soberanía”, intentan elegir gobierno.
Como herencia de la época virreinal, todos ellos dependían administrativamente de la antigua Capital pero su fortaleza económica les aseguraba poder e independencia.
El 25 de agosto de 1815 Viamonte tomó el poder en Santa Fe dando un verdadero “golpe de estado”. Su entrada en la ciudad fue imparable.
La zona de la actual Mesopotamia -“los Entre Ríos” comprendían a Corrientes-, la Banda Oriental del Plata y Santa Fe eran una verdadera cuenca ganadera que, en esa producción, competía con Buenos Aires. Como herencia de la época virreinal, todos ellos dependían administrativamente de la antigua Capital pero su fortaleza económica les aseguraba poder e independencia. Además, el hecho de poseer puertos propios tanto en el Paraná como en el Uruguay les permitía comerciar por su cuenta. Así fue que, bajo la conducción de José Gervasio Artigas comenzó un proceso de autonomía regional que desembocó en la formación de la Liga de los Pueblos Libres. Si bien Artigas aparecía como el jefe de la Liga que dirigía desde sus asentamientos en Arroyo de la China (la actual Concepción del Uruguay) lo cierto es que en ella cada “país” tenía libertad política tomaba sus decisiones de modo autonómico.
Misiones, Córdoba, Salta
En las antiguas Misiones, por ejemplo, sobresale la figura de Andresito Guazurarí como caudillo y en Montevideo hay gobiernos propios. Córdoba mismo se sumará transitoriamente a la liga durante la primera época de su primer gobierno autónomo, el de José Javier Díaz. Y el propio Martín Güemes de Salta será el tercer gobernador provincial electo por su propio pueblo. Así como Córdoba tenía bajo su jurisdicción a La Rioja, la gobernación de Salta era rica y extensa: comprendía las ciudades de Salta, Jujuy, Tarija, San Ramón de la Nueva Orán y varios distritos de campaña. La decisión de elegir a Güemes adoptada el 6 de mayo de 1815 implicó un claro gesto de autonomía de la provincia en franca desobediencia a la autoridad del Directorio. Su designación se concretó apenas unos días después de la de Francisco Candioti en Santa Fe y de José Díaz en Córdoba. En su caso, la asunción plena no fue sencilla: Jujuy opuso resistencia y su Cabildo alegó no haber sido consultado, lo que motivó algunas negociaciones. Finalmente, el 18 de septiembre aceptaron a Güemes exigiéndole que respetara los derechos de los jujeños.
Candioti, el primero
En tiempos de la Colonia, Santa Fe era “tenencia” de Buenos Aires. Cuando se produjo la Revolución de Mayo, como parte de los procesos autonómicos de las “patrias” o “países”, las nacientes burguesías provinciales, los santafesinos solicitaron a la Junta Gubernativa que se nombrara un teniente de gobernador y nominaron a Francisco Antonio Candioti: cinco años después será él mismo el primer gobernador electo de la provincia.
Candioti descendía de una familia tradicional del Litoral, los Vera Mujica. Su porte era muy señorial, pero tenía tintes patriarcales, al punto que lo llamaban “el príncipe de los gauchos”. Tras un ingreso intempestivo de las fuerzas de Buenos Aires en marzo al mando de Eustoquio Díaz Vélez, “la indiada” santafesina se rebeló junto a sus líderes locales y, el 2 de abril “eligió el Ilustre Cabildo a don Francisco Antonio Candioti, de Gobernador, y se publicó en la plaza”. El Diario que dejó un notable escriba santafecino, cuenta el suceso: “Lunes 3. Se plantó la bandera en media plaza de la Independencia; tres días de luminarias con salvas. El jueves 6, se presentó un castillo (de fuegos artificiales) en el Cabildo, con acompañamiento de tropas, el vecindario y religiones. Misa y sermón en la Iglesia Matriz con repiques y salvas e iluminación”.
Santa Fe daba así “su” grito de independencia.
Los relatos de Diez de Andino
Diez de Andino es un apellido con arraigo en Santa Fe. Ricos estancieros, hombres de vida plácida en tiempos de la colonia, la familia fue sacudida por los eventos revolucionarios. La señorial casona donde vivían y que aún se puede visitar, está entre las más antiguas de las que se conservan. De aquella familia tan tradicional, Pascual, nacido en 1784, se convertirá en figura central de la formación del federalismo en la región. Tras licenciarse en la Universidad de Córdoba y doctorarse en Derecho en Santiago de Chile, administró los bienes familiares hasta que los sucesos lo catapultaron a los primeros planos políticos, por su expreso apoyo al gobernador Francisco Candioti y su sucesor Mariano Vera. En junio de 1815 fue electo delegado al Congreso de Oriente.
El Congreso reunido por “el Protector” Artigas le asignó una tarea: representar a Santa Fe integrando una comisión negociadora con el Directorio, tarea que recayó en cuatro personas con títulos y renombre: uno por Córdoba, otros dos por Entre Ríos y la Banda Oriental y Andino por Santa Fe.
Los comisionados llegaron a Buenos Aires a bordo del Neptuno el 11 de julio, y el 13 presentaron una nota al Director Supremo José Álvarez Thomas que se negó a recibirlos. Por el contrario, ordenó que permanecieran encerrados en una fragata hasta mediados de agosto, incomunicados, y en condición de prisioneros.
Como Álvarez Thomas sospechaba que las propuestas emanadas del Congreso de Oriente le resultarían inaceptables, se limitó a enviarles un emisario que repitió la propuesta separatista de la Banda Oriental. Los delegados respondieron con una idea contundente ya expresada en una carta de Artigas fechada el 16 de junio: “La Banda Oriental entra en el rol para formar el Estado denominado Provincias Unidas del Río de la Plata”.
La Liga de los Pueblos Libres quería integrar las Provincias Unidas pero en el marco de una confederación de “países” o “patrias” –las Provincias-- que preservaran sus gobiernos autónomos.
El primer golpe
Álvarez Thomas no acepta reducir la jurisdicción de Buenos Aires. Consciente de que la Liga Federal será pronto atacada por el Imperio portugués que estaba a las puertas de invadir la Banda Oriental, ordena que un poderoso ejército al mando del general Juan José Viamonte invada Santa Fe, destituya sus autoridades e imponga un gobierno “títere”.
De tal modo que el 25 de agosto de 1815 Viamonte tomó el poder en Santa Fe dando un verdadero “golpe de estado”. Su entrada en la ciudad fue imparable: estaba al mando de numerosa infantería respaldada por artillería, tres buques de guerra y un falucho. La ciudad, sin posibilidades de resistir, se entregó.
Tan solo dos días después de la entrada de Viamonte en Santa Fe muere Candioti, apenas cuatro meses después de haber asumido como gobernador. Al día siguiente Juan Francisco Tarragona fue “elegido” en su lugar –impuesto por la tropas invasoras– y Santa Fe volvía a alinearse con “la Capital”.
El primer golpe a las autonomías provinciales se había consumado. Vendrán poco después los ataques a las provincias “chicas” como La Rioja, Catamarca, Santiago y Jujuy. Sin embargo, la defensa de las autonomías provinciales traerá como consecuencia el inicio de una prolongada guerra civil y la ausencia de representantes de Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes, Misiones y la Banda Oriental en el Congreso de Tucumán reunido en 1816 provincias que, así, no participarán jamás de la declaración de la independencia.
Estas provincias habían articulado una Liga Federal llamada “Liga de los Pueblos Libres” opuesta al centralismo porteño encarnado en el Directorio. Su lucha será tenaz y, de hecho, será el comienzo de las prolongadas guerras civiles que ensangrentarán a las Provincias (des)Unidas las siguientes cinco décadas. Y, de hecho, será Santa Fe la primera en tener una constitución provincial. La fecha también es coincidente: se aprobó el 26 de agosto de 1819, de la mano del nuevo caudillo provincial Estanislao López, el “patriarca de la federación”, justo cuatro años después del “golpe” de Viamonte. Y, mal que le pesara a Buenos Aires, con ella como sustento López gobernará la provincia veinte años, hasta su muerte, en 1838.