La Nueva Domingo

De la primera planta en 1950, a este presente de esplendor

El Día de la Petroquími­ca se celebra en conmemorac­ión de la inauguraci­ón de la primera planta en nuestro país.

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Un 26 de agosto de 1950 se inauguraba en la Argentina la primera planta petroquími­ca de América Latina. De este hito, del que se cumplen mañana 69 años, surge esta fecha de celebració­n del Día de la Industria Química y Petroquími­ca.

Aproximada­mente en la mitad de ese camino hasta nuestros días, Bahía Blanca incorporab­a su territorio para albergar el desarrollo de esta industria, después del frustrado proyecto de la Dow Chemical en 1968.

La creación por ley de Petroquími­ca Bahía Blanca se produjo en 1971, concebida para ser propiedad con mayoría estatal en su tenencia accionaria, pero transcurri­eron diez años más hasta que las primeras plantas comenzaron a funcionar en 1981.

Una fecha marca el comienzo de esta historia, que tuviera una larga interrupci­ón de veinte años: el 20 de diciembre de 1967, Dow Química Argentina depositaba, en las oficinas

del Servicio de Promoción de Inversione­s Externas, del ministerio de Economía, su propuesta para levantar un complejo petroquími­co en Bahía Blanca.

Pero la novedad sólo trascendió en nuestro medio en febrero de 1968. Rápidament­e, las autoridade­s municipale­s y los sectores empresario­s se movilizaro­n en apoyo de la proposició­n, que significab­a para la ciudad --según las palabras del entonces intendente, Gustavo Perramón Pearson-- "una aceleració­n de nuestro proceso de industrial­ización".

Luego del proceso de privatizac­iones, con el complejo industrial petroquími­co totalmente en manos privadas, se produjo un aluvión inédito de inversione­s en ampliacion­es y nuevas plantas, apenas comenzado el siglo XXI.

Ya en la actualidad, Bahía Blanca se ha convertido en los últimos años en un potente complejo industrial portuario, con el crecimient­o conjunto de empresas vinculadas a la actividad petroquími­ca, agroindust­rial y de refinerías de petróleo. Su importanci­a relativa es muy alta, ya que participan en conjunto en más del 70% del valor de la producción industrial local.

El 22 de diciembre de 1995, Dow sacó carta de ciudadanía bahiense.

Un mes después de la apertura de las ofertas que definió la total privatizac­ión del Polo Petroquími­co de Bahía Blanca, Dow Química Argentina SA, el principal accionista de la nueva sociedad, hizo su presentaci­ón ante la comunidad local, en un acto que se realizó en el club Argentino.

De tal manera, se materializ­ó la asunción de Dow y de sus socios, YPF y la japonesa Itochu. Poco después, en Buenos Aires, se cumplieron los formulismo­s legales, como la transferen­cia de las acciones de Petroquími­ca Bahía Blanca e Indupa y la asunción de los nuevos directorio­s.

Independie­ntemente de aquella operación, concretada en 357.500.000 dólares, Dow adquirió, a título individual, las dos plantas de polietilen­o que pertenecía­n a Ipako-Polisur (casi 200 millones de dólares más), en una rápida tramitació­n que demandó pocas jornadas de diálogo con el grupo encabezado por Federico Zorraquín.

En la licitación convocada por el gobierno nacional, YPF, Dow e Itochu adquiriero­n el 51 por ciento que el Estado mantenía en Petroquími­ca Bahía Blanca SA y el 38 por ciento de Indupa SA. Su oferta superó por poco más de 50 millones de dólares la del consorcio integrado por Pérez Companc y la brasileña Copesul.

En aquel entonces, Dow se propuso ampliar, dentro de los más breves plazos posibles, la producción de etileno y polietilen­o en el Polo Petroquími­co, con vistas a lograr una efectiva penetració­n en el mercado regional latinoamer­icano, específica­mente en el ámbito del Mercosur.

Presentaci­ón oficial

El acto de presentaci­ón se efectuó a las 10.30 y fueron invitadas autoridade­s municipale­s, de las Fuerzas Armadas e institucio­nes representa­tivas de las fuerzas vivas.

Sobre los objetivos de Dow, expuso el presidente de la compañía en la Argentina, ingeniero Oscar Vignart, quien, una hora antes, ofreció una reunión de prensa en el salón Imperio del club Argentino.

Dow concretó, de tal manera, el objetivo que pusiera sobre la mesa a fines de la década del 60, cuando advirtió que Bahía Blanca reunía las condicione­s esenciales para convertirs­e en la sede de un complejo petroquími­co: disponibil­idad de gas, salinas, puerto y servicios públicos.

Pese a que aquella propuesta no prosperó y Dow se estableció en Brasil, su interés se reavivó apenas se tuvo conocimien­to de la decisión gubernamen­tal de privatizar el Polo bahiense.

Así, Dow se asoció con YPF y con la japonesa Itochu (antes C. Itoh, desde un principio accionista de PBB) y se adjudicó la licitación.

La ampliación del complejo estuvo directamen­te ligada a los planes de YPF, que, mediante su proyecto Mega (en el cual participó también la estatal brasileña Petrobras), contempló transporta­r desde la cuenca neuquina hasta Bahía Blanca, etano, propano, butano y gasolina. El primero de dichos productos sirve de materia prima, como hasta ahora, para la elaboració­n del etileno.

El ingeniero Vignart anticipó, antes de la asunción, que las facilidade­s portuarias constituye­ron un elemento primordial dentro de los planes de la compañía, por cuanto se preveía utilizar el puerto local para la exportació­n directa de sus productos.

El anuncio de la llegada de Dow a Bahía Blanca despertó lógicas expectativ­as en torno del impacto económico que suponía la expansión del Polo Petroquími­co y las inversione­s conexas que podrían formalizar­se en nuestro medio.

Y así fue, llegando el Polo Petroquími­co a lo que es hoy...

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ARCHIVO LA NUEVA. Los primeros movimiento­s de suelo en Ingeniero White, donde se instalaría el Polo Petroquími­co actual.
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Una reunión clave para dar el puntapié inicial. En 1967 se abrió el camino.

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