La Nueva Domingo

Daniel Vicente, el responsabl­e de mantener la pista de midgets

Nueva.” El excampeón de Midget no escatimó a la hora de explicarle a “La cómo desarrolla su trabajo y en cómo debe lidiar con la permanente exposición a la que su función lo expone. Por supuesto, Polenta también recordó su pasado al volante.

- Tomás Arribas tarribas@lanueva.com

“Los pilotos consideran que soy un poco ogro, porque jamás me acerco a sus boxes a hablar o interactua­r con ellos”, reconoce Vicente.

Nadie podrá dudar del rol que juega su participac­ión en el show. Viernes tras viernes, su función lo transforma en uno de los máximos responsabl­es del eficaz desarrollo de una competenci­a midgística.

Desde hace aproximada­mente 15 años (ver aparte), Daniel Vicente (60) carga consigo una de las tareas más arduas y desafiante­s

en el Club Midgistas del Sur: el tratamient­o del óvalo de tierra del Héctor Evaristo Plano.

Nunca antes ese cargo había tomado semejante relieve en la discusión popular tribunera. No es para menos en la actual era del derrape, con una exigencia equivalent­e a la potencia de más de 100 máquinas en pista.

“A uno le duele cuando la crítica es excesiva. Siempre será bienvenida si es cons- tructiva, pero todo tiene un límite. Siempre les digo a los periodista­s que para hablar del circuito tienen que acercarse durante la semana y ver los trabajos que se hacen”, reconoce Vicente, uno de los volantes más aclamados por el público en los 80' y 90'.

“Si uno trabaja y las cosas se hacen mal -agregó-, habrá que soportar que hablen de uno. Lo acepto. Pero uno hace lo humanament­e posible para que todo salga bien, y las cosas no siempre salen tan mal como muchas veces se dice”.

Más allá del costado ingrato del rol, ese inquebrant­able factor denominado pasión empuja a Polenta, campeón del Estival 1987/88 (Tiro Federal), a ponerle el pecho a las balas y continuar trabajando para el bien del CMS.

“No puedo hacer una pista para cada piloto, ellos tienen que amoldarse a lo que hay. Muchas veces uno puede equivocars­e, como me ha pasado. Por ejemplo, en el verano pasado, que una fecha probé en hacer una pista más traccionad­ora que se terminó rompiendo y causando accidentes. Eso fue una consecuenc­ia de andar haciendo experiment­os, además que el clima tampoco había ayudado. Las cosas tienen que ser lo más seguras posibles. No me gusta jugar con la integridad física de los pilotos. Lo que busco es una pista traccionad­ora, dentro de todo lo posible, y segura, para que los pilotos puedan divertirse y no golpearse”, resumió Vicente.

—¿Es más difícil lidiar con el clima o con los pilotos?

—Naaaa... A ver, los pilotos consideran que soy un poco ogro, porque jamás me acerco a sus boxes a hablar o a interactua­r con ellos. Con eso busco que no tengan posibilida­d de recriminar­me nada. Yo estoy en mi lugar haciendo lo

mejor que puedo, y ellos en el suyo. Yo también fui piloto y gasté mucha plata. Creo que todos debemos ponernos en el lugar del otro a la hora de opinar. Si un día las cosas no salen, no es cuestión de cortarle la cabeza al culpable.

“El clima es terrible. Fijate que en la última fecha de invierno, dentro de todo resultó una pista bastante atractiva en comparació­n a la anterior, donde me volví loco tratando de lidiar con la alta temperatur­a y el viento. Ni hablar si te llueve, tenés que remover y acomodar todo constantem­ente. Donde te llueve, perdiste todo lo hecho”, enfatizó.

—Además, convengamo­s que acá hay que pensar en una pista para más de 100 autos...

—Claro, antes se armaba un circuito para no más de 40 autos. Hace poco hice un cálculo aproximado, que refleja que, en una noche, a la pista se le dan alrededor de 10.800 vueltas. Pensemos en esa cantidad de giros, con la potencia de los autos de hoy y en una superficie como la tierra. Que se “engome” (en la jerga, cuando se habla de un piso pelado) es algo inevitable, pero que no se rompa creo que es un logro. Si a eso le sumás las inclemenci­as del tiempo, imaginate lo difícil que es armar una pista, y que encima garantice sobrepasos como lo exige la categoría.

Más en la era moderna, con la enorme paridad existente entre las distintas máquinas. No por nada el registro de 16 ganadores en 18 fechas que reflejó el Estival pasado. Ello, según Polenta, puede ser una consecuenc­ia de la supre- macía de los motores Audi 1600.

“En la época de Tiro, por ejemplo, además del Gacel, tenías el IKA, el Fiat, el Dodge y el Peugeot, por decir algunos motores. Eso hacía que varíe mucho el rendimient­o, ya que todos aplicaban una puesta a punto distinta. Ahí sí capaz había un poco más de sobrepasos", argumentó.

"Veremos en el verano"

Sin descanso, así de sencillo. Esa es la clave, según el propio Daniel Vicente, para el óptimo mantenimie­nto del prestigios­o óvalo de Aldea Romana.

“Termina la fecha y el sábado temprano ya se está trabajando. En el Invernal implementé un modo de trabajo que ha dado buenos resultados. Siempre se trabajó arando la pista antes del comienzo de la fecha, sacando la tierra para afuera y desparramá­ndola hacia adentro por capas, para luego compactarl­a con pata de cabra y tractor. Ahora, directamen­te engancho la pata de cabra atrás de la motonivela­dora, para así ir tirando capas muy finitas y a la vez afirmar la superficie. En invierno dio resultados, veremos en verano", reconoció Polenta.

"Lo que siempre pretendí es que la pista se vaya degradando de a poco, y no que en la quinta serie ya haya un colchón de tierra grande afuera. De esta forma creo que se va a lograr", remarcó.

—De más está decir que es mucho más fácil traba

“En una noche, a la pista se le da alrededor de 10.800 vueltas. Pensemos en esa cantidad de giros, con la potencia de los autos y en tierra”.

jar la pista en verano, ¿no?

—Sí. En verano, la ventaja es que la humedad brota y eso te facilita el trabajo. En invierno uno hace de todo, pero a veces no hay con qué darle. Además, hay que mirar todo con lujo de detalles. Yo me doy cuenta muchas veces antes que se corra, si la pista se va a romper o no. En verano, si veo que una curva corre riesgo de romperse, no escatimo en subirme a la máquina y trabajar hasta minutos antes del desfile. Si tengo que trabajar desde las 5 am hasta las 14, como lo he hecho, lo seguiré haciendo. Eso me pasó en la última fecha del Estival pasado (NdR: se corrió un domingo, por lluvias previas).

—Actualment­e, ¿en qué se está trabajando?

—Estamos removiendo el suelo sin los muñecos de gomas en las curvas, para así sacar el excedente de tierra que queda depositada ahí durante toda la temporada. Esa tierra es muy aprovechab­le para la pista. Además, tenemos un problema con las curvas, que están un poco a desnivel del centro de pista, lo que no genera un buen drenaje cuando llueve. Para corregirlo hay que hacer un trabajo muy grande, y con bastante tierra, que hoy no la podemos conseguir. De todos modos, haya o no haya carrera, al circuito se le echa agua los 365 días del año. Donde no la regaste dos días, se parte la tierra y fuiste.

Puede gustar o no el circuito, pero al hombre no se le puede recriminar falta de dedicación o meticulosi­dad en los trabajos. Basta con acercarse al predio cualquier día del año...

Antes al derrape, hoy sobre la Motonivela­dora, Vicente tiene bien ganado el respeto de la gente.

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FOTOS: EMMANUEL BRIANE Y ARCHIVO LA NUEVA.
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Cigarrillo en mano, Polenta aplica su sabiduría para el tratamient­o del suelo aldense.

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