El básquetbol argentino busca concretar otra epopeya
El Mundial de China mostró una realidad que pocos eran capaces de ver. La combinación de talento individual y rendimiento colectivo distinguen a un equipo al que no le pesó el legado.
“La forma en que esos tipos festejaron, todos llorando, muestra que ellos merecieron la victoria”, destacó Aleksander Djordjevic, DT de Serbia.
“Me gusta el grado de inconsciencia del equipo. De hecho, lo estimulamos. Queremos que piensen más en el juego que en el resultado”, dijo Oveja.
El abrazo del alma de Scola con Manu y después con Pepe. Los ojos con lágrimas de tipos que, justamente, no se caracterizan por exteriorizar sentimientos. Lo más curioso es que los tres cuelgan un oro olímpico. Así y todo, estaban movilizados.
A la distancia, desde las redes, Alejandro Montecchia escribiendo: “El país entero tendría que mirar a este equipo, lo que transmiten, el valor del trabajo colectivo, sin egoísmos; trabajando así los argentinos somos de lo mejor del mundo!!! Como sociedad tenemos que copiar estos valores!!! Todos unidos!!!”.
Argentina acababa de ganarse un lugar en la final -hoy ante España- de la Copa del Mundo de básquetbol.
Mucho sentimiento contenido. Emociones que afloraban y la necesidad de unirnos los argentinos en, al menos, el festejo deportivo, en medio de tantas penurias y preocupaciones cotidianas.
El deporte, en este caso el básquetbol específicamente, otra vez lo consiguió.
Siendo un ejemplo que, naturalmente, se potenció por el resultado.
Por la fase de grupos quedaron atrás Corea, Nigeria y Rusia. Y antes del cruce llegó la noticia de la clasificación a los Juegos Olímpicos. Misión cumplida. Y a remarla ante el, a priori, candidato Serbia.
“Quizás somos un equipo mejor que Argentina, pero ellos nos mostraron que querían este triunfo más que nosotros en este momento. No estábamos listos mentalmente para este partido, especialmente yo. Tomo completamente la responsabilidad, como uno de los líderes. Pero la forma en que esos tipos festejaron, todos llorando, muestra que ellos merecieron la victoria", reconoció el técnico serbio Aleksander Djordjevic.
Mirando hacia adelante aparecía Francia. “Este sí es complicado. Hubiese sido mejor Estados Unidos”, era la opinión generalizada.
Llegó el viernes y los franceses estaban ahí, enfrente, con sus cinco jugadores NBA. Argentina, con lo propio y en silencio, otra vez dio que hablar.
"Fueron el mejor equipo esta noche. Desde el primer hasta el último minuto. Jugaron mucho más en conjunto que nosotros. Fue un dominio completo", elogió el experimentado Rudy Gobert.
Hoy se cumplen 59 días desde que Luis Scola y algunos más se “internaron” en el Dow Center. Ahí donde comenzó la preparación, el 17 de julio, con el plantel completo.
"Con este grupo siempre dan ganas de trabajar y es lo que venimos a hacer a Bahía", dijo Nicolás Laprovíttola, ni bien bajó del avión en Espora.
Como todo inicio, se generó expectativas.
El Panamericano fue un banco de prueba. Debían ganarlo, por la oposición que existía y para convencerse de que podían. Y lo hicieron.
No obstante, el inolvidable recuerdo de la Generación Dorada siempre era motivo de comparación.
Aunque ellos mismos, liderados por Luis Scola, se estaban forjando su nombre propio.
El capitán, desde el ejemplo, con sus 39 años preparándose durante tres meses en una cancha que construyó en su campo de Castelli, acompañado de un entrenador, un profe y un sparring.
Ya a esta altura nada sorprende. Puede confirmarse que los herederos de la GD se encolumnaron detrás de Scola, heredaron lo mejor de los mejores y se potenciaron, al punto que, hasta el momento, no encontraron su techo.
“Este es el mejor equipo que dirigí”, aseguró Oveja.
El DT, el mismo que no contuvo las lágrimas frente a Serbia. El que conduce a un grupo de jóvenes nutriéndose mucho del viejito Scola.
“Somos un equipo con poca experiencia en este nivel. A mí me gusta el grado de inconsciencia que tiene, de hecho lo estimulamos, porque quiero que piensen más en el juego que en el resultado. No se disfruta porque se gana, se gana porque se disfruta”, dijo el DT bahiense, después de quedar a las puertas de la final.
Y, acaso, por ahí pase uno de los secretos del éxito, más allá de altísimo vuelo defensivo -nunca visto a nivel de selecciones nacionales-, algunos rendimientos individuales que golpean las puertas de la NBA y un funcionamiento colectivo que pudo derribar todo tipo de oposición.
Argentina dijo presente en China. Regresará a Bahía en 2020 para repetir la preparación de cara a Tokio, con la diferencia que el grueso de sus jugadores traerá grabada en el pecho una medalla mundialista y siendo claramente mejores de los mismos que estuvieron acá hace un tiempo. Será una alegría recibirlos. Como la que ya nos regalaron a todos los argentinos. (Más información en www.lanueva.com)