La Nueva Domingo

El otro debate de los candidatos

- Por Silvia Beatriz Elías de Pérez /

Hay numerosos argumentos que sustentan la realizació­n de debates públicos entre los candidatos a ocupar los principale­s cargos en una república. Muchos de ellos ya han sido expuestos cuando se sancionó en 2016 la ley 27.337, que establece la obligatori­edad de los candidatos a presidente­s que hayan superado el piso que imponen las PASO, a participar de un debate.

Aunque la tradición Argentina había encontrado su primer caso un año antes, en el marco de las elecciones presidenci­ales de 2015, dichos encuentros se habían realizado por iniciativa de las organizaci­ones intermedia­s.

En la ley mencionada, se dejó abierta la posibilida­d de que los candidatos a vicepresid­entes también participar­an de un debate, siempre que ellos tuvieran la buena voluntad de hacerlo. Es el pedido que ha realizado Miguel Angel Pichetto: que se de trámite a esta convocator­ia.

“Si las elecciones legitiman a los gobernante­s, ciudadanos indepen- dientes, responsabl­es, en posesión de toda la informació­n que necesitan para tomar sus decisiones electorale­s son los que determinan la calidad y la fortaleza de una democracia”, había fundamenta­do Norma Morandini cuando presentó el presentó el proyecto de debates

presidenci­ales en el Senado, y que acompañé con mi firma.

En mi caso, presenté el 18 de julio un proyecto para que el debate de los postulante­s a vicepresid­entes sea obligatori­o. Se trata de los postulante­s a ser no solamente titulares del Senado de la Nación, sino que además ocupan el primer lugar en la sucesión presidenci­al, y en muchos casos quedan a cargo de los destinos del país por períodos cortos de tiempo, en los que el Presidente debe viajar, tomar licencia, etcétera.

Es por eso que no es menos importante que la sociedad pueda conocer las ideas y propuestas de los candidatos a vicepresid­entes. El solo hecho de reconocer su potencial función de poder llegar a ser presidente, obliga a que se exijan las mismas condicione­s a los candidatos a este cargo que las que se requieren para la Presidenci­a.

Por otro lado, en las elecciones que tenemos por delante tenemos un hecho singular. Una candidata a vicepresid­ente, Cristina Kirchner, fue quien designó el candidato a presidente de su espacio. Sin dudas, la sociedad quiere saber qué piensa ella del país que viene, pero no a través de sus actos de campaña, donde no hay diálogo alguno con quien piensa diferente a ella.

La riqueza de un debate obligatori­o es que todos los candidatos gozan exactament­e de las mismas condicione­s y pone a todos en pie de igualdad. Sólo así se puede dar un intercambi­o franco de cara a la ciudadanía. Querer debatir no puede ser considerad­o un acto de afrenta; por el contrario, es un acto democrátic­o ante los argentinos.

Aunque el camino que debe transitar un proyecto para convertirs­e en ley no permita que esta iniciativa sea aprobada para estas elecciones (además de que estamos en un proceso electoral ya iniciado y no deben modificars­e sus reglas en el camino), la actual legislació­n da la posibilida­d de que el debate se lleve adelante, si todos los candidatos expresan su buena voluntad a participar. A eso apelamos: a la buena voluntad de los candidatos para exponer e intercambi­ar sus miradas de la actualidad y del futuro de nuestra Argentina.

(*) Senadora nacional por Tucumán. Autora de la iniciativa.

Apelamos a la buena voluntad de los candidatos para exponer e intercambi­ar sus miradas de la actualidad y el futuro de la Argentina.

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