La industria argentina exhibe cifras que asustan
En julio más del 40% de las maquinarias permanecieron inactivas y las proyecciones para agosto, septiembre y octubre son peores.
Desde fines de 2015 a junio de 2019 cerraron 23.051 pymes y se perdieron 146.855 puestos de trabajo industrial.
Seguramente no resulta novedad alguna toda alusión a la grave crisis que afecta, desde hace varios años, a la industria nacional.
Sin embargo, ya se conocen cifras que permiten dimensionar a todas luces la dramática situación imperante en el sector manufacturero.
Por ejemplo, la cantidad de maquinarias apagadas en el país alcanzó su punto más alto durante este año.
De hecho, el del 2019 fue el peor julio en materia de Utilización de la Capacidad Instalada (UCII) desde 2002, a la salida de la Convertibilidad.
El dato oficial del último mes previo a las PASO fue difundido días atrás por el Indec y mostró una UCII de 58,7%. Es decir que más del 40% de las máquinas industriales permanecieron con una lona encima.
Las proyecciones indican que en agosto, septiembre y octubre las caídas continuarán.
Si bien es cierto que desde 2011 el aparato productivo estaba estancado, lo real es que el colapso fue producto de una tormenta perfecta desatada en los últimos años por los tarifazos, la caída del consumo interno debido a la pérdida de poder adquisitivo de la población, las tasas de interés exorbitantes y la apertura de importaciones.
Un trabajo del Centro de Economía Política Argentina (CEPA) muestra que desde diciembre de 2015 a junio de 2019 cerraron 23.051 pymes y se perdieron 146.855 puestos de trabajo industrial.
Con 8 de cada 10 PyMEs abocadas al mercado interno, la caída del 16,3% del poder adquisitivo de la población en estos tres años, resultó en un ancla a la producción.
En parte la inflación que erosionó los ingresos de la gente se explica por la recomposición tarifaria: la electricidad aumentó un 3.240,1% y el gas un 4.096,3%. Este aumento de la energía tuvo un fuerte impacto en el costo de las empresas, al punto de que a muchas las sacó de juego.
En julio pasado la industria acumuló su 15º caída consecutiva, luego de lo que había sido un período de leve recuperación a fines de 2017.
Este año había comenzado con un atisbo de repunte. Hacia mitad de año las PyMEs industriales registraron un incremento en las órdenes de compra y se entusiasmaban con la segunda mitad del año.
“No se trata de simples expectativas positivas para el segundo semestre, sino de órdenes de pedidos efectivas de producción industrial que se ejecutarán durante el resto del año”, decía un informe de la Fundación Observatorio Pyme (Fopyme).
Pero esa esperanza se diluyó tras la devaluación de más del 25% post-PASO, lo que volvió a desatar un vendaval sobre las pymes.
Hoy el escenario vuelve a ser de emergencia, acuciante.
El salto del dólar provocó incertidumbre respecto a los costos de producción, sobre todo en el caso de los insumos que están dolarizados.
A este escenario se suma que la tasa de interés está en alrededor del 85%, lo que hace inviable el financiamiento, lo que también impacta en las cadenas de pago.
En los distintos sectores productivos se observa que los proveedores acortaron los plazos y los clientes alargaron los plazos, lo que somete a las pequeñas y medianas empresas a un gran estrés que en muchos casos hace que se caigan las operaciones.
Daniel Rosato, presidente de Industriales PyMEs Argentinos (IPA), sostuvo que “el cepo trabajo trajo cierta estabilidad con el dólar, pero en las pymes trajo una fuerte caída en las ventas y una rotura de la cadena de pagos”.