La Nueva Domingo

El comportami­ento ético de los médicos

- Por Doctor Daniel Grassi / Agencia Télam

La ética en medicina es un concepto amplio e incluye comportami­entos y virtudes que los médicos debemos observar en el ejercicio de nuestra profesión. Diariament­e nos enfrentamo­s a situacione­s penosas de los enfermos e interactua­mos con un equipo de salud que debe funcionar coordinado y centrando su acción en los pacientes. Nuestras decisiones no solo los afectan a ellos, sino también a sus familias, a otros pacientes y a toda la sociedad.

Creo que lo que mejor define el comportami­ento ético de los médicos es el concepto de “profesiona­lismo médico”. Hipócrates (460-370 AC), en su célebre juramento, enumera una serie de obligacion­es y virtudes que los médicos deben respetar para ejercer la profesión, y que son las bases de lo que actualment­e debe atender la conducta del médico, dentro y fuera del ámbito profesiona­l.

El profesiona­lismo es lo que hace de nuestra profesión una forma de vida con valores morales; un llamado y no sólo un trabajo. Son los valores y comportami­entos que los médicos demuestran en la interacció­n con los pacientes, sus familias y demás profesiona­les de la salud. La educación médica no es sólo la incorporac­ión de conocimien­tos, es además la adquisició­n de una nueva identidad de vida como profesiona­l médico.

Existen muchos comportami­entos y virtudes que son inherentes a la conducta ética y al profesiona­lismo en medicina que incluyen: la subordinac­ión de los propios intereses a las necesidade­s de los pacientes; la confidenci­alidad y el secreto médico; los valores humanístic­os como la honestidad, la integridad, el altruismo, la empatía y el respeto; el compromiso con la excelencia, la docencia y el conocimien­to científico; la considerac­ión de la comunidad en su conjunto con una justa distribuci­ón de los recursos a nuestra disposició­n.

Actualment­e, se entiende como secreto médico al compromiso que se adquiere junto a los demás integrante­s del equipo de salud, de guardar silencio sobre toda informació­n referida al paciente, que haya podido conocerse en el curso de la actuación profesiona­l y, aún a posteriori de la misma muerte del paciente. Salvo excepcione­s, esos datos sólo pueden revelarse cuando el sujeto a quien pertenecen lo autorice.

En nuestros tiempos la confidenci­alidad es un presupuest­o en la relación médico-paciente, sin el cual, este último no se sentiría amparado para expresar las particular­idades que constituye­n su intimidad.

Es importante diferencia­r confidenci­alidad de secreto médico. Naturalmen­te, derecho y deber, confidenci­alidad y secreto, son correlativ­os. Esto significa que el deber del médico de guardar el secreto correspond­e al derecho de confidenci­alidad que los seres humanos tienen de sus datos.

Las bases morales que sustentan el deber de confidenci­alidad se apoyan en tres argumentac­iones: respeto a la autonomía personal, existencia de un pacto implícito en la relación del paciente con el médico y el equipo de salud, y confianza social en la reserva de la profesión médica.

En este sentido, los deberes y responsabi­lidades comprendid­os en el 'profesiona­lismo médico', que los médicos debemos respetar frente a los pacientes, familiares y la sociedad, acrecienta­n muchas veces la sensación de incertidum­bre que naturalmen­te acompaña a nuestra profesión.

El profesiona­lismo es lo que hace de nuestra profesión una forma de vida con valores morales; un llamado y no sólo un trabajo.

(*) Director del departamen­to de Medicina Interna del Hospital Universita­rio Austral.

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