Cuando se habla de “Tito” y “Cacho”, se habla de un pedazo del club La Armonía
Los hermanos Francani tienen una particular historia ligada a la institución de la “V” azulada. Consiguieron el terreno y construyeron la cancha de calle Don Bosco.
Cacho: “Mi familia es fanática. Mi señora y mis hijas, pero putean y por eso no vengo a ver a mis 2 nietos: (Francisco, en la 2004) y (Fidel, 2005) de La Armonía.
Tito: “¡Qué alegría cuando saltamos el alambrado y encontramos un medidor de agua...!. Y estaba el árbol de la entrada, que todavía sigue vigente”.
En el barrio y en el club son, simplemente, “Tito” y “Cacho”.
Ya sea en calle Bélgica, donde está la sede, o en Don Bosco al 2400, el complejo deportivo, los hermanos Víctor Oscar y Juan Domingo Francani son muy queridos y apreciados.
Ídolos con letras mayúsculas, y no precisamente por haberse destacado en un deporte, sino por todo lo que hicieron para que hoy el complejo deportivo del club La Armonía exista como tal.
--¿Porqué están tan ligados a La Armonía? Tito: --De toda la vida, de vivir a media cuadra de la sede (Bélgica 1135). Y de criarnos, al igual que mi padre (Victorino) práctica- mente en el club.
Cacho: --Mi hermano nació en el ‘50 y yo en el ‘47. Por entonces no había nada y jugábamos en los potreros. La Armonía arrancó en los ‘50 en las ligas amateurs de barrios y nos criamos en ese ambiente. Más tarde el club entró en un torneo de baby que hacía 9 de Julio.
“Hinchas a la fuerza (risas). En los ‘60 empezamos a jugar como punteros derecho e izquierdo. A los 14 lo hicimos en la Reserva del torneo oficial. Pero luego nos fuimos a Liniers”.
--¿Llegaron a Primera?
Cacho: --Algunos partidos en Puerto Comercial, en la década del ‘60.
Tito: --Yo no, pero sí lo hice bastante en La Armonía. Igual nos tiraba mucho el armar equipos, dirigirlos. Era lindo jugar los torneos municipales que se organizaban en Las Tres Villas. --Jóvenes formadores. Cacho: --En el fútbol de la Liga del Sur se empezaba a jugar a los 14 años, pero yo lo hice a los 13. Tenía de compañero a “Pelé” Gerardi, que era de La Armonía.
“En el ‘69 la Liga creó la séptima categoría, con chicos de 12 años. Tenía 22 y armé mi primer equipo. La Liga invitaba para jugar un torneo auspiciado por Coca Cola, donde te regalaban las camisetas”.
--¿Qué siguió?
Cacho: --El baby, en el club. Pedimos permiso y utilizábamos el patio de atrás del club. Del ‘77 al ‘80 nos afiliamos -con Néstor Herrero, de Liniers- a la Liga de Tandil (LIFIBA).
Tito: --Teníamos chicos nacidos en 1970/71. Manganaro, Meder, Fabián Tourn y Periga, entre otros. Y con la ‘73, que jugaba Pablo Paz, llegamos a la final en Tandil y Chivilcoy.
--Y no tenían cancha. Tito: --Ni siquiera un terreno donde construir.
Cacho: --Un domingo de mayo de 1983 salimos a buscar terrenos y encontramos este lugar (en Don Bosco). Hicimos gestiones con un amigo (Raúl Silva) que estaba en la comisión del ferrocarril. Conseguimos los planos en catastro y a los 6 meses era nuestro.
“Era campo. Veníamos con otro amigo de Vialidad a limpiar”.
--¿Lo hacían a pulmón?
Cacho: --Y eso que empezamos a limpiar un terreno que está al lado (risas). Menos mal que nos avivamos.
Tito: --Era pico y pala. Para levantar el alambrado contamos con una firma muy conocida. Y pusimos los arcos.
“Competíamos en Tandil hasta el ‘85, cuando se creó la Lifiba (Liga Infantil de Fútbol Bahiense), con mi hermano de presidente.
“En el ‘89, Lifiba pasó a pertenecer al Consejo Menor de la Liga del Sur. Un año después, La Armonía y San Francisco estaban afiliados”, contó.
--¿Cuánto tardaron en construir la cancha?
Tito: --Un año. Trabajó mucha gente. Los vestuarios eran precarios y mientras se estrenaba la cancha se iba armando la tribuna.
--¿Sufrieron la época de los robos?
Cacho: --Ufff... Nos cansábamos de plantar árboles que comprábamos en un vivero de Mascota. Teníamos un camión playo y un tanque de agua que traíamos de la estación del ferrocarril.
“Nos esmerábamos, pero al día siguiente nos faltaban 20 árboles. Otra vez a empezar”.
--¿Por qué está torcido uno de los arcos?
Cacho: --Ja, ja, ja. Quedó así, mal colocado. Lo hizo un canchero que estaba en el club. Son 10 centímetros de inclinación hacia atrás. Al arquero no lo favorece. --¿Culpa del canchero? Tito: --Y..., de todos. No podemos evitar que también estábamos (risas). --¿Qué hacen ahora? Cacho: --Tengo una escuela de fútbol (Efuba, Escuela de Fútbol Bahiense), frente al club, sobre las vías. Es no competitiva, no jugamos torneos; viajamos bastante a otros países: Chile, Paraguay, Brasil...