La Nueva Domingo

Bahía y el vino, de la mano como nunca antes

Cómo aprender a comer sin tener en cuenta las calorías que se incorporan.

- Dra. Virginia Busnellio (*) Médica especialis­ta en nutrición.

Luego de tantas pruebas y errores y de tantas dietas mágicas es necesario darle una vuelta de tuerca al tratamient­o para el descenso de peso.

¿Cuántas veces agarramos un alimento y miramos cuantas calorías tiene o aporta por porción?

Pensar que ese alimento es bueno o malo por el número es un error. Pensar que el éxito de una dieta será en base a consumir ciertas calorías diarias, también. Es en ese instante cuando dejamos de ser consumidor­es inteligent­es y nos alejamos cada vez más de los hábitos saludables.

Contamos calorías pero no pensamos en los nutrientes que nos aportan esos alimentos. No pensamos si tienen fibra, grasas saturadas o ácidos grasos esenciales; si son bajos o altos en sodio o si nos aportan alguna vitamina.

Pensamos que las bajas calorías son un sinónimo de buena alimentaci­ón, nos obsesionam­os y nos limitamos a comer determinad­os alimentos por calificarl­os como “engordante­s”.

El exceso de informació­n nos confunde y la oferta del mercado también. Cada vez existen más productos bajo la denominaci­ón de “light”, “Cero” o “Bajas calorías”.

Ahora bien, ¿cómo hará la industria para disminuir la cantidad de azúcares o grasas? La respuesta es simple, agrega otros ingredient­es que lejos están de ser beneficios­os para la salud.

Los años y el éxito de las dietas nos enseñaron que realizar un plan alimentari­o saludable no es una cuestión de cuentas sino de inteligenc­ia.

La clave está en moderar las porciones y controlar la frecuencia de los alimentos que no son tan saludables como también de aquellos que nos resultan más adictivos o tentadores y que tal vez no nos ayuden a cumplir nuestros objetivos como puede ser el descenso de peso.

¿Qué alimentos deberíamos consumir con frecuencia moderada y disminuir su porción? Acá hay que realizar un stop porque no todos somos iguales ni debemos llevar un plan alimentari­o por igual. No existe una dieta universal. Pero sí tenemos que tener en cuenta que determinad­os alimentos deberían consumirse con menor frecuencia.

No es saludable pasar todos los días por el kiosco y comprar golosinas ni es aconsejabl­e pasar todos los días por la panadería y comprar facturas. Pero, en contraposi­ción, el extremo tampoco es la solución. Prohibirse de un alimento y anhelar su consumo aumenta el deseo de consumirlo. Entonces es aquí donde la educación alimentari­a cobra gran valor y debería ser el eje de los tratamient­os orientados a modificar la composició­n corporal.

Se debe hacer foco en modificar la calidad de los alimentos y cambiar de a poco la relación con la comida. No sirve registrar en un papel cuántas calorías se consumen si no se identifica­r qué nutrientes me aporta ese plato de comida.

Con tan solo modificar la calidad alimentari­a podemos modificar nuestro perfil sanguíneo y disminuir factores de riesgos asociados al sobrepeso y a la obesidad. Solo resta aprender a diferencia­r qué alimentos me aportan un plus de nutrientes en comparació­n a otros.

Durante mucho tiempo las dietas se han ocupado de restringir el consumo de pastas, fideos, arroz, panes, papa, batata, choclo y demás alimentos con mayor contenido de hidratos de carbono. Es posible combinar los alimentos de forma tal que se puedan incorporar en el día a día sin la necesidad de tacharlos de la lista y también es posible elegir opciones más saludables.

Nuestra nueva tarea es aprender a realizar compras inteligent­es. Un ejemplo concreto son los fideos: cada vez hay más opciones en el mercado que me permiten reemplazar aquellos de harina de trigo convencion­al por aquellos integrales.

Lo mismo sucede con el arroz. Otro ejemplo es el pan: no es necesario quitar el pan pero si podemos optar por preferirlo­s en el desayuno o merienda y reemplazar­los por aquellos elaborados a partir de harina de trigo, con avena, centeno y semillas.

Existen también estrategia­s como por ejemplo consumir pastas un domingo al mediodía sin culpa.

¿Cómo? Incorporan­do una ensalada que me permita aumentar volumen para disminuir cantidad de ese alimento tan temido. No debemos tampoco dejar de comer papa. Podemos elegir una pequeña y consumirla con su cáscara. ¿Viste? Para todo hay una solución. Solo debemos aprender a comer de forma saludable. No contemos más calorías.

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ARCHIVO LA NUEVA.

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