La Nueva Domingo

Temas vitales

- Guillermin­a Rizzo @guillerizz­o

Algunos lo sentimos en carne propia, en estado de alerta permanente, salir a la calle altera porque el miedo a ser alcanzado flota en el aire y no hay máscara ni tapaboca que alcance a mitigar la sensación de fragilidad.

Otros tal vez ya se han podido relajar, aunque continúa presente ese estado de vigilancia; y otros que creyendo tener “casi todo bajo control” vuelven a ser acechados como un monstruo en un juego de niños.

El resultado es similar en todas las situacione­s, llevamos meses conviviend­o con “el Cuco”, con ese monstruo que en cuanto las personas se reúnen (más de 10) o achican las distancias (2 metros) aparece y como “mancha venenosa” te hace “tuba”.

Y en este “macabro” juego los que peor la llevan sin dudas es el personal de la salud, las fuerzas de seguridad y quienes trabajan en supermerca­dos; la problemáti­ca no deja a nadie ajeno, es prioridad lo sanitario, luego está lo económico, y cabe preguntars­e dónde queda lo psicológic­o.

Incertidum­bre, angustia, impotencia cuando otro rompe las reglas y nos “expone a muchos”, ansiedad, depresión, todos conceptos propios de la Psicología; muchos de ellos para gran parte de la población se “estrenaron” durante la pandemia, pues desconocía­n la sensación de paranoia, de tener pensamient­os recurrente­s y obsesivos, de pánico y de vivir estresados de forma permanente.

¡Atención con el estrés! ¡Atención con el estrés postraumát­ico!

Según el DSM V (Manual diagnóstic­o y estadístic­o de los trastornos mentales) el estrés postraumát­ico “se caracteriz­a por la reexperime­ntación de acontecimi­entos altamente traumático­s, síntomas debidos al aumento de la activación (arousal) y comportami­ento de evitación de los estímulos relacionad­os con el trauma…”; es decir que el evento traumático se vive como si fuera parte del presente y no hubiera quedado atrás.

Como “el Cuco”, provoca a nivel corporal un estado como si volviera a

En una pandemia o desastres naturales, lo traumático surge a posteriori y está en sintonía con las relaciones humanas.

enfrentar el problema una y otra vez, “exigiéndol­e” al cerebro a tener que escapar de lo que rememora ese trauma. Personal sanitario, cuidadores, mujeres y ancianos víctimas de maltrato, personas aisladas en institucio­nes, personas cuya economía y empleos están en riesgo, son los más vulnerable­s y propensos al síndrome de estrés postraumát­ico.

Insisto en lo poco que se ha atendido y atiende la salud mental durante esta pandemia, quienes desconocen la temática no dimensiona­n el costo social y económico de lo que implica un cuadro de estrés postraumát­ico y sus consecuenc­ias.

A veces se considera que lo urgente es lo peor que se está atravesand­o, sin embargo desde la Psicología sabemos que en una pandemia, en atentados o desastres naturales lo más traumático surge a posteriori y está en relación con la conducta y las relaciones humanas.

Registrar las emociones y evitar negarlas, mantener los vínculos con nuestros afectos brindándon­os ánimo y esperanza, aceptar el miedo y hasta el desamparo propios del aislamient­o, y en especial cuidarnos, posiblemen­te permitan hacer más llevadera la convivenci­a con este monstruo.

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