La pandemia del coronavirus y un legado inexistente
Es real que muchas crisis han tenido consecuencias favorables. Pero muchas otras solamente han logrado profundizar situaciones angustiantes
crisis, una oportunidad”, reza una frase que muchos repiten y ensayan como muestra de sabiduría (china) y también como pretendida postura positiva y hasta optimista frente a momentos complejos, dolorosos, traumáticos.
Academia Española define a esa palabra como un “cambio profundo y de consecuencias importantes en una situación o en la manera en que estos son apreciado”.
LA REAL
puede ser personal, social, económica, política, en materia de educación, de salud, personal. Es un cambio generalmente perturbador, cuyas consecuencias no son simples de medir y que en algunos casos genera consecuencias irreversibles.
UNA CRISIS
no pareciera natural es creer que la existencia de una crisis inevitablemente significa la presencia de una oportunidad. No necesariamente es así, por más que un ideograma chino construya la palabra 'crisis' por yuxtaposición de los correspondientes a 'peligro' y 'oportunidad'.
LO QUE
que ha generado el coronavirus ha desatado una crisis inédita en el planeta, y que en países como la Argentina repercute con mucho más dramatismo debido a su precaria economía, su alto porcentaje de pobreza, su devaluada moneda, su informalidad laboral y su siempre vigente crisis sanitaria.
LA PANDEMIA
ha hecho un poco más visibles todas estas limitaciones, ha agravado las ya existentes y, como han señalado varios sociólogos y especialistas, se ha encargado de sacar “lo mejor y lo peor” de las personas.
LA PANDEMIA
que muchas crisis han tenido consecuencias favorables. Pero también es verdad que otras solo han logrado profundizar situaciones angustiantes y que la memoria corta no ha generado más que respuestas circunstanciales y muchas veces resueltas con la vieja receta romana de instrumentar “pan y circo” para distraer al “populacho”.
ES REAL
cierto que a partir del coronavirus habrá una oportunidad (de mejorar), sería satisfactorio que ese proceso ya estuviera en marcha, poniendo en valor un sistema hospitalario en decadencia, jerarquizando la labor de los sanitaristas y equipando el sistema de manera adecuada.
SI ES
de hacerlo está desde hace décadas. No es la crisis la que debiera impulsarla, sino la decencia y la coherencia.
LA OPORTUNIDAD