El arte de la comunicación eficaz
La complejidad de la comunicación humana hace que nuestros vínculos sean vulnerables y a su vez moldeables. La empatía cumple un papel fundamental.
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Es imposible no comunicar”, reza el primer axioma de la comunicación humana. Su autoría pertenece a Paul Watzlawick (19212007), psicoterapeuta austríaco que formó parte de la Escuela de Palo Alto. Junto a Jackson y Bateson desarrollaron numerosos estudios que sostienen la complejidad de la interacción humana, contrarrestando el viejo paradigma que simplificaba la relación a limitados elementos: receptor, emisor, mensaje y contexto. Sus investigaciones fueron determinantes en el surgimiento de las terapias sistémicas y familiares.
Nace desde entonces una nueva mirada que hasta el día de hoy sigue en avances, explicando la trama multidimensional de la cual formamos parte activa.
Comunicamos con lo que decimos y lo que callamos, con nuestras acciones, gestos, micro gestos, color y volumen de la voz y tono corporal. Comunicamos de manera individual, grupal y por supuesto también las organizaciones como sistemas. Desde el organigrama de una empresa, la definición de su logo, los vínculos con sus grupos de interés (comunicación interna, clientes, proveedores, comunidad, vecinos, etc.), el formato de los mails y el contenido de sus redes sociales... todo comunica.
Y el poder de esta interacción dinámica y constante está en la interpretación de los receptores, contradiciendo las viejas creencias que aseveraban que el mensaje en sí mismo y su emisor eran el eje central de la comunicación humana. Recordemos frases del claustro educativo de hace algunas décadas: cuando las y los docentes
solían decir “lo explico una vez y con eso lo doy por entendido”, subestimando a sus oyentes y dando por sentado que todas las personas comprenden e interpretan en el mismo tiempo y forma. La didáctica posmoderna cambia el eje del proceso de aprendizaje comprendiendo que cada sujeto interpreta la realidad según sus propios mapas. De esta manera la todo cobrará sentido según el cristal con el que cada una de nosotras y nosotros descifremos lo que nos rodea. Vivimos, según el Coaching ontológico en “mundos interpretativos”.
“Entre lo que pienso, lo que quiero decir, lo que creo decir, lo que digo, lo que quieres oír, lo que oyes, lo que crees entender, lo que entiendes, existen nueve posibilidades de no entenderse”.
La complejidad de la comunicación humana hace que nuestros vínculos sean vulnerables y a su vez moldeables.
La empatía cumple un papel fundamental en esta interacción: poder conectar con el otro/a de tal manera que logremos sintonizar emocionalmente y ponernos en su piel y sus zapatos. Esa empatía es el canal que le da sentido a las frases y palabras, permitiendo un feedback positivo y generando una comunicación más eficaz.
Formamos parte de un entramado que se superpone a roles y funciones, somos parte de la red comunicacional retroalimentando nuestro entorno constantemente.
Podemos tomar responsabilidad de manera individual (y fundamentalmente si asumimos puestos de liderazgo dentro de las organizaciones) haciendo foco en chequear la información que recibimos, así como la comprensión de los mensajes que emitimos. Con asertividad y claridad respecto de lo que necesitamos y esperamos de los demás, evitando frases ambiguas que quedan abiertas a la interpretación libre. Cuanto más conectados estemos con nosotras o nosotros mismos, con nuestras emociones e intenciones, eso se verá directamente reflejado en todo lo que comuniquemos.
Desde lo organizacional la imagen será más transparente y sólida si se lleva adelante el desafío de fortalecer la trama vincular, la comunicación interna y la coherencia entre lo que se diga, se piense y se haga. Así la danza conversacional será más eficaz y cuidadosa de las relaciones humanas.
La UIBB a través de profesionales especializados ofrece consultorías y coaching para alcanzar estas metas, diseñando dispositivos y programas personalizados según las necesidades y cultura de cada organización.
Comunicamos con lo que decimos y lo que callamos, con nuestras acciones, gestos, micro gestos y volumen de la voz.