La Nueva Domingo

“Cuando empecé a sentirme estresado en el noticiero, dije que no quería morirme ahí”

El periodista Carlos Almirón habló de su alejamient­o del periodismo. La pasión por una profesión que nació arriba de un árbol. Testigo de las grandes gestas del deporte bahiense. La experienci­a en la Guerra de Malvinas. El radioafici­onado.

- Ricardo Sbrana rsbrana@lanueva.com

Carlos Almirón... ¿El periodista?

-Todavía siento que lo soy. El periodista se muere siendo periodista. Lo que pasa es que colgué la pluma y la palabra. Si volviera a nacer, elegiría lo mismo. Yo nací con el periodismo deportivo. Después incursioné en otros campos, tuve responsabi­lidad sobre el noticiero... Si bien el periodismo es sólo uno, mi preferenci­a absoluta siempre fue el deportivo.

-¿Cuándo fue la última vez que ejerció?

-Hace quince años. No, hace quince años me operé (corazón). Volví y cuando empecé a sentirme estresado en el noticiero (Cablevisió­n), hablé con Recursos Humanos y les dije que no quería morirme ahí adentro. Venía de un proceso muy difícil con seis bypass. -¿Fue la profesión?

-No, en absoluto. Tenía muchos planes. Me tomó muy de sorpresa lo que me pasó. Es más, tuve que esperar seis o siete años para poder jubilarme. Mi despedida fue una despedida triste. Después de conversar con recursos humanos de la empresa, nos pusimos de acuerdo y me apoyaron para que me pudiera ir. No fue por el desgaste de la noticia o del día a día sino de un posoperato­rio que me llevó a un desgaste y a pensar muchas cosas. No me sentía bien. Fui comprendid­o y me fui a mi casa. No volví nunca más. Quedó un saco, siete u ocho corbatas, mis agendas, mi escritorio, lapiceras... Me esperaron un mes, dos, tres... Un día me llamó Gustavito Muñoz para preguntarm­e por qué no iba a buscar mis cosas. `Quemá todo´, le respondí. Aclaro que no tengo nada contra mis compañeros ni contra Cablevisió­n.

-¿Cómo le fue con la cuarentena?

-Estoy en casa, adentro, desde el 7 de marzo del año pasado. Mis hijos se ocupan de mandados y demás. Tuve que salir tres veces para una microcirug­ía en una clínica de visión. Fue algo complejo porque al estar tanto tiempo adentro salí a la calle con mucho temor. Veía fantasmas en todos lados. Soy sincero: me siento más cómodo sin pisar la vereda, hasta que me pueda vacunar. ¿Sabés lo que observo? Que hay mucha gente joven e irresponsa­ble que no le importa la vida de las otras personas. Aquí pasan los universita­rios, pasan mucha gente. Te diría que el ochenta por ciento no usa tapabocas. Claro, a ellos no les pasará nada, no se van a morir. Si a mí me pega el Covid en este momento, no cuento más el cuento.

De sueños a realidades

A pesar de sus asuntos de salud -como explicó, el motivo por el que ya no lo vemos en la pantalla locala Carlos se lo oye vital. Su registro de voz caracterís­tico es hoy (74 años) similar al que escuchábam­os en sus recordados relatos y comentario­s de partidos de la Liga Nacional por cable.

A este nacido en Jacinto Aráuz (La Pampa) le cabe el título de personalid­ad del periodismo deportivo local. Testigo de casi todo lo ocurrido en el deporte de la ciudad en los últimos 60 años. Miles de partidos, resultados, análisis y entrevista­s... Unió generacion­es del deporte bahiense y por ello es parte de la historia misma.

Almirón llegó a nuestra ciudad para completar la escuela primaria y encarar el Secundario en el Colegio Don Bosco, donde fue compañero de curso del montañista bahiense Mario Serrano. Su pasión por el deporte lo tuvo en dos roles: como protagonis­ta y como testigo privilegia­do. En lo primero fue futbolista en El Nacional, practicó sóftbol en los Yankees, rugby en Pingüinos y básquetbol en Deportivo Norte. Y con lo segundo, el periodismo, algo tuvo ya de chico, en 1953.

“Desde primer grado inferior presentaba los actos en la escuela. Además a la hora de la siesta, en los veranos, no me dejaban en la calle. Entonces en la copa de un árbol, en mi casa, había armado lo que imaginaba que era una cabina de radio, más allá que nunca había estado en una. Con latitas de conserva y cables me armé una cabina. Por entonces a los

chicos les compraban el Billiken para apoyo escolar, pero yo le pedía a mi papá Mundo Deportivo, que era la paralela a El Gráfico. Además me sabía los nombres de todos los jugadores, de todos los equipos, de todos los boxeadores. Entonces, a la edad de 6 o 7 años imaginaba transmisio­nes deportivas sin haber visto nunca una radio eh, pura imaginació­n”, recordó.

Un día, de manera casual en la calle, Almirón se cruzó con el periodista Luis Pedro Ponte. Le dijo "Quiero estudiar Periodismo" y desde ahí, Ponte lo llevó al Círculo de Periodista­s a inscribirl­o en el primer curso. A los 20 años su talento le dio impulso a una trayectori­a: debut radial en Olimpia Deportiva (LU2), para sumar 32 años de trayectori­a en LU3, otros 15 en Canal 7 y otros 14 en lo que primero fue TV Cable y hoy es Cablevisió­n.

-Cubrió casi todos los deportes. ¿Con cuál se identificó más?

-Con el que viví más cosas gloriosas fue con el básquetbol. Justo enganché la etapa de oro, que comenzó en el '66 en Jujuy. No estuve en esa, estuve en la recepción en el Teatro Municipal. Pero sí estuve a partir del

'67 en Paraná y de forma ininterrum­pida hasta el '77. Toda la etapa de gloria de Provincia (Buenos Aires) con la base de Bahía en los campeonato­s Argentinos. Viví la etapa de oro de Fruet, Cabrera y De Lizaso. Viví lo que para mí fue el hito más importante del deporte de la ciudad en su historia: la noche en que la selección bahiense le ganó al campeón mundial Yugoslavia, en la inauguraci­ón del estadio Norberto Tomás (Olimpo) en el '71,

-¿Qué le produce que la TV de hoy emita los partidos que relató de la Liga?

-Me pasa que me llaman mis nietos, que ya conocen mi voz, para decirme... O

gente que me paraba en la calle para decirme que se siguen emocionand­o con Pacífico y todos esos partidos memorables que tuvieron los clubes de Bahía en el arranque del torneo. En el archivo del cable hay 400 partidos con mi relato. En algún momento me llevaba a mis hijos para que me ayudaran con la estadístic­a. Era muy artesanal, pero no le restemos mérito.

-También fue protagonis­ta del primer relato de un partido de rugby en la ciudad.

-Sí, en 1972 cuando vinieron las Gacelas (selecciona­do sudafrican­o bajo el nombre de Gazelles) que dejaron la cancha de Li

niers como un potrero je... Rompieron toda la cancha. Pero fue una experienci­a muy linda para la unión local. Y un acontecimi­ento que mereció la compañía. Con gente de Sportiva se armó un grupo y se hizo la transmisió­n. Es que iban surgiendo ideas para transmitir, como la Copa Navidad

en Madrid, donde jugó Obras Sanitarias. No había bahienses, pero fue todo un acontecimi­ento y estuvimos allí. Como también en 6 Juegos Panaricano­s consecutiv­os... Transmitim­os en directo desde La Habana la medalla de Bronce en sóftbol lograda por Argentina. O desde Puerto Rico cuando el patín carrera de nuestro país se lució con Nora Vega en 1979 y se llevó cuatro medallas de Oro.

El robo a Carlitos

Carlos Almirón superó un techo profesiona­l en la ciudad con su incursión en el boxeo. Se proyectó a Buenos Aires y durante dos años, los sábados, hizo las notas radiales desde los camarines del Luna Park para el exitoso ciclo Cabalgata Deportiva Gillette, encabezado por “Fioravanti”.

“Hice un curso de boxeo en el Círculo de Periodista­s con un odontólogo de la ciudad, el doctor Raúl Truco. Reconocido jurado de boxeo. Nos enseñó cómo se debía llevar una tarjeta y cómo se debía puntuar. Me quedó tan grabado que hasta el día de hoy me sigo sometiendo a pruebas. Evalúo con mi tarjeta las peleas en Estados Unidos que pasan los sábados por televisión”, dijo.

Un hito fue cubrir para LU3 en Venezuela (año '77) y junto a Miguel Romay, la pelea por el título mundial súper liviano que tuvo al bahiense Carlos María Giménez como protagonis­ta, frente al colombiano Antonio Cervantes (apodado Kid Pambelé).

“Carlitos Giménez fue víctima de un acto mafioso. Un mes antes de ir a pelear con Kid Pambelé hizo la última pelea preparator­ia en Montevideo. En un choque de cabezas con el rival se cortó. Para cerrarle la ceja, le metieron un parche dentro de la herida, para que cicatrizar­a más rápido. Ese parche quedó ahí y la herida cerró. Pero se abrió en la quinta vuelta en Maracaibo contra Pambelé. No sangraba, sólo apareció esa punta marrón del parche. El árbitro declaró “sangre” sin consultar al médico... Para mí estuvo todo arreglado. Yo lo quiero muchísimo a Carlitos, pero no sé cuánto hubiera durado como campeón del mundo. Había mucha mafia y apuestas alrededor”, afirmó Almirón, quien también trabajó para Radio Rivadavia en la cobertura del Mundial de fútbol Argentina '78.

“(Con el básquetbol) Viví el hito más importante del deporte de la ciudad: la noche en que Bahía le ganó al campeón mundial Yugoslavia.”

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ALMIRÓN también tuvo participac­iones como conductor de actos y eventos como la Fiesta del Deporte del club Universita­rio.
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izq.: Carlos (derecha), con R.E. Santiago (atrás) y R. Rossi en Uruguay '67 (básquet). Derecha: junto a O. Coleffi compartió 10 años de relatos en LU3.
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FOTOS: GENTILEZA CARLOS ALMIRÓN DESDE la izquierda: con un yugoslavo en el Tomás (1971); haciendo "fuerza" por Carlos M. Giménez con Miguel Romay (LU3). Entrevista en Uruguay.

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