El primer contagiado lleva un año donando sangre para ensayos
Un año después de haberse convertido en el primer argentino contagiado con coronavirus, el empresario Claudio Ariel Pazzi, cuenta que atravesó toda la pandemia donando sangre para colaborar con investigaciones médicas ya que aún hoy registra anticuerpos en su organismo.
Claudio Ariel Pazzi es soltero, tiene 44 años, vive en Puerto Madero y en febrero de 2020 había viajado a Europa para visitar ferias internacionales y exposiciones de los cueros sintéticos y materiales que comercializa para la industria nacional de la marroquinería en sus locales de Boedo desde hace 24 años.
El 3 de marzo, dos días después de llegar desde Barcelona, le diagnosticaron que esa fiebre que ya sentía en el avión era producida por el Covid-19, el primer caso en el país.
Pazzi afirmó que, “desde diciembre de 2019, venía escuchando del coronavirus, siempre sobre lo que pasaba en China. A los pocos días, se empezó a escuchar de casos en Italia ,y para cuando viajé a Barcelona, ya tomaban la temperatura a los pasajeros; en el viaje de regreso a Buenos Aires dormí cerca de 12 horas y como al aterrizar me sentía un poco afiebrado y tenía una leve tos decidí ir a que me revisaran de manera preventiva porque tenía todo arreglado para un viaje laboral a Brasil la semana siguiente”, apuntó.
“Yo no me sentía mal, era un poco de tos y de fiebre, síntomas que capaz que con una siesta se me iban, pero ni bien llegué ese 1 de marzo y les expliqué de dónde venía me hicieron el hisopado para el test PCR y me derivaron al hospital Agote”.
“Dos días después, el 3 de marzo, llegó el resultado del test y vinieron los médicos y me sentaron para explicarme que yo era la primer persona de Argentina diagnosticada con Covid-19; así que me explicaron que tenía que quedarme 14 días internado”, rememoró.
El empresario enfatizó que, “el momento del alta del hospital” fue para él “muy importante” porque no estaba acostumbrado al encierro.
“El 9 de abril del año pasado doné por primera vez una muestra de sangre al BioBanco de Enfermedades Infecciosas ; allí investigadoras del Conicet trabajan para procesar y almacenar los productos derivados de esa sangre, como suero y células”, resaltó.
“Desde mi infección, doné muestras de sangre en cinco oportunidades y mi suero se utilizó, entre otras cosas, para medir la presencia de anticuerpos y cómo estos variaban en el tiempo; así pueden observar que hasta el día de hoy, si bien han disminuido en cantidad, aún mantengo cantidades detectables”, comentó.
El empresario aclaró: “Aunque ya decidí darme la vacuna, todavía no me anoté porque siento que primero tienen que estar los que más la necesitan”.