La Bahía Oscura que debemos asumir
El Índice de Pobreza Multidimensional arrojó datos significativos. Trabajaron en el informe las doctoras en Economía María Emma Santos y María Marta Formichella.
os datos alarman. Y muestran la peor cara de una ciudad que ya no es ajena a lo más inmoral de
Lla desigualdad: la pobreza. En este caso, con registros que erizan la piel.
Por ejemplo, el 28 por ciento de la población –estimada en unas 82 mil personas, de las cuales casi 30.000 son niños, niñas o adolescentes- habita en hogares insertos en aquella condición. A su vez, 46.476 vecinos viven en situación de inseguridad alimentaria.
Las doctoras en Economía María Emma Santos y María Marta Formichella se desempeñan en el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales del Sur (IIESS), ámbito que depende de la Universidad Nacional del Sur y el Conicet.
Ellas fueron parte de un trabajo pormenorizado que incluyó el procesamiento de datos aportados por 1.421 hogares bahienses que abarcan a 4.199 personas.
Se trata del Índice de Pobreza Multidimensional que analiza indicadores agrupados en los siguientes ítems: Vivienda, Servicios Básicos, Alimentación y Salud, Educación, Empleo y Seguridad Social.
Entre otros datos a los ya expuestos, surgió que el 8 por ciento de la población vive en hogares con hacinamiento para dormir, con los perjuicios que ello im- plica para la salud y el desarrollo del grupo que va de 0 a 17 años de edad.
Pero hay mucho más por analizar. Y para tomar debida conciencia de una realidad que, como mínimo, avergüenza. *** -Cuando hablamos de pobreza multidimensional, ¿a qué nos referimos?
-Es una especie de radiografía de la situación global de la pobreza. No sólo pasa por advertir la pobreza monetaria, sino de ver si los hogares presentan varias privaciones al mismo tiempo. Es allí donde estamos insertos en una franja de pobreza multidimensional. Con diferentes grados. Intensa o severa.
“Claramente la franja etaria más vulnerable es la que va de 0 a 17 años. Nos interesa especialmente poner el foco allí. Cualquier intervención política positiva en ese segmento, cuanto más temprana sea la edad del chico va a tener mayor impacto y podrá cambiar la trayectoria de su vida”. (María Emma).
-Nos llenamos la boca hablando de la educación, de la necesidad de fortalecerla mediante políticas estructurales, pero lo que surge de esta muestra es, como mínimo, desalentador.
-Hay diversos estudios que muestran que si no se lleva a cabo una intervención surge lo que se llama ‘trampas de pobreza’. Es decir, que los menores que crecen en estos hogares tienen mayor probabilidad de no alcanzar un alto nivel educativo. Y eso puede tener un correlato negativo en su futuro. Se aprecia en estos datos.
“Quienes poseen un menor nivel educativo tienen mayores dificultades en el mercado laboral. Es probable que realicen changas con pobres ingresos, que no tengan aportes jubilatorios, etc. ¿Y qué sucede si un menor llega a adulto y transita esas condiciones? Formará otro hogar pobre. Ese círculo no para, a no ser que existan intervenciones políticas positivas hacia esos menores”. (María Marta).
-¿La intervención que plantea pasa exclusivamente por la escuela?
-No. Claramente se trata de una de las instituciones más importantes de la sociedad, pero tenemos que comprender que existen situaciones de origen que
Del trabajo de investigación realizado surgió que el 8 por ciento de la población vive en hogares con hacinamiento para dormir,.