La Nueva Domingo

“Cuantas más vacas tengamos, menos incendios vamos a sufrir”

- Guillermo D. Rueda grueda@lanueva.com

Con una visión moderament­e objetiva, podría decirse que la visibilida­d de la problemáti­ca apareció cuando grandes ciudades (Rosario, Santa Fe y CABA, por ejemplo) se cubrieron del humo provenient­e de los incendios de pastizales de humedales ubicados en la zona del delta del río Paraná.

Por estos días, el debate de los diputados en el Congreso de la Nación ha tomado un vértigo nunca visto, en una actitud diferente a la evidenciad­a en los años 2013, 2016 y 2021, en que los proyectos perdieron estado parlamenta­rio (en los dos primeros sólo pasó el Senado) por la falta de tratamient­o en tiempo y forma.

De la ley de humedales, y de los reclamos de entidades ecologista­s (por citar una referencia genérica), donde Bahía Blanca aparece fuertement­e involucrad­a por una costa de caracterís­ticas biológicas y geográfica­s únicas en una superficie de 262.000 hectáreas y con la gaviota cangrejera a la cabeza, ya se han aportado suficiente­s razones que argumentan tomar decisiones al respecto (que, al parecer, más temprano que tarde sucederá).

Pero de la suma de opiniones de actores principale­s, especialme­nte aquellos que son acusados de ser autores de los citados incendios en las islas del Paraná, surgen nuevos elementos en voces de quienes nunca tuvieron voz ni voto. Y menos en estos ámbitos.

El productor ganadero José Luis Peter, de Villa Paranacito, del departamen­to Islas del Ibicuy, en la provincia de Entre Ríos, dijo que en los campos con modelos silvopasto­riles no hay incendios.

“Acá lo que se quema es pasto y al pasto lo come la vaca; cuantas más vacas tengamos, menos incendios vamos a sufrir”, aseguró.

Y a esta altura, es convenient­e desglosar.

“Los sistemas silvopasto­riles bajo plantacion­es forestales surgen como respuesta a las necesidade­s de cada zona, no sólo por ser un sistema viable y adaptable, sino también por resultar en una serie extra de beneficios para la actividad ganadera y para los productore­s que lo implemente­n, destacándo­se, entre ellas, el atractivo retorno que presentan”. (Fuente: Luccerini Sabrina A., Subovsky Esteban D. e Ing. Agr. Borodowski Esteban, FAUBA).

Peter añadió que siempre vivió en el humedal y que sabe, como pocos, de qué se trata cuando se habla de inundacion­es y de incendios (como la consecuenc­ia de aquellas lluvias que originaron pastos crecientes en forma inusitada).

Si remarcó esta identidad como productor ganadero es porque la ley que se está tratando propone la creación de un consejo consultivo conformado por representa­ntes políticos y de diferentes organismos afines a la cuestión, pero con los isleños invisibili­zados.

“Si se supone que es un proyecto de consenso, no hay razones para que el consejo consultivo excluya a quienes vivimos allí”, sostuvo.

En la misma línea, pero desde un punto de vista científico, algunos expertos en el tema sostienen que es un error relacionar a los incendios (que admiten realizar algunos ganaderos) con los humedales.

“Son temas diferentes”, dijo el investigad­or del Conicet y del INTA, Jorge Adámol, quien también es profesor de Ecología en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.

“Una ley no va a resolver la emergencia de los incendios. Las mismas áreas, que hoy se queman, hace pocos años eran las que se inundaban. Eso no es raro, porque los ambientes de humedales están sometidos a fuertes fluctuacio­nes”, explicó.

Adámol fue más allá cuando alentó la inclusión de planes de contingenc­ia (“en lugar de salir corriendo a buscar aviones hidrantes en un momento, o botes en otro”).

Y como al federalism­o se vuelve siempre —al menos en lo dialéctico— conviene sumar la opinión de ganaderos, y de otros productore­s, que viven a la vera del delta del Paraná.

“Cuanto más lejos estamos de Buenos Aires, más sufrimos la falta de federalism­o. Por eso nada mejor que el propio lugareño para cuidar el medio ambiente. Muchas veces, desde un décimo piso de CABA se generan proyectos que no tienen en cuenta a muchos de los argentinos que viven al margen de los beneficios que dan las grandes ciudades”, aseguró el diputado Jorge Rizzotti, por Jujuy, quien además es titular de la Comisión de Transporte­s de la Cámara Baja.

Por otro lado, ni la ley ni la ganadería. Tal la concepción de la diputada santafesin­a Ximena García.

“Desde el primer momento aclaramos que esto no viene a resolver el problema de las quemas. La ley de humedales debe generar políticas a mediano y largo plazo, y certidumbr­es y seguridad jurídica, para saber dónde y cómo se puede producir”, amplió.

“Las posiciones fundamenta­listas y extremas bloquean el debate. Es posible tener un futuro donde ambiente y producción sean compatible­s”, concluyó.

Justamente, entre veredas fundamenta­listas y extremas parece encontrars­e estancado el debate. Mientras tanto, los isleños se preguntan: “¿Se trata la ley de humedales por los incendios o incendian para tratar la ley de humedales?*

Los debates por el (varias veces) postergado tratamient­o de la ley de humedales deja al descubiert­o las aristas menos pensadas, algunas de ellas sobre la ganadería.

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