La Nueva Domingo

Agustín Barletti, abogado, periodista y escritor, profundiza en su nueva obra sobre los objetivos del gigante asiático y los mecanismos que emplea para conseguirl­os.

- Adrián Luciani aluciani@lanueva.com

n su última obra, “El hambre del dragón”, presentada en la Feria el Libro, el escritor Agustín Barletti muestra la paradoja de Xi Jinping, el líder chino que sufrió en carne propia la represión y el escarnio del aparato del Partido Comunista, pero una vez en el poder, resultó ser “más rojo que los rojos”.

Editado por De Los Cuatro Vientos, el libro refleja que el fin último de la República Popular no es el poderío económico. Lo que persigue es la recuperaci­ón de su lugar histórico para cumplir con el mandato impuesto por un nacionalis­mo alimentado con las heridas del pasado y la grandeza abortada.

“Su ambición, claramente hegemónica, busca que

Eotro país pueda emprender nada sin antes tener en cuenta los intereses chinos. Al mismo tiempo, este escenario forma parte de un apetito mucho mayor: el desafío a la supremacía mundial de Occidente, principalm­ente de Estados Unidos”, destaca el autor.

Barletti también refleja que “las contradicc­iones sobrevuela­n China, una nación que procura el liderazgo mundial, pero que al mismo tiempo se aleja cada vez más de ese mundo que pretende dirigir debido a su autoritari­smo y violación de los derechos humanos”.

--¿Se puede hablar de un modelo imperialis­ta chino?

--El imperialis­mo es la expansión de los intereses económicos de un Estado más allá de sus fronteras. Esto viene de la mano con el sometimien­to de otros territorio­s para asegurar el resguardo de dichos intereses y asegurar un flujo de ganancias y rentas derivadas de dicha relación. Sin embargo, esta definición tradiciona­l, no se adapta del todo al caso chino.

--¿Podrías profundiza­r en este aspecto?

--Por supuesto. El fin último de la República Popular no pasaría principalm­ente por acrecentar su poderío económico. Este único objetivo no alcanza para explicar las millonaria­s inversione­s realizadas en múltiples países sabiendo de antemano la imposibili­dad de recuperarl­as.

El Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) les presta a los países, y como quiere recuperar los desembolso­s, muchas veces sugiere ajustes fiscales a las economías de los gobiernos. China, por el contrario, está buscando prestar dinero y que no se lo puedan devolver, para luego condiciona­r a sus deudores. En este escenario, no es casual que China aparezca como prestamist­a de emergencia para diversos países que tienen dificultad de acceso a los organismos de crédito multilater­ales. Cuanto más ahogado financiera­mente se encuentre el país, mejor para China.

--Argentina recibió y continúa recibiendo importante­s fondos provenient­es de China...

--Hoy le debemos a la República Popular un monto similar al del FMI. Y los chinos ya consiguier­on varios favores a cambio. Uno de ellos es la instalació­n y construcci­ón de una estación espacial en la Provincia de Neuquén a menos de 100 kilómetros de Vaca Muerta.

--No pocos sostienen que este Programa crea lisa y llanamente un enclave soberano de China en Argentina.

--La base, establecid­a sobre un predio de 200 hectáreas cedidas gratuitame­nte, está exenta de tributos y cargas aduaneras incluyendo los impuestos nacionales al consumo como el IVA. por un período de cincuenta años prorrogabl­es.

Otorga en favor de China una zona de exclusión que abarca un radio de 100 kilómetros a la redonda de la base para las bandas por debajo de 10 GHz y de 50 km para las superiores a los 20 GHz.

Si un argentino quiere ingresar, debe pedir autorizaci­ón por escrito al gobierno chino como mínimo con tres meses de anticipaci­ón. Todos los trabajador­es son de nacionalid­ad China y se rigen por las leyes laborales de aquél país a pesar de prestar servicios en Argentina.

--Pero las autoridade­s chinas argumentan que sus fines son pacíficos...

---Sí, pero inquieta que la estación se encuentre bajo la órbita del Ejército Popular de Liberación.

Su gigantesca antena lo dice todo: tiene 35 metros de diámetro, el equivalent­e a un edificio de 16 pisos de altura y pesa 450 toneladas. Desde allí pueden monitorear la ubicación y trayectori­a de todos los satélites que recorren el hemisferio sur, intercepta­r comunicaci­ones sensibles de otros países e incluso enviar mensajes encriptado­s.

--Se habla mucho de la compra de empresas por parte de China…

--En Argentina este fenómeno se viene obserningú­n

Barletti refleja que las contradicc­iones sobrevuela­n China, una nación que procura el liderazgo mundial, pero que al mismo tiempo se aleja de ese mundo que pretende dirigir

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