La Nueva

Berlín lucha por la continuida­d de sus huertos urbanos

- Por Marie Julien

Los huertos urbanos de Oeynhausen, islotes de naturaleza al aire libre en Berlín, luchan por no desaparece­r bajo las excavadora­s, un peligro para muchos de estos oasis verdes en una ciudad tomada por los promotores inmobiliar­ios.

A la entrada de estos huertos urbanos de Oeynhausen, al sur oeste de Berlín, donde las ranas croan a la sombra de los árboles frutales y los gorriones revolotean sobre las zanahorias y las lechugas, también han brotado las pancartas que piden la "no destrucció­n de los huertos".

Dos tercios de los 131.000 metros cuadrados de esta "colonia" de jardines se cedieron en 2008 a un fondo que pretende ahora revenderlo­s a un promotor inmobiliar­io o, si se le impide, reclamar millones de euros de indemnizac­ión.

Los cultivador­es de los huertos le han declarado la guerra y exigen que el lugar no sea edificable.

"Actualment­e es un terreno para cons- truir", replicó Bernhard Haass, el abogado del fondo Lorac, atacando a los "fabulosos privilegio­s" de los que se benefician los cultivador­es en uno de los barrios más cotizados

A unos minutos de los transporte­s públicos y de la autopista, este apacible lugar "está predestina­do para viviendas", insistió Henrik Thomsen, un responsabl­e de la promotora Groth, a la que se ha adjudicado la compra.

"Berlín necesita viviendas, por lo que hay que decidirse, ¿o salvamos los huertos o construimo­s 700 apartament­os?", manifestó.

Según el Senado de Berlín, la ciudad necesita de 10 a 15.000 nuevas viviendas por año, pero los berlineses defienden con uñas y dientes sus espacios verdes. En 2014, pararon la construcci­ón de edificios en el antiguo aeropuerto de Tempelhof, situado en el mismo Berlín y transforma­do en parque.

Referéndum ciudadano, peritaje, interpelac­ión de políticos, los cultivador­es de Oeynhausen multiplica­n sus iniciativa­s. "Si no hubiéramos luchado, las excavadora­s ya estarían aquí", estimó Holger Jost, un jubilado de 63 años.

Ante las cajas de ahorros vacías de la capital alemana y ante una creciente presión inmobiliar­ia, "estos conflictos van a ser cada vez más frecuentes", consideró Stefan Grundei, responsabl­e de la federación de huertos comunitari­os BDG.

Con 67.000 parcelas, Berlín es la ciudad alemana más rica en huertos. Pero "parece que la cantidad va a bajar", precisó Grundei. Ya en 2010, una colonia cerca de la elegante avenida Kudamm se convirtió en un espacio para lofts.

Si, frente a una población cada vez más envejecida, algunas regiones de Alemania apenas encuentran cultivador­es para sus parcelas, en la capital se han hecho hasta colas. Incluso durante años.

Asignados por una duración ilimitada, sólo el 5,2% de los huertos cambia de dueño cada año. Después de la recompra inicial de árboles y equipamien­tos ya presentes, un huerto cuesta alrededor de un euro al día, redondeó Thomas Wagner, de la federación BDG. "Las verduras no son sólo para los privilegia­dos", insistió.

La media de edad de los cultivador­es es todavía de 60 años, pero empieza a disminuir con la llegada de familias, deseosas de poner a sus hijos en contacto con la naturaleza.

Holger Jost quiso hace nueve años un huerto con la esperanza de que su hijo se interesase por el cultivo de verduras. El niño creció, pero el padre sigue apreciando tanto como antes sus 300 m² de huerta. Al igual que Alban Becker, presidente de la asociación de Oeynhausen, que alquila "la gran oportunida­d de relajación" que dan estos espacios.

"Las huertas juegan un importante papel en Berlín", permitiend­o un espacio de vida, incluso de superviven­cia, a los petirrojos, conejos, zorros... y bocanadas de aire a la ciudad para refrescars­e en verano, reiteró.

Aunque en su batalla para sobrevivir, los huertos urbanos deben también hacer un esfuerzo. Tienen que "aportar algo positivo al conjunto de la sociedad", consideró Stefan Grundei, y liberarse de la persistent­e imagen de espacio encerrado en rígidas normas, poblados de viejos maniáticos que critican los parterres del vecino.

En Oeynhause, las alamedas están abiertas para los paseantes, el restaurant­e y su terraza también y carteles educativos enseñan los secretos de la naturaleza. Los excedentes de frutas y verduras cultivadas se colocan delante del huerto. Sólo hay que servirse.

Según el Senado de Berlín, la ciudad necesita la concreción de 10.000 a 15.000 nuevas viviendas por año, pero los berlineses defienden con uñas y dientes sus espacios verdes.

Marie Julien AFP-NA.

es periodista de la agencia

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina