El riesgo es muy grande
Basta con consumir apenas 5 gramos diarios de grasas trans para aumentar un 25 por ciento el riesgo de enfermedades cardiovasculares, según lo advierte la Organización Mundial de la Salud.
Como explica el ministerio de Salud de la Nación, si bien ofrecen ventajas a la industria de los alimentos, las grasas trans tienen efectos adversos para la salud humana.
Por ejemplo, aumentan el riesgo de enfermedades cardiovasculares, de muerte súbita de origen cardíaco y de diabetes mellitus.
Esto se debe a que provocan un incremento en sangre del colesterol LDL (el llamado "colesterol malo").
Su exceso tiende a adherirse y engrosar las paredes de las arterias y venas de todo el organismo, incluyendo corazón y cerebro.
A la vez, esto conlleva a la disminución del colesterol HDL (conocido como "colesterol bueno"), lo que provoca una disminución de la capacidad para regular, eliminar y reciclar el colesterol.
¿En qué alimentos pueden hallarse hoy las grasas trans?
Se encuentran en margarinas sólidas y en infinidad de productos procesados de repostería y pastelería, baños para tortas, golosinas y productos de copetín.
Su presencia en alimentos industrializados es frecuente en la Argentina, según advierte la Sociedad Argentina de Nutrición.
Pero el conocimiento sobre los efectos dañinos de las grasas trans para la salud cardiovascular no es nuevo.
Ya en mayo de 2004, en el marco de la Asamblea Mundial de la Salud, la Organización Mundial de la Salud recomendó eliminar las grasas trans de los alimentos procesados destinados al consumo humano.
En la Argentina, por el momento, existe un límite al contenido de grasas trans en los alimentos.
"El contenido de ácidos grasos trans de producción industrial en los alimentos no debe ser mayor del 2 por ciento del total de grasas en aceites vegetales y margarinas destinadas al consumo directo y a 5 por ciento del total de grasas en el resto de los alimentos, sostiene el Código Alimentario Nacional.
Estos limites no se aplican a las grasas provenientes de rumiantes, incluyendo la grasa láctea. Comentá esta crónica en lanueva.com