Un flagelo que no cesa
Si hay algo que caracteriza a este Gobierno, más allá de muchas consideraciones que puedan hacerse, es su patológico empeño por sostener realidades que solo existen en su imaginación.
Es lo que ocurre con uno de los dramas históricos de la Argentina, cual es la pobreza.
No hay estudio independiente que no sostenga que la pobreza alcanza a más de un cuarto de la población, pero la administración Fernández, empantanada en sus amañadas estadísticas (o “no estadísticas”) sostiene que ese flagelo es infinitamente inferior.
Quizás sean demasiados los funcionarios que, tan ocupados en sus tareas, no tienen tiempo ni de salir a la calle a caminar un poquito entre gente común y corriente que hace malabares para sobrevivir, incluidos aquellos que hacen malabares en las esquinas para que manos caritativas les den una moneda.
El tema salió a flote nuevamente porque la UCA difundió su habitual informe sobre la cantidad de ciudadanos pobres existente en la Argentina.
Y ahí nomás, como cada vez que este trabajo, conoce la luz, se desata la polémica.
Pero el debate, que adquiere características virulentas desde el momento mismo de la réplica proveniente del oficialismo, también se torna desequilibrado por las propias contradicciones gubernamentales.
Por un lado están la foto y la película, que ponen en evidencia lo que la administración pretende maquillar a su gusto.
Y por otro la deslegitimación para rebatir que implica el hecho de que el propio Gobierno dijo que no iba a dar más datos de pobreza, entre otras cosas porque considera que es difícil medirla.
Entonces, aunque suena a algo súper lógico, hay que decir que si no hay datos concretos para contrastar es casi imposible avanzar en la discusión.
Encima, del otro lado hay información en base a aplicación de principios científicos.
Pobres son también los argumentos oficiales para intentar la réplica, como decir que una extremadamente ínfima parte de la encuesta fue hecha de manera telefónica. La UCA apeló al teléfono en los casos de consulta que no podía hacerse de manera personal, debido justamente a que esas personas están ocupadas y, en consecuencia, forman parte de los “no pobres”.
Pero millares de ciudadanos fueron consultados en vivo y en directo y contaron sus penurias, según explicaron los responsables de la evaluación.
Válida sería la pulseada si el Gobierno contrapusiera una encuesta con datos certeros y recabados en un trabajo de campo serio y efectivo.
Pero a esta altura es inútil esperar un cambio de conducta de parte de las autoridades que están empacando para irse en diciembre. Vale destacar que muchos de esos funcionarios solo tendrán que ir a buscar sus maletas para llevarlas a otras oficinas, pues se reciclaron internamente para tratar de aterrizar en un eventual gobierno de Daniel Scioli.
Claro que antes tienen que darse dos situaciones claves: Scioli debe conseguir la gracia del voto popular y después ver sus decisiones acerca de su aceptación o no de esos reciclados de la última hora.
De todas maneras, esto es pura especulación, básicamente el tema de quién será el primer mandatario, porque los porotos se cuentan al final.
Por ahora, aunque suene a resignación, solo resta desear que los pobres no caigan más bajo y puedan mantenerse aferrados con sus uñas a la línea de la supervivencia -que a esta altura parece un alambre de púas-, hasta que llegue quien se apiade de ellos. Pobres pobres...
“No hay estudio independiente que no sostenga que la pobreza alcanza a más de un cuarto de la población, pero la administración Fernández sostiene que ese flagelo es infinitamente inferior”.