El complejo rol de la escuela en una época violenta
El asesinato de un niño de 5 años a manos de su padrastro, según la causa judicial, terminó de disparar y poner una vez más sobre la mesa de funcionarios, docentes, legisladores, especialistas y la sociedad en general, el papel decisivo de la institución escolar en casos en que la familia ya no es un espacio de contención y afecto, sino que no es más que una amenaza para la vida del menor de edad.
La pérdida de una corta vida, la de Agustín Marrero, víctima de violencia intrafamiliar, con derivaciones de una supuesta violencia de género del padrastro a una sometida madre, plantó un mojón en el debate respecto a la escuela que, como lugar de contención de niños y adolescentes, no se puede permitir fallar.
El caso también disparo una huelga cumplida por sólo 5 de 17 sindicatos docentes porteños, divididos por la validez o no de medida y la efectividad o no de la separación preventiva de dos docentes mientras se sustancia el sumario que no dieron parte ni alertas fuera del establecimiento de los golpes y ausencias del niño.
El debate lamentablemente fue más allá del pedido de Justicia por el pequeño asesinado a golpes en su casa y del creciente número de niños que asisten a las escuelas víctimas de maltratos y otras violencias, y dividió como suele suceder a una sociedad mediocre las opiniones sobre la actuación de una maestra y una directora que no dieron aviso a organismos superiores de esas "señales" o "golpes", que por si solos hablaban.
Es cierto que la "poda" del gobierno menemista en los 90 al desactivar y cerrar tradicionales "gabinetes" de las escuelas atendidos por psicólogos, psicopedagogos y asistentes sociales, para casos de problemas de conducta, adaptación o aprendizaje, fueron una significativa pérdida para la labor docente, que prácticamente quedó desamparada.
Sin embargo, en los últimos siete años los gobiernos nacional, bonaerense y porteño dictaron diversas normativas nacionales y locales sobre Protección de los Derechos de Niños y Adolescentes, y de Violencia Fami- liar y de Género, además de armar guías, manuales o protocolos para maestros y profesores en casos de situaciones de violencia dentro y fuera de la escuela.
La asesora tutelar general de la Ciudad, Yael Bendel, se refirió en diálogo con DyN a las argumentaciones de la huelga docente respecto de sobretarea o posible desamparo del educador y sostuvo que "esto que pasó con la maestra es una excepción a la regla".
"Destaco todos los días la labor de los docentes, que es la más atenta de toda la comunidad educativa", añadió, aunque recordó que "los docentes saben cual es el protocolo, en ese jardín se estaban atendiendo 12 casos" de posible violencia intrafamiliar.
"La comunidad educativa sabe que existe en Consejo de Niños y Adolescentes en la Ciudad, conocen la línea 102 y los telefónos y guardias de abogados especializados de la Asesoría y la Defensoría", añadió para detacar que "además de los protocolos del ministerio de Educación, hay una ley marco, que es la Justicia de la Ciudad que representa a los niños y se encarga de controlar la legalidad de los organismos del Ejecutivo".
El ámbito educativo -desde escuelas hasta universidades- cumplió roles importantes en las crisis argentinas, como en 2000 cuando se puso a prueba en dar contención, trabajo y alimento a miles de niños y familias, al tiempo de mantener íntegros los valores y la dignidad de muchos argentinos.
Hoy las escuelas y la sociedad en general asisten a una inusitada ruptura de los vínculos familiares, de falta de apego de padres hacia sus hijos, de respeto a categorías y autoridades que deriva en repetidas violencias cotidianas cada vez más complejas.
Seguramente el maestro debería dedicarse facilitar el aprendizaje y la socialización de niños y jóvenes, y hacer bien esa tarea, pero esa cuestión sólo sucede en sociedades que se ajustan a las normas, tanto desde el Estado, los poderes y la sociedad civil, bienestar también que trae la paz social.
Empero, en estas épocas en que se responsabiliza de la violencia a la difusión de la misma y no se asumen las atribuciones para frenarla, principalmente hacia los más desposeídos como los niños, el maestro será por mucho tiempo una figura inestimable para colaborar en la prevención y erradicación del flagelo.
“En los últimos siete años los gobiernos nacional, bonaerense y porteño dictaron diversas normativas nacionales y locales sobre Protección de los Derechos de Niños y Adolescentes”.
Laura Hojman es periodista de la agencia DyN, especialista en temas de educación.