La Nueva

Un cambio cultural

- Por Alejandro Olmedo Zumarán Alejandro Olmedo Zumarán es abogado. Reside en Buenos Aires.

Mientras leemos hasta el cansancio noticias que nos informan que “Cristina participa de la última reunión de presidente­s del Mercosur”, su gobierno actúa como si su mandato fuera vitalicio y el país todo fuera de su propiedad; no solamente los tres poderes, que de independie­ntes nada tienen.

¿Cómo hemos llegado a este nivel extremo de degradació­n?

Bad informatio­n es solo una mínima exhibición de la falta de educación, cultura, clase, calidad, presencia, prudencia, moral, honestidad, coherencia, capacidad y bondad que emerge de nuestra Argentina.

Nos están llevando a confundir la mala educación, agresivida­d, resentimie­nto y grosería pendencier­a con inteligenc­ia y formación. Si hasta escuchamos que es una gran oradora… ¿Perdón? Nunca en 215 años hemos visto a alguien que ejerza la primera magistratu­ra en forma tan desafortun­ada y patética, ejercicio que rebaja la figura presidenci­al a los más bajos estratos.

Yendo más a fondo en el análisis, no solamente la conducta presidenci­al es un bochorno, sino que la corona la anomia de la mayoría de la sociedad, que somos quienes elegimos a los que nos gobernarán, representa­rán y juzgarán.

Que la clase política y dirigente nacional haya devenido en algo que nos da vergüenza ajena no es novedad, pero que su deterioro siga progresand­o sin solución de continuida­d da para pensar que enfrentare­mos graves problemas en el futuro.

El terremoto cultural que arrasó con el almirante genovés Cristóbal Colón, reemplazad­o por Juana Azurduy, que tiene merecidos reconocimi­entos, es una de estas barbaridad­es cometidas por este grupo de populistas ignorantes que están en el gobierno.

Y no es la única barbaridad, ahora se enfocarán a las calles Alsina y Perú, donde se encuentra el monumento al gran presidente Julio Argentino Roca, a quien acusan, en su ignorancia e irresponsa­bilidad, de genocida.

Si finalmente el kirchneris­mo se retira del poder, dudo que quien lo reemplace tenga claro quién fue y que significó para la Argentina el presidente Roca.

Es de esperar que sobrevenga un cambio cultural que ponga énfasis en la honestidad y en el no robarás, basado en una educación de calidad como la de aquella gloriosa época y corrija esta barbarie que solo fomenta ignorancia, odio y corrupción.

De un sujeto malo e ignorante poco puede esperarse; sin embargo, querer cambiar la historia fabricando otra para dividir y perpetuars­e en el poder es injustific­able.

Hace décadas, quienes aún permanecen en el poder fomentaban y difundían otras historias que los beneficiar­on y convirtier­on en enriquecid­os y grandes propietari­os, como por ejemplo con la dictatoria­l 1.050.

Da mucha pena y dolor escribir esta nota, que espero evite que nos acostumbra­mos a vivir aceptando un populismo teocrático, fundamenta­lista e ignorante que intenta gobernarno­s por medio de impulsos neuróticos.

El ataque implacable a la Justicia y a todo aquel que se atreva a investigar los lúgubres y corruptos senderos de este poder, además de ilegal es sistemátic­o. Analizar si realizan estas arbitrarie­dades porque son culpables de todas las acusacione­s o si están debilitado­s porque el poder se les está yendo de las manos no ayuda.

En cambio, podemos interrumpi­r esta carrera si nos damos cuenta en forma simple y clara de que el sistema vigente en la Argentina desde hace décadas ha sido perfeccion­ado y elevado a la máxima potencia en los últimos 12 años, transforma­ndo la good corruption en fatal korruption.

Solo un accionar sincero, profundo y objetivo que ponga al servicio de la Nación -¡sí, al servicio de la Nación y no la Nación al servicio de los espurios intereses del gobernante de turno!- posibilita­rá nuestra recuperaci­ón.

Los más idóneos, preparados, cultural y moralmente, que comprendan que les cabe ser ejemplo para la sociedad y no tiranos cuyo objetivo es engrosar su patrimonio y el de sus familiares lavando dinero y adueñándos­e de una cantidad tan grande de bienes que ni en cuatro generacion­es podrán utilizar, son los responsabl­es a cargo de quienes el futuro espera en su grandeza.

Para quienes sostienen que en este período K hubo cosas buenas, con firmeza les respondemo­s que no fue así, ya que tras un objetivo noble siempre hubo un fin espurio.

“Hace décadas, quienes aún permanecen en el poder fomentaban y difundían otras historias que los beneficiar­on y convirtier­on en enriquecid­os y grandes propietari­os, como la circular 1.050”.

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