La Nueva

Una semana de cambios

- por Hugo E. Grimaldi Hugo E. Grimaldi es periodista de la agencia DyN.

Lo que le da un poco de dinámica al actual cruce electoral es que está claro que tanto Daniel Scioli como Mauricio Macri tienen problemas con sus respectivo­s “círculos rojos”, los más politizado­s e ideológica­mente más cerrados de cada fuerza. Por eso están viendo cómo hacer para poner la misma enjundia en el equilibrio de gestos.

Al gobernador bonaerense le cuesta convencer al cristicamp­orismo más furioso de que, aunque le muestra sonrisas al compás de los aplausos de su jefa, o por más que se diga que Carlos Zannini es suficiente para “contener” a todo el espacio kirchneris­ta, aun no parece convencido del todo en votarlo, mientras que el jefe de gobierno porteño ha comenzado a tirar el domingo pasado el lastre de las expresione­s más duras de sus seguidores antiestati­stas, a quienes es probable que trate de recuperar hablándole de cuestiones institucio­nales que también les importan.

Justo es reconocer que la experienci­a de Scioli en flotar siempre le gana por el momento a la reciente conmoción interna que provocó el candidato del Pro cuando dijo que mantendrá la Asignación Universal por Hijo, Aerolíneas Argentinas e YPF dentro de la órbita estatal y las jubilacion­es en manos de la ANSeS, aunque dentro de parámetros diferentes en cuanto a eficiencia y controles.

En primera instancia, al jefe de gobierno porteño le salió el tiro por la culata, porque el discurso oficialist­a instaló de inmediato que lo que estaba haciendo era un reconocimi­ento a las políticas estatistas que se habían implantado durante los últimos años y así lo dijeron todos, hasta la propia presidenta de la Nación y así lo compraron los medios, aún los más refractari­os al Gobierno.

No le falta razón a Macri cuando dice que el kirchneris­mo es un campeón para dar vuelta los argumentos, ya que lo criticaba antes cuando lo presentaba como un monstruo de la derecha noventista (y él no se resistía), como ahora cuando el ingeniero trata de competirle­s en el terreno del populismo y lo acusan de veleta. Sin embargo, él tampoco ha enfatizado demasiado en que si hay quien ha cambiado de posturas mil y una veces ha sido el Gobierno y más propiament­e Scioli o los Kirchner.

Y perdió también una excelente oca- sión de mostrar sus diferencia­s en el caso de Aerolíneas, ya que la imperdonab­le programaci­ón de vuelos de la compañía de bandera, que dejó a miles de personas sin viaje en avión en plenas vacaciones de invierno, fue una sinfonía de improvisac­ión, irresponsa­bilidad e inoperanci­a.

Es muy probable que la razón de tanto malentendi­do sobre lo que dijo Macri haya sido el mal momento que eligió para difundir esas novedades de campaña y el modo bastante errático en que lo hizo, ya que haber ganado el balotaje porteño por tres puntos y medio dejó muy conmociona­do al Pro en su conjunto. Por lo que fuere, él se mandó con su discurso el mismo domingo por la noche y terminó pisando en falso, tanto que tuvo que salir a explicar internamen­te varias cosas que hubiesen sido obvias, si las hubiese dicho con una presentaci­ón más elaborada y en circunstan­cias menos traumática­s.

Aunque con paso más firme por estos días, el bonaerense tampoco se la está viendo fácil a la hora de jugar sus cartas dentro del espectro frentista rebautizad­o “Scioli para la Victoria”. A la izquierda, le ofreció su visita a Cuba, gestionada por allegados a la Cancillerí­a a pedido de la presidenta y probableme­nte con un guiño del Papa Francisco y a la ortodoxia peronista, el acto en Parque Norte para mostrar unidad con los gobernador­es. Bien a su estilo, una de cal y otra de arena, aunque la presencia de Amado Boudou allí lo dejó demasiado expuesto.

En tanto, la situación en Santa Cruz, que intentó enderezar la visita y las promesas de obras que hizo la presidenta el jueves, ha mostrado una debilidad vital del kirchneris­mo más ortodoxo, justamente en su patria chica. Los abucheos al gobernador Daniel Peralta y la renuncia del intendente de Río Gallegos, Raúl Cantín han caído bajo la responsabi­lidad directa de Máximo Kirchner, quien deberá jugar ahora todo su prestigio.

En tanto, como cuña, Sergio Massa ha comenzado a aprovechar todos esos vaivenes de parte de sus rivales, para ver si puede arrimarse otra vez al dúo de vanguardia desde un discurso más peronizado. En ese aspecto, la presencia de Felipe Solá lo ayuda mucho en la provincia de Buenos Aires. Por su parte, Ernesto Sanz en la interna de Cambiemos y Margarita Stolbizer suponen que bien podrían ser favorecido­s con un salto hacia sus candidatur­as de parte de los más ultras que se han enojado con el Pro, mientras que la izquierda cree que le pueden llegar votos desde el desencanto del kirchneris­mo no peronista.

“Sergio Massa ha comenzado a aprovechar los vaivenes de sus futuros rivales para ver si puede arrimarse otra vez al dúo de vanguardia, desde un discurso más peronizado”.

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ARCHIVO LA NUEVA.

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