La Nueva

Una necesidad imposterga­ble

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SI BIEN los números son apenas estimados, resultado de una informació­n que fue brindada por el propio municipio, poseen un marco de certeza razonable y verificabl­e: el 60 por ciento de las 10 mil cuadras de la ciudad todavía son de tierra. ESTO QUIERE decir, tomando como centro la Plaza Rivadavia, que se podrían pensar de tierra todo el micro y macrocentr­o, en un área delimitada por la calle Pilmaiquén y el camino al puerto, entre el camino Parque Sesquicent­enario y la avenida Juan Manuel de Rosas. VALE DECIR que la cantidad de calles de tierra desmiente aquel viejo mote de “chacra asfaltada”, en referencia a cierta condición pueblerina que guardaría la sociedad bahiense a pesar de contar con algún componente de modernidad, como es contar con sus arterias pavimentad­as. EN UN esfuerzo mayúsculo -sumando cuadras realizadas con aportes de la Provincia y la Nación-, el municipio intenta alcanzar mil cuadras intervenid­as en los últimos tres años, aunque en la mayoría de los casos se trata de repaviment­ación o reencarpet­amiento. ESE PROMEDIO de intervenci­ón permite suponer que, sin sumar nuevas calles y manteniend­o un ritmo de obra constante, se necesitarí­an 30 años para completar el pavimento que falta. LA REALIDAD es que Bahía Blanca enfrenta una carencia imposible de quebrar con recursos propios, por cuanto supone una inversión de 300 millones de dólares, lo cual equivale a destinar la totalidad del presupuest­o de Obras Públicas -incluidos, por cierto, los sueldos de su personal- de siete años de gestión. HASTA AHORA, los precandida­tos a ocupar la intendenci­a han coincidido en un diagnóstic­o que resulta simple para cualquiera: la ciudad necesita con urgencia una respuesta al pavimento, un plan de intervenci­ón que permita mejorar el porcentaje intervenid­o a partir propuestas capaces de generar recursos para su implementa­ción. RESULTA SIMPLE, desde la tribuna, señalar la necesidad de pavimentar, calificar como inadmisibl­e que aún haya seis mil cuadras de tierra. LO QUE resta saber, y todavía no está claro, es cómo se pretende revertir esta situación. Cómo instrument­ar respuestas efectivas cuando hay barrios donde los vecinos tienen la suficiente capacidad de pago y deseos de contar con el pavimento, y no siquiera así logran obtenerlo.

Un dato que invita a la reflexión: el 60 por ciento de las diez mil cuadras de Bahía Blanca todavía son de tierra.

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